Definición de clases de aprendizaje

1. El aprendizaje tiene lugar por alguna clase de asociación, pero existen discrepancias sobre la naturaleza exacta de la misma. El hecho de que se hayan llevado a cabo investigaciones experimentales sobre esta importantísima función, sin que exista un acuerdo completo en cuanto a su verdadera naturaleza, demuestra la extrema complejidad del fenómeno. Basándose en los distintos métodos de investigación y en las observaciones generales de la conducta humana y animal, cabe distinguir tres clases principales de aprendizaje. El primero comprende la adquisición de reacciones específicas a estímulos concretos. Un ejemplo de este tipo de aprendizaje es el adquirido por el niño cuando reacciona en sentido de evitación ante una estufa caliente. Ciertos aspectos de los estímulos son suficientes por sí mismos para producir luego respuestas de evitación que, con anterioridad al aprendizaje, solamente se producen ante formas concretas de estímulo, como el del calor de la estufa. Esta acción de substituir un estímulo que anteriormente producía la respuesta por otro nuevo se llama condicionamiento (v. Reflejos condicionados). El proceso de condicionamiento no implica necesariamente que el organismo esté enterado del estímulo o de la acción asociativa ni que sea capaz de explicar en palabras su conducta, aun tratándose del organismo humano, para decirse a sí mismo: «Esto es una estufa, de modo que no debo tocarla porque está caliente.» Los niños pueden resultar condicionados antes de su nacimiento, lo mismo que otros animales de organización inferior, lo que supone aprendizaje siquiera sea en escala rudimentaria.
   
   
   Prueba y error. Se alcanza un nivel algo más alto de adaptación cuando el aprendizaje implica la posibilidad de esquemas de respuestas complejas. Los esquemas se presentan de tal manera que el organismo puede escoger en ellos una combinación o secuencia de posibles respuestas para alcanzar un fin determinado. En esto consiste el proceso cognoscitivo de prueba y
   
   error, aunque la denominación no sea muy apropiada, ya que parece indicar que el organismo actúa al azar hasta alcanzar su objetivo. Para evitar equívocos tal vez fuera más indicada aquí la denominación de aprendizaje selectivo. Obsérvese que la nota característica de este proceso de aprendizaje es la elección, mientras que en el caso del condicionamiento, que generalmente es un procedimiento de aprendizaje muy artificial, el organismo se ve obligado a dar una respuesta no elegida que más tarde se asocia y reproduce frente a un estímulo nuevo y substitutivo.
   
   Podemos presentar dos ejemplos para hacer ver la diferencia esencial entre el aprendizaje condicionado y el selectivo: 1.° Cuando se da un golpecito a la pata de un perro, éste la levanta obedeciendo a una reacción normal. Si en el momento de golpear la pata (o inmediatamente antes) pronunciamos la palabra «dame la pata», substituimos el estímulo del golpe por la orden verbal. Podemos continuar este procedimiento de adiestramiento repetidas veces hasta que el perro dé la pata al oir la orden verbal. Tal es el proceso del reflejo condicionado. 2.° Si lanzamos ahora un palo dentro del campo visual de un perro, éste se sentirá atraido normalmente por el movimiento del palo y correrá hacia el mismo. Sin embargo, el perro puede hacer caso omiso del palo, echarse, correr en dirección opuesta, ladrar o dar otra respuesta cualquiera. En otras palabras, el perro puede hacer muchas cosas como resultado del estímulo descrito. Pero si le castigamos cada vez que no traiga el palo y le recompensamos siempre que lo haga, acabará pronto por actuar con regularidad: correrá siempre tras el palo y lo traerá. Podemos añadir una nueva respuesta en esta experiencia, a saber, que al traer el palo lo deposite a los pies de su dueño. Esto último puede también conseguirse por un procedimiento semejante de recompensas y castigos repetidos. En todos estos casos debe notarse que el organismo (el perro) aprende a elegir ciertas respuestas y a realizar las que le proporcionan recompensa.
   
   
   Aprendizaje figurativo. En un tercer tipo de aprendizaje el organismo aprende a responder a las relaciones dentro de su ambiente inmediato. La respuesta no se presenta generalmente tan estereotipada como en el caso del condicionamiento o el aprendizaje selectivo. Este tipo más complejo de aprendizaje puede denominarse aprendizaje figurativo. A veces se considera, con dudosa propiedad, fruto de la «perspicacia». Como ejemplo de aprendizaje figurativo puede citarse el caso corriente del niño que trata de alcanzar un bote de mermelada situado en un estante elevado. En tal coyuntura el niño no sólo ha de tener en cuenta el estímulo del dulce, sino el factor alturá, los otros objetos presentes que puedan ayudarle a alcanzar el bote y los demás aspectos de la situación. Puede ocurrírsele colocar unas cajas encima de otras hasta alcanzar una altura que le permita, una vez encaramado a ella, conseguir el anhelado bote o tal vez prefiera emplear otros objetos combinados. El tipo de respuesta en este caso no es rígido, sino más bien flexible, ya que, mientras nuestro ladronzuelo un día echa mano de cajas, en otra ocasión tal vez utilice una silla o cualquier otro artefacto, según las circunstancias.
   
   La importancia de esta situación está en el hecho de que el niño ha respondido no a un estímulo particular, sino a una serie de relaciones establecidas entre los objetos que le rodean. Fácilmente se advierte que el aprendizaje- figurativo supone gran adiestramiento selectivo, ya que es más complejo y exige mayor grado de capacidad para organizar las experiencias y relacionarlas mutuamente.
   
   
   Memorización. Nótese que en la descripción anterior de los tres tipos principales de aprendizaje no se ha hecho mención alguna del verbal o memorístico (v. Memoria). Según se cree, la memorización y la formación del hábito no son del todo independientes, ya que en aquélla existe siempre un mínimo de actividad muscular. Los actos memorísticos incluyen, en efecto, acciones musculares, aunque sólo sea del aparato vocal. Por otra parte, los métodos empleados para medir el grado de eficacia del primero de esos tipos de aprendizaje son del todo semejantes a los empleados en el otro. En fin, las teorías del aprendizaje general convienen de igual modo a la formación del hábito y a la memorización.
   
   Para más información ver: aprendizaje.

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