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Definición de crédito bancario

 


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Definición de crédito bancario

  1. A continuación se exponen esquemáticamente las distintas clases de créditos bancarios según la actividad de la empresa: Prefinanciación, plazo largo, plazo medio, campaña, papel comercial, crédito documentario.

    Crédito de prefimanciación.


    Una empresa que desarrolla su plan de ampliaciones puede encontrar conveniente demorar algunos meses la emisión de títulos que cubran las obras o adquisiciones en curso, mientras espera un mejor mercado o la formación de una cifra adecuada para la emisión que le permita realizar una sola emisión en lugar de varias de menor amplitud con el consiguiente ahorro. Así las empresas solicitan amplios créditos que posteriormente cubren con la emisión. Recientemente este tipo de crédito ha adquirido gran volumen en España.


    Crédito a largo plazo.


    No suelen obtenerse estos créditos con carácter normal en la banca, sino en organismos especializados: Banco Hipotecario, Instituto de Reconstrucción. En principio parece que tales créditos no deben existir más que como protección a un interés nacional concreto, pues en otro caso las acciones y obligaciones deben cubrir este campo.


    Crédito a plazo medio.


    Puede revestir varios aspectos. El primero es la evidente necesidad de inversiones a plazos inferiores a 10 años (maquinaria, por ejemplo). Las renovaciones de las empresas, o una adaptación a nuevas circunstancias, pueden exigir fondos complementarios que, por su rápida amortización, no merecen el destino de una financiación definitiva.


    A esta evidente necesidad la estructura crediticia de la mayor parte de las naciones no ha respondido con instituciones adecuadas sino hasta hace pocos años. Los bancos, especialmente, carecían de fondos adecuados para ello: unos, los depósitos, eran a demasiado corto plazo y no se podían congelar. Los otros, fondos propios principalmente, tenían otros fines que cumplir (propias instalaciones, acciones).


    Por ello han surgido en diversos países organismos paraestatales que han cambiado el panorama al permitir una mayor liquidez de estas inversiones por medio del redescuento. En España se ha discutido mucho si eran o no necesarias tales instituciones.


    Sus detractores han alegado que las sucesivas renovaciones de créditos o efectos permiten ya cubrir esa forma de financiación. Sin embargo, parece evidente que es precisa tal clase de institución, que contribuiría a que el elemento formal del crédito coincidiese con su contenido y evitaría que créditos a mayor plazo se clasificaran en formas crediticias de tres y seis meses. Recientes disposiciones tratan de crear esta forma de crédito.


    Créditos de campaña y tesorería.


    Las necesidades financieras de una empresa experimentan estacionalmente profundas variaciones. Los déficits y superávits de tesorería se suceden periódicamente. Pues bien, quizás una de las funciones más específicas de la banca actual sea la compensación de ambas posiciones.


    Durante los periodos de preparación de una campaña, los acopios, los gastos de personal, suponen desembolsos sin un ingreso inmediato correspondiente. Es posible que la empresa contara al iniciarse este ciclo con una gran disponibilidad procedente de una financiación inicial abundante o de una fuerte autofinanciación. Pero estos excesos de tesorería no suelen cubrir todos los gastos necesarios en una campaña, pues conforme al principio del máximo rendimiento, sin descender de los límites mínimos de seguridad, no conviene a las empresas tener inmovilizadas grandes sumas en espera de tales campañas. Por tanto, la empresa recurre a su banco en demanda de crédito (con la garantía final de una letra y de una póliza) que será rembolsado a los pocos meses cuando los adquirentes de sus productos hagan los pagos. Éstos serán suficientes para liquidar el crédito y, además, dejarán un superávit en cuenta corriente, lo cual supone para el banco un nuevo recurso que aplicar a financiaciones similares pero de ciclo distinto.


    Efectos financieros.


    El crédito, materializado en un efecto (letra) financiero, se emplea para financiar adquisiciones de bienes rentables o, a veces, de las propias mercancías. Por norma no se paga el crédito sólo con el propio rendimiento, sino también con otros ingresos ordinarios o extraordinarios. La empresa suscribe una letra como librado o librador y además alguno de los socios la suscribe recíprocamente como librador o librado: Cada trimestre el efecto es pagado (formalmente), pero a la vez se suscribe otro de menor importe; la diferencia (amortización) es el pago real.


    Negociación de papel comercial.


    Durante muchos años ha sido la negociación de papel comercial el principal y casi único apoyo activo de la banca a las empresas. En España, cerca del 70 % de los productos industriales se cobran por medio de letras.


    Como es sabido, efecto comercial es el girado por el vendedor (o su representante) sobre el comprador para reintegrarse del precio del producto. Por medio del descuento logra el vendedor anticipar la fecha de disponibilidad de los fondos. Pero, además, la propia gestión de cobro, que se encomienda al tenedor, supone un considerable alivio de trabajo.


    Antes de remitir efectos al descuento la empresa debe proponer la operación al banco. Admitida la operación cada firma es clasificada por el banquero, es decir, se señalan los volúmenes máximos pendientes. Para hacer frente a los impagados, de los cuales responde el librador, debe éste tener una cantidad suficiente en cuenta.


    La autenticidad del papel (es decir, que sea verdaderamente comercial) y el que al menos parte del líquido quede durante cierto tiempo en cuenta corriente son características de un buen cliente para el banco.

    El tanto por ciento de impagados es un importante punto de referencia. Pero cuando es demasiado reducido debe explicarse, pues de otra forma puede provocar sospechas de un peloteo. A veces, el banco exige que determinados efectos se presenten aceptados, lo que da un mayor apoyo al papel negociado.


    Efectos provenientes de rentas a plazo. Por ser muy específica, vamos a referirnos a una forma de efectos de comercio cada día más abundante: la creada por las ventas a plazo. Aunque se puedan señalar varios orígenes, el más inmediato es el de las ventas de automóviles en Norteamérica. La dificultad en la introducción de este papel está en el librado (no comerciante, difícil de catalogar) y en el plazo, superior al del papel comercial típico. El comprador acepta una serie de efectos de sucesivo vencimiento y el vendedor, directamente o a través de firmas especializadas, negocia los efectos en el banco. La dificultad para éste es que exceden de los 90 días que han de tener como máximo los efectos que el Banco de España acepta al redescuento. Además en España (y en otros países europeos, v. gr., Suiza) con frecuencia el comprador no es avisado y carece del conocimiento suficiente para procurarse medios suficientes al vencimiento, es decir, se compromete a pagar algo que no puede.


    Aquí, como en otros casos, el factor que ha de decidir al banco a aceptar el papel es la solvencia del librador. Si ésta es escasa o se halla ya agotada por otras formas de crédito, el papel procedente de las ventas a plazo poco ensanchará aquél. Ahora bien, si tales negociaciones, adicionadas a los demás créditos pendientes, no rebasan el total de riesgo que se puede conceder a la firma, no cabe duda de que tal clase de efectos añaden una garantía.


    Crédito documentario.


    Según Clemens, el cliente que tuviera la ocurrencia de presentar su balance al banquero y preguntarle: «¿cuánto puede usted prestarme a la vista de estos datos?», perdería irremisiblemente el tiempo. Acaso se le podría perdonar si formulara esta pregunta convencido de que el balance es la llave que abre de par en par a Un tiempo el corazón y las arcas del banquero. Pero esto resultaría imperdonable en el banquero, que no debe dar su respuesta sin antes haber obtenido información mucho más amplia.

    Sin embargo, los directores de sucursales bancarias habrán preguntado seguramente al departamento de créditos en la casa central: «¿cuánto considera usted que podría prestarse con este balance?». Es el eterno anhelo de hallar una fórmula sencilla sin quebraderos de cabeza, aspiración que cuesta trabajo conseguir.

    El balance por sí solo no puede dar una respuesta a tal pregunta. Afortunadamente, el banquero de quien se solicita un crédito está en una posición tan fuerte que le permite recabar la información más completa y exigir la presentación de balances y cuentas completas de Pérdidas y Ganancias correspondientes a una serie de años, así como cifras que reflejen, con todo detalle y al día, su Activo y Pasivo circulantes. Si desde un principio se solicita esta información completa a título de requisito obligado y natural, será facilitada con mayor agrado que si se solicita más tarde con todas las apariencias de haberlo pensado mejor. Cuando haya necesidad de examinar las cifras con cierto detalle, es preferible aplazar la discusión del asunto para una segunda entrevista, en la que será de enorme valor la presencia del contable del cliente. Este contacto permite al director aclarar personalmente con el contable las cuestiones espinosas que acaso podrían surgir más tarde, con un mínimo de molestias para el propio cliente.


    Si la proposición del cliente es de tal naturaleza que rebasa el campo de la experiencia del director de la sucursal bancaria, es imprescindible que éste solicite consejo al técnico en créditos de la casa central cuanto antes; a ser posible, antes de la segunda entrevista. La experiencia de este último en toda clase de negocios tiene que ser necesariamente más amplia que la del director de la sucursal; dispone además de medios de información y ayuda de mucho mayor alcance. El director de la sucursal que, desconcertado, se obstina en estructurar la proposición del cliente, tendrá que acudir a éste por segunda vez —y acaso otra más— en demanda de nuevos datos. Con ello se ocasionarán molestias al cliente y se desacreditará el mismo director que debe velar celosamente por su prestigio como representante del banco en la plaza asignada. Debe procurar siempre ser el eco de la voz de su banco. Si durante la entrevista hace referencia a su casa central, pudiendo evitarlo, tal alusión menoscabará forzosamente su prestigio a los ojos del cliente. Este se da cuenta rápidamente de cuándo el director de sucursal no es más que un simple correo entre él y la casa central, pero también estará inclinado a admirarle cuando maneja los asuntos como un auténtico banquero.


    Generalmente es al cliente a quien corresponde dar a conocer sus necesidades. No es el banquero quien debe precisar qué cifra límite está dispuesto a conceder. Lo que la casa central pide y lo que tiene derecho a pedir es una propuesta forjada ya en todos sus detalles en el despacho del director de la sucursal, después de haberla moldeado éste como un verdadero banquero. Pero, cualquiera que sea el plano en que se resuelva la petición de préstamo, lo mismo si es en la sucursal como en la sala del consejo del banco, siempre ha de aplicarse la misma norma, a saber: que es el cliente quien tiene que presentar su petición.

    Para más información ver: crédito (economía).
Actualizado: 27/10/2015
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Fuentes bibliográficas y más información de crédito bancario:
Análisis de crédito bancario

Cantidad de letras, vocales y consonantes de crédito bancario

Palabra inversa: oiracnab otidérc
Número de letras: 15
Posee un total de 7 vocales: é i o a a i o
Y un total de 8 consonantes: c r d t b n c r

¿Es aceptada "crédito bancario" en el diccionario de la RAE?

Ver si existe en el diccionario RAE: crédito bancario (RAE)

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Abreviaturas empleadas en la definición
gr. = griego
V. = Ver o Verbo
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Cómo citar la definición de crédito bancario
Definiciones-de.com (2015). Definición de crédito bancario - Leandro Alegsa © 27/10/2015 url: https://www.definiciones-de.com/Definicion/de/credito_bancario.php

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