Artículo enciclopédico: historia de la Argentina
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historia de la Argentina

 


historia de la Argentina
  1. Descubrimiento. En 1516 Juan Díaz de Solís remontó el estuario del Río de la Plata y tomó posesión del territorio circundante en nombre de la Corona de España. «Aqueste gran río de Paraná, que agora inapropiadamente llaman de la Plata», dice el historiador coetáneo Fernández de Oviedo (1478-1557), «primero lo decían el río de Solís, porque lo descubrió el piloto Johan Díaz de Solís y en él lo mataron...». Murió Solís, en efecto, con varios compañeros a manos de los indios guaraníes en la banda del Uruguay. Los descubridores sólo tocaron las costas septentrionales y la isla de Martín García, así llamada por haber sido enterrado en ella el despensero de la expedición que respondía a este nombre. Los expedicionarios sobrevivientes se apresuraron a volver a España, pero una de las naves naufragó en las costas brasileñas. Uno de los náufragos, el portugués Alejo García, acometió entonces la singular empresa de visitar, con medios exclusivamente indígenas, los dominios del legendario Rey Blanco, la Sierra de la Plata, en los mismos contrafuertes alpinos, de donde regresó con «vestidos, vasijas y coronas de plata».

    El veneciano Sebastián Cabot, en tanto, que había sucedido a Juan Díaz de Solís como piloto mayor del reino, recibió del rey el encargo de preparar una expedición a las Molucas siguiendo la derrota de Magallanes. Partiendo de Sanlúcar de Barrameda en 1526 con cuatro naves, tocó en el cabo de San Agustín, repostó en Pernambuco y avanzó hacia la isla de Santa Catalina, donde encontró a dos supervivientes de la armada de Solís y a quince desertores de la nao San Gabriel, perteneciente a la armada del comendador Fray García Jofre de Loaysa. Enterado por éstos de las fabulosas riquezas que encerraban las abruptas sierras interiores, confirmadas por las nuevas de Alejo García, decidió torcer el rumbo de la expedición con la oposición del maestre de la Trinidad, Francisco de Rojas, que se negaba al abandono de una derrota que era «voluntad y mandamiento de Su Majestad». Así, en febrero de 1527, enfiló la desembocadura del río de Solís e inició su exploración por la Banda

    Oriental. En su avance encontró al único superviviente de la matanza que acabó con Solís, Francisco del Puerto, quien le confirmó las noticias que le habían dado los españoles de Santa Catalina.

    Después de fundar en la confluencia del Paraná con el Carcarañá el primer asentamiento español en territorio argentino, el fuerte de Sancti Spiritus, siguió río arriba hasta un punto que llamó Santa Ana, en el Itú, donde, hallando el paso cerrado por los arrecifes, retrocedió para remontar el Paraguay, que había dejado a la izquierda. Pero las dificultades con que tropezaba y los escasos recursos de que disponía le obligaron a volver a Sancti Spiritus. Durante el regreso topó con otro explorador, antiguo compañero de Solís, Diego García, animado de los mismos propósitos que el veneciano y, como él, decidido a realizar a toda costa la empresa. Una vez en el fuerte hicieron los preparativos para remontar el Pilcomayo. Pero a poco de abandonar Sancti Spiritus les llegó la noticia de su destrucción por los guaraníes. Desalentados, partieron para San Salvador y de aquí regresaron a España, donde difundieron las nuevas de sus viajes y exploraciones. Pese a que ninguno de ellos volviera con la más mínima riqueza, sus exaltados relatos crearon en torno a las tierras del Rey Blanco una fabulosa leyenda que iba a decidir sin más tardar la conquista y colonización de los inmensos territorios platenses.


    Colonización y régimen de Adelantazgo. En 1534, apremiado Carlos I por las demandas de concesión que se le hacían e intuyendo el peligro que encerraba para la Corona la competencia lusa en el famoso río (el portugués Martín Alonso de Souza había llegado ya en 1531 a las costas uruguayas), otorgó simultáneamente dos capitulaciones: una a Diego de Almagro (1475-1538), que comprendía más o menos las tierras del actual Chile, y otra al adelantado Pedro de Mendoza, que incluía los territorios del Plata y para la que se le había confiado una potente armada de 16 bajeles y cerca de 2000 hombres. El 24 de agosto de 1535 zarpó la expedición de Mendoza de Sanlúcar de Barrameda y tras diversas vicisitudes arribó a las costas del Plata, tocando en la isla de San Gabriel. Después de reconocer ambas bandas del estuario, Mendoza optó por establecerse junto al Riachuelo, donde el 3 de febrero de 1536 fundó el Puerto de Nuestra Señora Santa María del Buen Aire. Su lugarteniente, Juan de Ayolas, fue despachado Paraná arriba al mando de una expedición con ánimo de proveer de víveres el fuerte y señalar puntos para nuevas fundaciones. Después de fundar el asiento de Corpus Christi (15 junio) regresó Ayolas al puerto citado —que había sufrido un feroz ataque indio—, con abundantes provisiones y espe-ranzadoras noticias sobre las tan ansiadas riquezas. Mendoza resolvió entonces remontar el río con su segundo y gran parte de los pobladores del fuerte. En las proximidades del Carcarañá fundó el puerto de Nuestra Señora de Buena Esperanza, pero desistió de continuar su empresa, es decir, alcanzar la Sierra de la Plata, tarea que encomendó a Ayolas. De regreso al Puerto de Nuestra Señora del Buen Aire, al ver el desolador aspecto que presentaba el fuerte y comprobar la falta de cuatro navios, quemados por los indios, Mendoza determinó volver a España. A tal fin nombró gobernador y capitán general a su lugarteniente y durante la ausencia de éste a Francisco Ruiz Galán, otro de los suyos. Murió el 23 de junio en plena travesía rumbo a la patria.

    Entre tanto Ayolas, después de remontar nuevamente el Paraná, subió por el Paraguay y el 2 de febrero. fundó no lejos de este río el puerto de la Candelaria. Dejando como jefe de la fundación a Martínez de Irala, continuó hasta el territorio del Chaco, de donde regresó al cabo de tres meses a la Candelaria, cargado de oro y plata. No encontrando a Irala, que había descendido a la Asunción con sus naves para repararlas, resolvió recobrarse de las mil penalidades y fatigas sufridas, pero murió con todos sus hombres (1539), en las márgenes del Paraguay, a manos de los payaguas, que le habían recibido amistosamente. Irala, ante la desaparición del adelantado, disputó los derechos de Francisco Ruiz Galán y asumió el mando el 31 de julio de 1539. En marzo de 1541 partió de la Asunción con dos bergantines a fin dé despoblar el puerto del Buen Aire en provecho de aquel fuerte, donde quería concentrar cuantos elementos precisara para sus ulteriores empresas. Así, contra la voluntad de los pobladores, se procedió al abandono e incendio del puerto por los propios españoles (junio 1541).

    No pasó mucho tiempo sin que se hiciera sentir la falta del antiguo puerto, pues los asentamientos de Paraguay, Chile y Perú precisaban de mejores comunicaciones marítimas con España. El 11 de junio de 1580, JuAn de Garay (1527?-1583), después de establecer un adelantamiento en las proximidades del Plata, que bautizó con el nombre de Santa Fe (15 noviembre 1573), fundó, a escasa distancia del asentamiento levantado por Pedro de Mendoza, la ciudad de Santísima Trinidad y Santa María de los Buenos Aires, núcleo de lo que había de ser el actual Buenos Aires.

    La conquista de los territorios platenses había tenido en principio por motivo fundamental las fabulosas riquezas de oro y plata que habían encandilado la imaginación de los aventureros y capitanes de empresa. Pero al mismo tiempo nació la necesidad de oponer un valladar a la marea portuguesa que descendía del norte. Con tal objeto despachó la corona numerosas expediciones al interior ignoto; en el norte Diego de Rojas exploró el Tucumán (1543-44), provincia de la que se hicieron cargo en 1558 Juan Pérez de Zurita y en 1563 Francisco de Aguirre; por esta época se procedió a la fundación de numerosas ciudades, como la de San Miguel de Tucumán (establecida por Diego de Villarroel), que con Salta fue el principal asentamiento del primer periodo colonial. Jerónimo Luis de Cabrera fundó la ciudad de Córdoba (1573), Hernando de Lerma la de San Felipe de Lerma (Salta, 1582) y Ramírez de Velasco las de la Rioja (1591) y Jujuy (1593). En 1570 se había constituido el obispado de Tucumán. El primer núcleo humano que llegó a desarrollarse en lo que hoy es Argentina fue Santiago del Estero, fundado en 1553 al pie de los Andes por Francisco de Aguirre. En la tierra de Cuyo, dependiente de la jurisdicción de Chile, Pedro del Castillo fundó en 1561 la ciudad de Mendoza y un año más tarde Juan Jufré la de San Juan de la Frontera. San Luis quedó establecido definitivamente en 1596. La ciudad de San Juan de Vera de las Siete Corrientes (Corrientes), enclavada a orillas del Paraná, fue fundada el 3 de abril de 1588 por Juan Torres de Vera y Aragón.

    A raíz de la renuncia de éste (1591) el adelantazgo pervive ya sólo como título honorífico. Es entonces cuando sobresale en toda su pujanza la insigne figura de Hernando Arias de Saavedra (1561-1634), más conocido por Hernandarias, a quien se ha dado en llamar con toda justicia el primer patriota. Nacido en la Asunción y yerno de Torrés de Vera y Aragón, acompañó a éste en sus expediciones y fundaciones y gobernó el Plata alternativamente de 1591 a 1620. Civilizador más que conquistador, fue la suya una labor pacificadora y fructífera: evangelizó a los indios, fomentó la instrucción y el comercio, exploró el Chaco y tuvo en jaque a los maleantes y contrabandistas que a la sazón infestaban las ciudades y el litoral platenses. A sus consejos se debe la división del Plata en dos unidades administrativas.

    La sucesión cronológica de los Adelantados del Río de la Plata es la siguiente: Pedro de Mendoza (1536); Domingo Martínez de Irala (1538); Alvaro Núñez Cabeza de Vaca (1541); Domingo Martínez de Irala (1544); Diego de Abreu (1548);, Domingo Martínez de Irala (1549); Gonzalo de Mendoza (1557); Francisco Ortiz de Vergara (1558); Juan Órtiz de Zárate (1574); Juan Torres de Vera y Aragón (1581-91).


    Gobernadores. Una real cédula de 1617 dividió la provincia del Plata en dos gobernaciones: Guayra, actual Paraguay, y Buenos Aires o Río de la Plata, que comprendía la Banda Oriental, Tierras de Mesopotamia, Patagonia y Chaco. Felipe II asignó el primer gobierno (1618-23) a Diego de Góngora, al que siguió en interinato Alonso Pérez de Salazár, oidor de la Audiencia de Charcas y creador de la Aduana seca de Córdoba, llamada así porque prohibía el transporte al interior de los géneros introducidos por Buenos Aires, salvo si se devengaba el 50 % de derechos. El siguiente gobernador, Francisco de Céspedes (1623-31), siguió la política de su predecesor Diego de Góngora hasta tal punto que su corrupción provocó no pocos . conflictos. La administración de José Martínez Salazar (1663-74) se caracterizó por su austera y radical política, que finalizó parcialmente con la supresión en 1671 de la Real Audiencia, establecida diez años antes por mandato de Felipe IV para sofocar el contrabando. Al gobierno de Andrés de Robles (1674-78) siguió el de José de Garro (1678-82), con el que se iniciaron las luchas entre españoles y portugueses por la posesión de la Banda Oriental, luchas que se prolongaron durante el mandato de sucesivos gobernadores hasta la firma del Tratado de San Ildefonso (1777). Durante la administración progresista de José de Andonaegui (1747-56) quedó establecido el correo ordinario entre Buenos Aires y Perú. Con Juan José de Vértiz y Salcedo (1772-76) concluye el sistema de gobernación de la Provincia del Plata.

    Cabe señalar durante este periodo las frecuentes y prolongadas guerras sostenidas con los indios, como las sublevaciones de los calchaquíes, la primera de las cuales, que duró diez años, revistió caracteres de ferocidad extrema, no menos que la segunda (1655-67), acaudillada por Pedro Bohorques, presunto descendiente de los incas y conocido por el nombre de Hualpa Inca; la guerra guaraní tica, que duró tres años; los primeros movimientos democráticos, como el de «los comuneros de Corrientes» (1762), preludio precoz de la Guerra de Independencia; el auge de los establecimientos jesuíticos, que, iniciados en 1585, se elevaron pronto a 30 sólo en el territorio de las Misiones; su supresión junto con la de la Compañía por bula de Clemente XIV (1767) en el reinado de Carlos III; las victorias españolas en la colonia del Sacramento (Banda Oriental); la devolución a España de las islas Malvinas; y la sistemática expansión registrada principalmente durante la administración de José de Andonaegui, gracias muy especialmente a la actividad y celo que desarrollaron los misioneros de la Compañía de Jesús.

    Los gobernadores del Río de la Plata fueron: Diego de Góngora: 1618 (interinato de Alonso Pérez de Sala-zar); Francisco de Céspedes: 1623; Pedro Esteban de Ávila: 1631; Mendo de la Cueva y Benavides: 1638; Ventura de Múgica: 1640 (m. a los 7 meses de gobierno; siguen los interinatos de Pedro Rojas Acevedo, Andrés de Sandoval, Jerónimo Luis de Cabrera); Jacinto de Lariz: 1644; Pedro Baygorri y Ruiz; 1653; Alonso de Mercado y Villacórta: 1660; José Martínez Salazar: 1663; Andrés de Robles: 1674; José de Garro: 1678; José de Herrera y Sotomayor: 1682; Agustín de Robles: 1691; Manuel del Prado y Maldonado: 1698; Alonso de Valdés Inclán: 1703; Manuel de Velasco Tejada: 1708 (cesante al poco tiempo de asumir el gobierno; le siguen en interinato José Mu-tilos Anduesa, Alonso de Arce y Soria, José Bermúdez de Castro); Baltasar García Ross: 1711; Bruno Mauricio de Zabala: 1717; Miguel Salcedo y Sierraalta: 1734; Domingo Ortiz de Rosas: 1742; José de Andonaegui: 1747; Pedro de Ceballos: 1756; Francisco de Paula Bucareli y Ursúa: 1766; Juan José de Vértiz y Salcedo: 1772-76.

    El virreinato. El 1 de agosto de 1776 Garlos III creaba el virreinato del Río de la Plata con ánimo de procurarse una mejor defensa contra los portugueses y al propio tiempo administrar más eficazmente los territorios platenses. Opinión es de muchos que la verdadera historia de Argentina comienza con la implantación del sistema virreinal, pues con esta medida quedó delimitado casi en sus actuales fronteras el futuro estado argentino y reconocida para siempre la importancia y el interés trascendentales que el puerto de Buenos Aires suponía para toda esa inmensa zona sudamericana. En lo que a Argentina y Uruguay respecta, el Virreinato fue dividido en las intendencias de Buenos Aires o Río de la Plata, con Santa Fe, Bajada del Paraná y Corrientes, Misiones del Uruguay y Territorio de Montevideo; de Salta, con Tucumán, Santiago del Estero, Catamarca y Jujuy; de Córdoba, con San Juan, San Luis, Mendoza y la Rioja. Al primer virrey, Pedro de Ceballos (1776-78), introductor de grandes reformas, como la de la libertad de comercio, le siguió el mexicano Juan José de Vértiz y Salcedo (1778-84), durante cuya administración se estableció la primera imprenta bonaerense, se pavimentaron y alumbraron las primeras calles de la ciudad, se fundaron un hospital, un asilo de huérfanos y úna casa de expósitos, se erigió el teatro de la Ranchería, se procedió al censo de la población y se sofocó la rebelión del cacique Túpac Amarú. Le sucedió Nicolás Francisco Cristóbal del Campo, marqués de Loreto (1784-1789), que impulsó decididamente la industria pecuaria y derivadas, base más tarde de la economía nacional. Nicolás de Arredondo (1789-95) continuó la labor urbanista de sus predecesores, alentó el crecimiento demográfico del litoral patagónico fomentando la pesca de la ballena e impulsó extraordinariamente el comercio de exportación a través del Tribunal del Consulado, cuyo secretario fue Manuel Belgrano. Sucediéronle Pedro Meló de Portugal y Villena. (1795-99), Gabriel Avilés, marqués de Avilés (1799-1801) y Joaquín de Pino y Rosas (1801-04), durante cuya administración se fundaron los dos primeros periódicos bonaerenses: El Telégrafo, Mercantil y El Semanario de Agricultura, Industria y Comercio.

    En 1806, siendo virrey Rafael Sobremonte, marqués de Sobremonte (1804-07), se produjo el primero de los dos ataques ingleses a Buenos Aires. Iniciado el 25 de junio, corrió -a cargo de una fuerza expedicionaria al mando del general William Car Beresford, que, desembarcando en la playa de Quilrhes, ocupó la ciudad el 2 de julio. Mientras el virrey emprendía la huida hacia Córdoba, el pueblo se alzó en armas contra los invasores acaudillado por Santiago Liniers y Bremond, que, venido de Montevideo con una tropa de 1000 hombres, derrotó al inglés y le obligó a capitular. Destituido Sobremonte, se hizo cargo del virreinato Liniers (1807-09), que al año siguiente de su nombramiento hubo de enfrentarse con la segunda invasión inglesa. Conquistado Montevideo por Achmuty (3 febrero), desembarcó en el Río de la Plata un poderoso ejército inglés al mando del general Whitelocke, que derrotó a Liniers en la Plaza de los Corrales de Miserere y puso sitio a Buenos Aires, fortificado oportunamente por el alcalde de primer voto, Martín de Alzaga, quien organizó asimismo la defensa de la ciudad. Participaron en ella mujeres y niños y tal fue el arrojo de los sitiados y tan furiosos sus contraataques que Whitelocke hubo de capitular ante Liniers el 6 de julio, comprometiéndose a evacuar Buenos Aires y abandonar Montevideo. Su derrota puso fin definitivo a los designios ingleses en el Río de la Plata. Sucedió a Liniers Baltasar Hidalgo de Cisneros (1809-10) y a éste Francisco Javier Elío (1811-14), que nunca llegó a gobernar y con el que se extingue el virreinato.

    Acontecimientos fundamentales en la historia del virreinato, además de los ya mencionados, fueron en particular los vinculados al desarrollo del libre comercio, ya que la economía platense se basaba casi exclusivamente en la ganadería —la Pampa alimentaba una ingente cabaña de caballar y vacuno— y en mucho menor grado en la agricultura. Tal incremento había tomado aquélla que sus productos (cueros, sebo, tasajo y carne en salazón) constituían el fundamento de las exportaciones. Para dar idea del auge adquirido por la exportación de cueros baste señalar que en cinco años (1778-83) su número había ascendido de 150000 a 1400000. Con respecto al trigo y otros cereales las posibilidades eran ilimitadas, dada la feracidad del suelo. No es de extrañar, pues, que la política seguida por los primeros virreyes de establecer la libertad dé comercio, tan duramente combatida por los gobernadores, ejerciera una influencia trascendental en el desarrollo de los territorios platenses, muy especialmente en lo que luego sería Argentina, al asegurarle vastos mercados ultramarinos, y, en consecuencia, la posibilidad de aumentar en grado gigantesco su producción agrícola. No es, pues, exagerada la afirmación de que el virreinato sentó los fundamentos que harían de Argentina uno de los primeros exportadores mundiales de carne y trigo.


    Emancipación. El 21 de setiembre de 1808, invadida España por el ejército napoleónico y secuestrada la familia real española, se instauró en Montevideo la llamada Junta del Río de la Plata, similar a las juntas populares creadas en las ciudades españolas e hispanoamericanas con objeto de gobernarlas en nombre del cautivo Fernando VII. Las autoridades españolas, contemplando con recelo el auge que tomaba en Buenos Aires el movimiento independista y deseosas de desembarazarse del virrey Liniers, cuya ' vacilante actitud disgustaba tanto a los realistas como a los nacionalistas criollos, dispusieron la creación en dicha ciudad de otra junta, para lo que contaban con el apoyo del alcalde de primer voto Alzaga. La intentona, realizada el 1 de enero de 1809, día de la renovación de los oficios municipales, fracasó por la intervención dél jefe del Batallón de Patricios, Cornelio Saavedra, y Alzaga fue deportado a la Patagonia, pero el comandante militar de Montevideo y futuro, virrey del Río de la Plata, Francisco Javier Elío, lo rescató y trajo en triunfo a su plaza. El 25 de mayo de 1809 estalló en Chuquisaca, Alto Perú, una revolución que depuso y encarceló al gobernador e instituyó una junta análoga a las implantadas en España y América, pero de cariz claramente emancipacionista. Aunque sofocada, tuvo por consecuencia otra sublevación, la de la Paz (16 julio del mismo año), que organizó una junta parecida, la «tuitiva», la cual no tuvo más éxito que sus predecesoras.

    Mientras tanto Liniers había sido substituido por Baltasar Hidalgo de Cisneros, quien como primera medida apaciguadora autorizó la libre entrada en Buenos Aires de mercancías extranjeras. Quedó implantada con él la Junta Central, pero las victorias francesas en la metrópoli aceleraron el curso de los acontecimientos. En mayo de 1810 se presentaron a Lezica, nuevo alcalde de primer voto, Saavedra y Belgrano, que solicitaron la formación de un cabildo abierto a fin de que el pueblo pudierá decidir libremente sobre la cesación o continuación del virrey, pues, como dijeron, el pueblo «estaba deseoso de reasumir sus derechos y conservarse por sí mismo». El cabildo abierto, convocado el 22 de mayo, decidió por 155 votos contra 69 la cesación del virrey y la formación de una Junta Gubernativa «de! modo más conveniente a las ideas generales del pueblo». Pero como presidiera dicha junta el depuesto virrey y rechazara enérgicamente el pueblo tal componenda, quedó constituida el . 25 de mayo una nueva Junta —Junta Gubernativa Provisional del Río de la Plata— encabezada por Saavedra y compuesta por Mariano Moreno, Juan José Passo (secretarios) y Manuel Belgrano, Juan José Castelli, Miguel de Azcuériaga, Manuel Alberti, Domingo Matheu y Juan Larrea (vocales). Con todo y perseguir en última instancia este primer gobierno patrio la consecución de la independencia total, nó rompió inmediatamente con España, sino que juró fidelidad al monarca Fernando VII y se comprometió a gobernar el país en su nombre hasta tanto no fuera restaurado en el trono.


    Guerra de Independencia. Como quiera que en las incipientes Provincias Unidas del Sur se habían producido numerosas reacciones realistas, al mismo tiempo que las autoridades españolas del Alto Perú, Paraguay y Montevideo habían decidido aplastar la naciente Junta, ésta despachó tres expediciones contra estos territorios a fin de emancipar todas las tierras platenses. Tal acción dio principio a una larga y sangrienta guerra que culminaría con la independencia de numerosos países sudamericanos. En Córdoba, donde la contrarrevolución había adquirido un desarrollo formidable, Liniers, que había pasado a formar con los realistas, hubo de emprender la huida ante la llegada del general Antonio González con fuerzas bonaerenses. Hecho prisionero, fue fusilado en Cabeza del Tigre (26 agosto 1810).

    En setiembre de 1810 José Primo de Rivera bloqueó el puerto bonaerense con nueve buques de guerra españoles. En enero del siguiente año el nuevo virrey designado por el Consejo de Regencia, Javier de Elío, exigió el mando de las provincias del Plata. Mientras tanto Belgrano, jefe de la expedición al Paraguay, sufrió los desastres de Paraguarí (19 enero 1811) y Tacuarí, que le obligaron a evacuar el país. Castelli, que mandaba el ejército liberador al Alto Perú, sufrió a manos del general realista Goyeneche una tremenda derrota en Huaqui (30 junio 1811). La gravedad de los acontecimientos y la incertidumbre que ofrecía la situación. militar en Uruguay provocaron la deposición de Saavedra, que había asumido poderes dictatoriales. Para sucederle se instituyó el 23 de setiembre de 1811 un triunvirato ejecutivo formado por Feliciano A. Chiclana, Manuel de Sarratea y Juan José Pásso, que, bajo los auspicios de una Junta Conservadora y asistidos por tres secretarios, se turnarían cada tres meses en la presidencia del poder ejecutivo. En 1812, ante los rumores de un inminente alzamiento realista en Buenos Aires, Bernardino Rivadavia, secretario del Triunvirato, disolvió la Junta, promulgó un- Estatuto Provisional y ordenó la ejecución de los españoles más significativos, entre ellos Martín Alzaga (15 julio 1812). El 24 de setiembre de 1812 Belgrano derrotó en el Río de las Piedras al ejército realista, que al mando de Pío Tristán había invadido Tucumán y que hubo de retirarse a Salta. El 30 de diciembre quedó establecida la Asamblea General Constituyente de las Provincias Unidas del Río de la Plata que, inspirada esencialmente en las Cortes de Cádiz, designó un poder ejecutivo constituido por Nicolás Rodríguez Peña, José Julián Pérez y Antonio Álvarez Jonte.

    Belgrano, victorioso en Salta (20 febrero 1813), pero, derrotado en Vilcapujio y Ahoyuma, cedió en 1814 el mando de sus vencidos ejércitos a José de San Martín (1778-1850), que, llegado antes de España, donde participara en las contiendas peninsulares, había organizado los famosos Granaderos a Caballo, causantes exclusivos de la derrota española en San Lorenzo (febrero 1813). Pronto advirtió San Martín que no era en el sector septentrional del Plata sino en Perú donde debía ser quebrantada la resistencia realista y que el mejor medio de conseguirlo era librar primero batalla en Chile y luego atacar directamente aquel país, desembarcando en sus costas. A tal fin se trasladó en calidad de gobernador intendente a la provincia de Cuyo (que comprendía las de Mendoza, San Juan y San Luis) para organizar un ejército con el que dar cima a la osada empresa. Allí, al cabo casi de dos años y con la incorporación de los patriotas chilenos y sus auxiliares argentinos derrotados en Rancagua, organizó su célebre Ejército de los Andes constituido por más de 5000 hombres, 1200 de los cuales estaban encargados de transportar las vituallas. Tras pacientes y minuciosos estudios, San Martín dispuso su plan de campaña de la siguiente manera: una columna gruesa, cuya vanguardia quedaba a las órdenes de Soler y la reserva a las de Bernardo O ’Higgins, debería cruzar los Andes por el paso de los Patos; otra, mandada por Las Heras atravesaría el Paso de Uspallata; finalmente, una pequeña tropa a cargo de Juan Manuel Cabot tenía la misión, saliendo de

    San Juan, de tomar Coquimbo y otra reducida fuerza, mandada por Freyre, la de conquistar Talca.

    La histórica empresa fue iniciada el 17 de enero de 1817 y llevada a feliz término el 12 de febrero del mismo año con la derrota realista de Chacabuco. Dos días más tarde, libertada Santiago, se proclamó la independencia de Chile. De nada sirvió ya la victoria realista de Cancha Rayada ante la definitiva derrota del general español Osorio en Maipú (5 abril), donde San Martín reafirmó para siempre la independencia del país. El 20 de agosto de 1820 el caudillo, al frente de una expedición conjunta chileno-argentina, zarpó de Valparaiso dispuesto a emancipar Perú. Mandaba la escuadra que transportaba esta expedición Sir Thomas Alexander Cochrane. Desembarcando en Pisco y Paracas (8 setiembre), el grueso de las fuerzas libertadoras avanzó hacia el interior sin encontrar a su paso la menor resistencia (sólo Arenales libró combates en Pasco y Nazca) y el 9 de julio de 1821 San Martín entró en Lima, donde el 28 del mismo mes proclamó la independencia del Perú. Estos episodios, junto con los triunfos de Simón Bolívar en Venezuela y Sucre en Colombia perfilaron claramente la derrota final de España en Sudamérica y el completo abandono de sus pretensiones en este Continente.

    Mientras tanto muchas y graves eran las preocupaciones que embargaban al Director Supremo de las Provincias Unidas, cargo que la Asamblea Constituyente había creído conveniente establecer como poder ejecutivo unipersonal. Por un lado la situación militar en la Banda Oriental era sumamente enojosa, aunque no lo eran menos las tendencias separatistas que animaban a los patriotas uruguayos; por otro, los caciques del interior (López, en Santa Fe; Ramírez, en Corrientes) se rebelaban abiertamente contra el gobierno directorial y se mostraban más fuertes que él. La Banda Oriental, libertada al fin de los españoles (20 junio 1814) merced en buena parte a la pericia y arrojo del marino irlandés William Brown, derrotó en el Guayabo (25 febrero 1815) a las fuerzas de Dorrego y se emancipó de la dominación bonaerense. A esta desgracia se sumó la sublevación del ejército en Jujuy. Con José Rondeau como Director Supremo se instauró un nuevo Congreso Constituyente que demostró su incapacidad para poner fin a la caótica situación. El 9 de julio de 1816, el Congreso General de Tucumán (en el que figuraban personalidades tan eminentes como San Martín y Belgrano) proclamó la independencia de las Provincias Unidas del Plata. Este Congreso se trasladó el año siguiente a Buenos Aires y el 25 de mayo de 1819 juró la Constitución.

    El caos en que sumieron a la nación las disensiones intestinas y la anarquía perduró hasta 1820, en que asumió el poder el general Martín Rodríguez (1820-1824), asistido por su ministro Bernardino Rivadavia (1780-1845). Fue éste un periodo en que se introdujeron grandes reformas y se realizó una fecunda labor: se dictó la «Ley del Olvido», se fundó el Registro Oficial y la Universidad de Buenos Aires, se acometió la selección def la ganadería, etc. Sucedió a Martín Rodríguez en el poder el general Juan Gregorio Las Heras, en cuyo gobierno se implantó la llamada «Ley Fundamental», se creó el Ejército Nacional y se federalizó la ciudad de Buenos Aires, a la que se declaró capital de las Provincias Unidas. Las Heras alentó, con el asenso de la opinión pública, la expedición de los famosos «Treinta y Tres» que, al mando de Juan Antonio Lavalleja insurreccionaron el Uruguay, ocupado a la sazón por el Brasil imperial. Esta acción condujo a la guerra entre Brasil y las Provincias Unidas, guerra que desde el punto de vista militar resultó enteramente favorable a las armas argentinas tanto por mar como por tierra (combates navales de Jucal y los Pozos y batalla de Ituzaingó), aunque diplomáticamente constituyó un fracaso, pues se dio el caso incomprensible de que los vencedores entregaran la Banda Oriental a Brasil. Tal contrasentido se debió a la torpe gestión de Manuel García, ministro que era del presidente unitario (desde 1826) Riva-davia. Éste fue substituido (1827) en interinato por Vicente López Planes, quien en 1828 cedió el poder a Manuel Dorrego.

    El nuevo gobernador reanudó la guerra con Brasil y no la interrumpió hasta firmarse la convención preliminar de paz, en virtud de la cual, por imposición de los ingleses, se declaraba la independencia de la Banda Oriental con el nombre de República Oriental del Uruguay (4 octubre 1828). El 1 de diciembre el general unitario Juan Lavalle se sublevó contra Dorrego, ferviente partidario del federalismo, a quien derrotó e hizo fusilar. Luego de ofrecer inútilmente el poder a San Martín, Lavalle se proclamó gobernador en el atrio de la Iglesia de San Roque. Sin embargo, el fusilamiento de Dorrego dio origen a una sangrienta contienda civil que finalizó con la ascensión al poder (8 diciembre 1829) de Juan Manuel Rosas.

    Dictadura de Rosas. El nuevo gobernador, investido en 1830 de poderes extraordinarios por el cuerpo legislativo, iba a permanecer en el poder hasta 1852, salvo el lapso de 1832 a 1835. Durante este periodo su crueldad y absolutismo motivaron la organización de numerosos movimientos de resistencia, como «La coalición de las provincias del Norte», acaudillada por Avellaneda, la conjuración de Maza, la Asociación de Mayo, etc. En 1832 dejó el gobierno en manos de Juan Ramón Balear ce y realizó una expedición al desierto. A Balcarce, durante cuya administración aconteció la invasión inglesa de las Malvinas, le sucedió en 1833 Juan José Viamonte y a éste en 1834 Manuel Vicente Maza. Rosas regresó en 1835, estableció una sociedad llamada «La Mazorca», encaminada a aplastar por medios violentos toda oposición, y asumió el título de «Restaurador de las Leyes». Durante su gobierno se organizó la «Liga de Gobernadores», precursora en cierto modo de la República Argentina. Pese a su despotismo supo empero restaurar el orden en la provincia de Buenos Aires, dotó al país de una Ley de Aduanas (1835), muy. favorable para la agricultura y la incipiente industria nacionales, abolió la trata de esclavos, permitió el regreso de los jesuitas, dio feliz término a la cuestión suscitada por la navegación de los ríos Paraná y Uruguay, fundó la Casa de la Moneda (1836), etc. Por fricciones políticas con Francia e Inglaterra, Buenos Aires hubo de sufrir dos bloqueos: uno por parte de los ingleses y otro por los franceses e ingleses conjuntamente. La oposición, a pesar de -haber sido eliminados los dos grandes adversarios de la causa rosista (el general José María Paz, hecho prisionero, y el general Lavalle, asesinado en Jujuy) estaba empero tan arraigada y era tan general que la caída del dictador era inminente. El 3 de febrero de 1852 el general Justo José Urquiza, gobernador de Entre Ríos, que un año antes se había levantado contra él, le infligió una aplastante derrota en Caseros, cerca de Buenos Aires. Urquiza convocó una asamblea constituyente en Santa Fe y en 1853 quedó proclamada una nueva constitución que encarnaba los principios enunciados por el gran patricio Juan Bautista Alberdi y establecía un sistema de gobierno federal, republicano y representativo. Rosas buscó refugio en Inglaterra y estableció su residencia en Southampton, donde llevó durante 25 años la vida del gaucho que siempre había sido.


    República. Primer presidente de la República fue el mismo Urquiza (1854-60), quien, como consecuencia de la separación política entre la Confederación argentina y la Provincia de Buenos Aires, gobernada por Adolfo Alsina, hubo de enfrentarse militarmente a los bonaerenses. El 23 de octubre de 1859 el presidente derrotó al general Bartolomé Mitre, que mandaba el ejército provincial, en la Cañada de Cepeda. En virtud del Pacto de San José de las Flores, firmado poco después, quedó Buenos Aires incorporada constitucionalmente a la Confederación. En 1860 ascendió a la presidencia Santiago. Derqui, que delegó el. mando del ejército en Urquiza. Nuevas discordias entre la provincia y la Confederación reanudaron la contienda civil, que acabó con la derrota de Urquiza a manos de Mitre en Pavón (17 setiembre 1861). Con la elevación de Mitre a. la presidencia (1862-68) se inicia una época de paz y prosperidad, sólo interrumpida por la guerra con Paraguay (1865-70), en que el mismo presidente fue nombrado jefe de las fuerzas aliadas: Argentina, Uruguay y Brasil. En 1863 España reconoció la independencia argentina.

    En 1868 fue elegido presidente Domingo Faustino Sarmiento, que fomentó considerablemente la enseñanza, desarrolló las líneas férreas, fundó el Conservatorio Astronómico, el Colegio Militar, La Escuela Naval y la Academia de Ciencias, realizó el primer Censo Nacional, etc. Le sucedió en 1874 Nicolás Avellaneda, al que el país debe, entre otras realizaciones, el aumento de la inmigración, el establecimiento de la capitalidad en Buenos Aires y, sobre todo, la ocupación total de la Patagonia (1879). En 1880 fue investido con la más alta magistratura el general Julio Argentino Roca, que continuó la labor fecunda de sus antecesores y fue reelegido tras los mandatos de Juan Juárez Celmán (1886-90), Carlos Pellegrini (1890-92), Luis Sáenz Peña (1892-95) y José Evaristo Uriburu (1895-98). En este su segundo mandato (1898-1904) quedaron implantados el Código de Trabajo, el Ministerio de Agricultura y el de Obras Públicas y separados los ministerios de Guerra y Marina.

    Las revueltas y periodos de anarquía del siglo xix no impidieron que el país registrara un enorme progreso material. Una vez sometidos los indios, se emprendió la explotación agrícola de las Pampas, con lo que el cultivo del trigo desplazó parcialmente a la ganadería. La aparición de los frigoríficos y el desarrollo de los ferrocarriles asumieron también importancia primordial en la transformación de Argentina en abastecedor mundial de alimentos. La larga disputa fronteriza sostenida con Chile, próxima en ocasiones a degenerar en contienda armada, fue sometida en 1902 al arbitraje del rey Eduardo VII de Inglaterra. La conclusión de esta vieja disputa quedó simbolizada en la famosa estatua del Cristo de los Andes, erigida en el Paso de Uspallata.


    Siglo XX. En realidad, hasta el mandato presidencial de Hipólito Irigoyen (1916-22), precedido por los de Manuel Quintana (1904-06), José Figueroa Alcorta (1906-10), Roque Sáenz Peña (1910-14) y Victoriano de la Plaza (1914-16) la administración del país había permanecido en manos de los latifundistas criollos y los militares. Contra este régimen tradicional combatían los radicales sirviéndose de la agitación e incluso de ocasionales alzamientos. En 1905 Irigoyen acaudilló sin éxito una revuelta contra el orden político existente. Los radicales, sin embargo, iban a conseguir en poco tiempo por medios constitucionales lo que no habían logrado por las armas. En 1912 el presidente Sáenz introdujo el sufragio masculino universal y el voto secreto y obligatorio. Como resultado de esta medida, en las siguientes elecciones (1916), los radicales llegaron al poder por abrumadora mayoría de votós con Irigoyen como presidente. Aunque formaban un partido de la clase media, los radicales, que continuaron gobernando hasta 1928, dictaron numerosas leyes favorables a las clases trabajadoras.

    Irigoyen rigió los destinos del país de 1916 a 1922, año en que le sucedió Marcelo de Alvear. Al finalizar el mandato de éste, Irigoyen fue investido de nuevo con la suprema magistratura, aunque, desgraciadamente, encontró en su ancianidad un grave obstáculo para manejar los asuntos de estado. En consecuencia la administración se sumió en la postración hasta que en 1930 un golpe de estado militar, encabezado por el general José Félix Uriburu, acabó con ella. Los miembros del gobierno dimitieron obligados por Uriburu, que se proclamó presidente provisional (1930-32).

    En las siguientes elecciones cabía süponer de antemano los resultados, ya que fueron boicoteadas por el Partido radical. Nuevamente ostentó la presidencia un militar, el general Agustín P. Justo (1932-38), que encabezó un gobierno conservador apoyado por las altas esferas económicas. Con el siguiente presidente, Roberto M. Ortiz (1938-42), pareció que iba a ser restaurado un gobierno, realmente democrático. Pero en 1940 la dimisión de Ortiz por enfermedad llevó al poder al vicepresidente Ramón S. Castillo (1942-43), cuya administración desembocó en un punto muerto por la negativa del Congreso a prestarle apoyo, lo que le obligó a gobernar por decreto. Puso fin violento a la situación (4 junio 1943) la destitución de Castillo por el general P. Ramírez, que representaba unos principios acordes con el sentir popular. En efecto, muchos eran los que tenían por indigna la política exterior de Castillo y estaban dispuestos favorablemente hacia un tipo «fuerte» de gobierno. El nuevo régimen administró la. nación por decreto e hizo sentir su influencia en todos los aspectos de la vida nacional.

    En 1944, tras un nuevo golpe militar, Ramírez fue substituido: por el general Edelmiro J. Farrell. A tal grado creció entonces la confusión política argentina que Estados Unidos y otras repúblicas americanas rehusaron reconocer el nuevo régimen, que, no obstante, fue aceptado por Bolivia, Chile y Paraguay. Estados Unidos suspendió las relaciones diplomáticas con Argentina hasta que se aclararan las acusaciones de pronazismo que pesaban sobre sus dirigentes. Se prohibió todo embarque a la Argentina y el país fue excluido de la Conferencia Panamericana celebrada en México (1945). De resultas de ello Argentina intensificó sus medidas contra las organizaciones nazis, firmó la declaración de las Naciones Unidas y en marzo de 1945 declaró la guerra a Alemania y Japón (Argentina había permanecido neutral durante toda la I Guerra Mundial). Estados Unidos y Gran Bretaña reanudaron las relaciones diplomáticas con Argentina, que fue admitida a la Conferencia de las Naciones Unidas celebrada en San Francisco (1945).


    Régimen peronista. El coronel Juan Domingo Perón, que durante este periodo se había erigido en principal figura política, asumió la presidencia el 4 de junio de 1946. En 1948 reafirmó su popularidad al ser elegidos los candidatos y diputados peronistas por abrumadora mayoría. El presidente, sin embargo, iba a implantar una dictadura militar de cuño totalmente nuevo en el escenario político de Iberoamérica. Aunque apoyado por los sindicatos, el clero, el Ejército, la burocracia, los conservadores y los nacionalistas, su régimen pasó a ser cada vez más personal y asumió muchas características del fascismo italiano. Perón fue elegido por un nuevo mandato que inició en 1952.

    El régimen peronista sobrevivió a varias crisis económicas. El costo de la vida ascendió enormemente en los años de posguerra y los proyectos de industrializar el país en un tiempo excesivamente corto impusieron a la economía nacional una carga tan pesada que hubieron de modificarse. La política económica del Gobierno ocasionó un notable descenso en la producción agrícola. Todo ello viose acompañado además por la pérdida de libertades esenciales. Posteriormente el régimen peronista intentó con cierto éxito restaurar la productividad agrícola y desistió de considerar la industrialización como meta primaria e inmediata. Perón trató de justificar su política forjando una ideología que bautizó con el nombre de Justicialismo. Éste pretendía, con sus «Veinte Verdades», ser un producto intermedio entre el capitalismo norteamericano y el comunismo ruso y seguir los principios cristianos y democráticos. Hasta donde cabe atribuirle significación, esta doctrina aparece matizada de semifascismo y las «Veinte Verdades» del justicialismo estaban más que nada encaminadas a glorificar el Estado y a su dirigente. Si como ideología política dejaba el justicialismo mucho que desear, su valor como exponente de habilidad política era incuestionable.

    En abril de 1953 estallaron en Buenos Aires violentos disturbios instigados por los propios peronistas contra sus adversarios. Perón acusó a la Iglesia católica de estar comprometida en la agitación antigubernamental y se enfrentó abiertamente con ella al legalizar en diciembre de 1954 el divorcio y la prostitución. La disputa alcanzó su punto culminante cuando en junio de 1955 el dictador deportó a Roma a dos altos dignatarios de la Iglesia, que habían demostrado su disconformidad con el régimen. El Vaticano reaccionó inmediatamente excomulgando a Perón y a cuantos se hallaban envueltos en el incidente. La primera señal de descontento nacional fue la efímera revuelta de la Armada. El 15 de setiembre de 1955, tras un alzamiento que duró tres días, el dictador fue depuesto por su propio ejército y recibió asilo político en un cañonero paraguayo surto en el puerto de Buenos Aires.

    El 21 de setiembre, el general Eduardo Leonardi, que realizó una intensa labor reconstructiva, fue proclamado presidente provisorio y substituido al poco tiempo por el también general Pedro Eugenio Aramburu, decidido antiperonista, que en mayo de 1956 restableció la Constitución democrática de 1853 y dominó un movimiento filocomunista, invalidó numerosos decretos antidemocráticos instituidos durante el gobierno de Perón y mejoró notablemente las relaciones con Estados Unidos, Inglaterra y otros países. En agosto de 1957 se celebró en Buenos Aires la Conferencia Económica Interamericana. Tras las elecciones de 1958, Arámburu entregó el poder a Arturo Frondizi. El nuevo presidente siguió en líneas generales los pasos de su predecesor, si bien liberó considerablemente la política restrictiva seguida contra el capital extranjero al permitir a empresas no argentinas la prospección y explotación de petróleo en el territorio nacional, medida que por otra parte fue atacada en ciertos sectores del país. En 1960 realizó por Europa un viaje de buena voluntad, en el que reafirmó su solidaridad con el concierto de las naciones occidentales. Para Arte, Literatura y Música argentinos.

    Durante su mandato se agudizaron los enfrentamientos entre dos facciones del Ejército Argentino, conocidas como Azules y Colorados, llegándose a enfrentamientos armados. La victoria del sector «azul» permitió al general Juan Carlos Onganía reunificar al Ejército.

    Con el peronismo todavía proscripto y el expresidente Frondizi detenido, en 1963 fue elegido como mandatario Arturo Umberto Illia (UCRP), quien también sería depuesto por un golpe militar en 1966, que llevaría al gobierno a Onganía.

    Su dictadura, la primera de las tres que conformaron la autodenominada Revolución Argentina (1966-1973), provocó el crecimiento de la violencia política, siendo el Cordobazo uno de los acontecimientos más destacados. Acorralada por la insurrección popular, la dictadura organizó una salida electoral con participación del peronismo (aunque impidiendo la candidatura de Perón).

    En 1973 el peronismo fue legalizado y triunfó en las elecciones presidenciales. Tras la renuncia del presidente Héctor José Cámpora, Juan Domingo Perón fue elegido presidente por tercera vez, pero moriría menos de un año después. Lo sucedió su vicepresidenta y tercera esposa, María Estela Martínez de Perón, cuyo gobierno se caracterizó por un acelerado deterioro de la situación interna, producto de la crisis del petróleo de 1973 y la generalizada violencia política.

    El dictador argentino Jorge Rafael Videla en la inauguración de la Exposición Rural en Palermo, Buenos Aires, en 1976.

    El 24 de marzo de 1976 se produjo un nuevo golpe militar, autodenominado Proceso de Reorganización Nacional, que duraría casi ocho años. Durante el mismo se implantó un régimen de terrorismo de estado que llevó a cabo un plan sistemático de secuestro y tortura de personas, causando una gran cantidad de desaparecidos. Como respuesta se formaron organizaciones de derechos humanos, como las Madres de Plaza de Mayo y las Abuelas de Plaza de Mayo, que desempeñarán un rol crucial en el «juicio y castigo a los culpables» y en la recuperación de los bebés secuestrados cuya identidad había sido suprimida.

    Durante esta etapa, hubo un importante aumento de la deuda externa nacional, que condicionará a los siguientes gobiernos, y se dio carácter especulativo al sistema financiero.

    En 1978, se produjo una grave crisis con Chile por los límites en la zona del canal Beagle, que llevó a ambos países al borde de la guerra.

    En el año 1982 se desarrolló la Guerra de las Malvinas con el Reino Unido; la derrota argentina fue uno de los factores que llevó al colapso del régimen militar y el llamado a elecciones generales para el año siguiente.


    Luego de la elección del 30 de octubre, los poderes democráticos fueron restablecidos el 10 de diciembre de 1983. El nuevo presidente fue Raúl Alfonsín, de la Unión Cívica Radical. En 1984, tras una consulta popular, se puso fin a la disputa limítrofe austral con Chile mediante un tratado en el cual quedan las islas de la mitad norte del canal Beagle a la Argentina y todas las de la mitad sur hasta el cabo de Hornos a Chile, otorgándose derechos de navegación a ambos países en casi toda la zona; concedió a Argentina la mayor parte del territorio marino en disputa.

    Alfonsín tomó medidas para investigar los crímenes de lesa humanidad de la dictadura, estableció el control civil de las Fuerzas Armadas y consolidó las instituciones. En el juicio a las Juntas los miembros de las tres primeras juntas militares fueron procesados; algunos, condenados, aunque también bajo su mandato y por presión militar comenzaron a sancionarse las leyes de impunidad. Después de las elecciones presidenciales de 1989 y afectada la gobernabilidad del país por un proceso hiperinflacionario, Alfonsín se vio obligado a renunciar para hacer la entrega del mando con seis meses de anticipación.

    Carlos Menem, presidente durante dos mandatos, desde 1989 hasta 1999.

    Su sucesor, Carlos Menem (del Partido Justicialista), sancionó la Ley de Convertibilidad del Austral en 1991 que detuvo la inflación y adoptó una política económica neoliberal, basada en una ola de privatizaciones de los bienes públicos, reducción de aranceles a los productos importados y desregulación de los mercados. Estas medidas contribuyeron a aumentar la inversión, las exportaciones y el crecimiento con precios estables. Pero abrieron un proceso de desindustrialización ante la imposibilidad de competencia de la debilitada industria argentina, hicieron a la economía más vulnerable a las crisis internacionales, y aumentaron el desempleo, la pobreza y la precariedad laboral.

    La disputa limítrofe entre Chile y la Argentina por la zona del Lago del Desierto en Santa Cruz, fue resuelta el 21 de octubre de 1994 por el fallo de un tribunal arbitral que sentenció en favor de la argumentación argentina en una zona de 481 kilómetros cuadrados que se hallaba en disputa, convalidada el 13 de octubre de 1995 cuando el mismo tribunal rechazó el pedido de reconsideración por parte de Chile. La crisis financiera asiática de 1997 y la brasileña de 1998 precipitaron la salida de capitales, abriendo camino a la mayor recesión de la historia argentina que duraría cuatro años.

    En diciembre de 1999 asumió la presidencia Fernando de la Rúa de la Unión Cívica Radical, que por entonces formaba parte de La Alianza. Sus medidas para reducir el déficit y la deuda, se basaron en el recorte del gasto público, siguiendo las indicaciones del FMI. En 2001, ante la fuga masiva de capitales, el gobierno designó al exministro del presidente Menem, Domingo Cavallo en Economía, quien dispuso la congelación de los depósitos bancarios (medida conocida como el corralito), que culminó en una crisis social generalizada que llevó a la renuncia del Presidente el 20 de diciembre de 2001.


    Durante dos semanas de incertidumbre se sucedieron varios presidentes, entre ellos el breve gobierno de Adolfo Rodríguez Saá, durante el cual el país entró en default al declarar la moratoria de la deuda externa.

    El 2 de enero de 2002 la Asamblea Legislativa eligió a Eduardo Duhalde, del Partido Justicialista, como presidente provisional.79 Su gobierno devaluó el peso un 200 % dando fin al régimen de convertibilidad. El país comenzó a poner en práctica una nueva política de industrialización por sustitución de importaciones, aumento de exportaciones y superávit fiscal. Hacia finales de 2002, la economía empezó a estabilizarse.81 En este período la pobreza trepó al 56 % de la población y la desocupación al 26 %, estableciéndose los subsidios llamados Plan de Jefes y Jefas de Hogar Desocupados, que alcanzó un pico de 2 millones de planes en mayo de 2003.


    Néstor Kirchner, presidente de la Nación entre 2003 y 2007, y secretario general de Unasur hasta su fallecimiento en 2010.

    En 2003 fue elegido presidente Néstor Kirchner por el Frente para la Victoria (con raíces en el Partido Justicialista). Durante su presidencia se impulsó la integración de una Corte Suprema independiente y la anulación de las leyes de impunidad que permitió la reapertura de los juicios por crímenes de lesa humanidad durante la dictadura. En política internacional se impulsó la desarticulación del Área de Libre Comercio de las Américas (ALCA). En economía se decidió el desendeudamiento del FMI y una reestructuración de la deuda externa con una fuerte quita, la nacionalización de algunas empresas y se registró un aumento considerable del PIB, además de una disminución del desempleo, basada en parte en la creación de puestos de trabajo genuinos arrastrados por la reactivación del sector agropecuario, los complejos agroindustrial, metalúrgico, petroquímico y la construcción; al tiempo que comienza a aumentar la inflación, en un marco de negociaciones colectivas salariales anuales con sindicatos bien organizados y una fuerte puja distributiva. En la política social fueron disminuyendo progresivamente los subsidios y planes sociales creados en 2002, a la vez que aumentó la cobertura universal de seguridad social.


    El 28 de octubre de 2007 ganó, con un 45 %, las elecciones presidenciales Cristina Fernández de Kirchner, la primera mujer elegida por el voto popular para ese cargo en el país. En las elecciones presidenciales del 23 de octubre de 2011 Cristina Fernández de Kirchner fue reelegida para un segundo mandato de cuatro años, superando el 54 % de los votos.

    Para más información ver: argentina.
Actualizado: 23/02/2015
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  • Gobierno radical 1916 y 1922: ¿Que características económicas tenía Argentina en esta etapa?

    Durante el gobierno radical de 1916 a 1922, Argentina experimentó una serie de cambios económicos significativos. Algunas de las características económicas de esta etapa incluyen:

    1. Expansión económica: Durante este período, Argentina experimentó un auge económico impulsado por la creciente demanda mundial de productos agrícolas y ganaderos. El país se convirtió en uno de los principales exportadores de carne, trigo y otros productos agrícolas.

    2. Política proteccionista: El gobierno radical adoptó una política proteccionista para proteger la producción nacional y fomentar la industria local. Se implementaron aranceles aduaneros elevados para productos importados y se otorgaron subsidios para la producción nacional.

    3. Nacionalización de empresas: El gobierno radical nacionalizó algunas empresas, como los ferrocarriles, para mejorar la infraestructura del país y garantizar un transporte eficiente de los productos.

    4. Reforma agraria: El gobierno radical implementó una serie de políticas para redistribuir la tierra y mejorar las condiciones de vida de los campesinos y trabajadores rurales. Se establecieron leyes para limitar la cantidad de tierra que una persona o empresa podía poseer y se crearon colonias agrícolas para asentar a los trabajadores rurales sin tierra.

    En resumen, durante el gobierno radical de 1916 a 1922, Argentina experimentó un auge económico impulsado por la exportación de productos agrícolas y ganaderos, se implementó una política proteccionista para fomentar la producción nacional y se llevaron a cabo reformas para mejorar las condiciones de vida de los trabajadores rurales y redistribuir la tierra.


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  • Qué es la industrialización por sustitución de importaciones en Argentina, ¿qué propósito tenía?

    La industrialización por sustitución de importaciones fue una política económica aplicada en Argentina y otros países de América Latina desde la década de 1930 hasta la década de 1980. El objetivo de esta política era reducir la dependencia de los países latinoamericanos de los bienes importados y fomentar la industrialización nacional.

    Para lograr esto, se establecieron altas barreras arancelarias y se impusieron restricciones a las importaciones de bienes manufacturados, lo que significó que los productos que solían ser importados se producían ahora localmente. Esto dio lugar a un aumento en la producción de bienes manufacturados y a la creación de nuevas industrias en la región.

    El propósito principal de la industrialización por sustitución de importaciones era desarrollar una economía industrializada en América Latina y reducir la dependencia de la región de los países industrializados. Sin embargo, esta política también tuvo algunos efectos negativos, como la falta de competitividad de las empresas locales, la inflación y la dependencia de los países de las importaciones de materias primas.


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    El neoliberalismo en Argentina es un modelo económico que se implementó a partir de la década de 1990, durante el gobierno de Carlos Menem. Este modelo se basó en la privatización de empresas estatales, la reducción del gasto público, la liberalización del comercio y la inversión extranjera, y la desregulación de la economía.

    El propósito del neoliberalismo en Argentina era modernizar la economía, atraer inversiones extranjeras y reducir el déficit fiscal. Se buscaba lograr una mayor eficiencia en la gestión de las empresas y una mayor competitividad en el mercado. Sin embargo, este modelo también tuvo consecuencias negativas, como el aumento de la pobreza y la exclusión social, la concentración de la riqueza en pocas manos y la vulnerabilidad de la economía ante crisis externas.


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  • Cómo la globalización en Argentina

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    En el caso de Argentina, la globalización comenzó a tener un impacto significativo en la década de 1990, cuando el país adoptó políticas neoliberales que abrieron su economía al comercio y la inversión extranjera. Esto llevó a una mayor integración de Argentina en la economía mundial y a un aumento del comercio y la inversión extranjera en el país.

    Sin embargo, la globalización en Argentina también ha tenido efectos negativos, como la desindustrialización, el aumento de la desigualdad y la pobreza, y la dependencia económica de los mercados internacionales. Además, la globalización ha llevado a la pérdida de empleos y al debilitamiento de la economía local y regional.

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  • Ubicar en el mapa de Argentina, las provincias con su nombre y capital y los países limítrofes.

    Para ubicar en el mapa de Argentina las provincias con su nombre y capital, así como los países limítrofes, sigue los siguientes pasos:

    1. Busca en línea un mapa político de Argentina que incluya las provincias y sus capitales, así como los países limítrofes.

    2. Identifica las provincias argentinas y sus capitales en el mapa. Las provincias de Argentina son: Buenos Aires, Catamarca, Chaco, Chubut, Córdoba, Corrientes, Entre Ríos, Formosa, Jujuy, La Pampa, La Rioja, Mendoza, Misiones, Neuquén, Río Negro, Salta, San Juan, San Luis, Santa Cruz, Santa Fe, Santiago del Estero, Tierra del Fuego y Tucumán. Cada provincia tiene una capital que lleva el mismo nombre que la provincia, excepto la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, que es la capital del país y no pertenece a ninguna provincia.

    3. Identifica los países limítrofes de Argentina en el mapa. Los países que limitan con Argentina son: Chile al oeste, Bolivia y Paraguay al norte, Brasil y Uruguay al este, y el Océano Atlántico al sur.

    4. Una vez que hayas identificado las provincias argentinas y sus capitales, así como los países limítrofes, puedes escribir el nombre de cada provincia y su capital en un papel junto con el nombre de cada país limítrofe.

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    La forma de gobierno en Argentina es una república federal presidencialista, lo que significa que el poder se divide entre el gobierno nacional y los gobiernos provinciales, y que el presidente es el jefe de estado y de gobierno.

    También existe un sistema bicameral, compuesto por el Senado y la Cámara de Diputados, que se encarga de la elaboración y aprobación de leyes.

    Además, Argentina tiene un sistema de justicia independiente y una Constitución Nacional que establece los derechos y deberes de los ciudadanos y los límites del poder del gobierno.


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  • ¿Para qué se utilizó la "Conadep"?

    La Conadep fue utilizada en Argentina para investigar los crímenes y violaciones de derechos humanos durante la dictadura militar que gobernó el país entre 1976 y 1983."

    La Comisión Nacional sobre la Desaparición de Personas (Conadep) fue creada en 1983 por el gobierno democrático de Argentina con el objetivo de investigar las violaciones a los derechos humanos cometidas por el régimen militar que gobernó el país durante esos años. La Conadep recopiló información sobre los desaparecidos, torturados y asesinados durante la dictadura, y presentó un informe final que se conoce como el "Nunca Más". Este informe fue clave para juzgar a los responsables de los crímenes de la dictadura y para avanzar en la lucha por los derechos humanos en Argentina.
  • ¿A quién sacaron en el año 1955 durante la dictadura militar de Argentina?

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  • ¿A qué partido político pertenecía Juan Carlos Onganía?

    Juan Carlos Onganía fue un militar y político argentino que lideró el golpe de Estado de 1966 en Argentina, y que gobernó el país como presidente de facto desde ese año hasta 1970. Durante su gobierno, no permitió la participación de partidos políticos y en su lugar estableció un régimen autoritario conocido como Revolución Argentina. Por lo tanto, no se puede decir que Onganía perteneciera a ningún partido político.


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  • ¿A qué presidente sacaron en el año 1976 durante la dictadura militar de Argentina?

    En el año 1976, durante la dictadura militar en Argentina, fue sacado del poder el presidente Isabel Perón. Fue detenida y deportada a España, donde permaneció en exilio hasta su regreso a Argentina en el año 2007. Durante su ausencia, el país estuvo bajo el control de una junta militar que gobernó de manera autoritaria hasta 1983.
  • ¿A qué partido político pertenecía Isabel Perón?

    Isabel Perón perteneció al Partido Justicialista (PJ) de Argentina. Fue la esposa y compañera política del presidente Juan Domingo Perón, quien fundó el PJ en 1947. Isabel también ocupó la presidencia de Argentina en 1974 tras la muerte de su esposo, convirtiéndose en la primera mujer en ocupar ese cargo en América Latina.


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  • Contexto político de Argentina en 1812

    El contexto político de Argentina en 1812 se caracterizaba por los cambios y transformaciones radicales que estaban ocurriendo en el país. En ese año, Argentina se encontraba en pleno proceso de independencia de España, y se estaban llevando a cabo importantes acontecimientos políticos.

    En primer lugar, es importante destacar que en 1812 se promulgó la Primera Junta de Gobierno, que marcó el inicio del proceso de independencia de Argentina. Esta junta estaba compuesta por representantes de las provincias y tenía como objetivo principal tomar decisiones políticas y administrativas en nombre del pueblo argentino.

    En segundo lugar, en ese mismo año se sancionó la Ley de la Libertad de Vientres, que establecía que los hijos de esclavos nacidos en territorio argentino serían libres. Esta ley tuvo un impacto significativo en la sociedad y sentó las bases para la abolición definitiva de la esclavitud en Argentina años más tarde.

    Además, en 1812 se llevó a cabo el Congreso de Tucumán, donde se declaró formalmente la independencia de Argentina el 9 de julio de 1816. Este congreso fue una instancia clave para establecer las bases políticas y legales de la nueva nación.

    En resumen, el contexto político de Argentina en 1812 estaba marcado por el proceso de independencia de España, la formación de la Primera Junta de Gobierno, la promulgación de la Ley de la Libertad de Vientres y la celebración del Congreso de Tucumán. Estos acontecimientos sentaron las bases para la construcción del Estado argentino y marcaron el inicio de una nueva etapa en la historia del país.


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  • ¿Cómo alcanza al poder Hipólito Yrigoyen(1928-1930)? ¿Qué problemas enfrentó su gobierno?

    Hipólito Yrigoyen alcanzó el poder en Argentina en 1928 a través de las elecciones presidenciales. Fue el primer presidente elegido democráticamente en Argentina y pertenecía al partido político Unión Cívica Radical (UCR).

    Durante su gobierno, Yrigoyen se enfrentó a varios problemas y desafíos. Algunos de los principales fueron:

    1. Crisis económica: Enfrentó una recesión económica debido a la caída de los precios internacionales de los productos agrícolas, principal fuente de ingresos de Argentina en ese momento. Esto llevó a una disminución en la actividad económica, altos niveles de desempleo y dificultades financieras.

    2. Conflictos sociales: Durante su mandato, se produjeron numerosas huelgas y protestas por parte de los trabajadores y sectores sociales descontentos. Estas tensiones se intensificaron debido a la crisis económica y a las difíciles condiciones de vida de la clase trabajadora.

    3. Inestabilidad política: Yrigoyen gobernó en un contexto de fuertes divisiones políticas y enfrentamientos internos. Enfrentó oposición tanto de la derecha conservadora como de la izquierda radical, lo que dificultó la implementación de políticas y medidas necesarias para enfrentar los problemas del país.

    4. Crisis institucional: Durante su segundo mandato, la situación económica y política se deterioró aún más, lo que llevó a una creciente polarización y confrontación entre los diferentes sectores de la sociedad. Esto desembocó en una crisis institucional que culminó con un golpe de Estado en 1930, que derrocó a Yrigoyen y lo sacó del poder.

    En resumen, el gobierno de Hipólito Yrigoyen enfrentó desafíos económicos, sociales y políticos que se agravaron a lo largo de su mandato, culminando en una crisis que finalizó con su destitución.


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  • Segundo gobierno de Yrigoyen: ¿Cuáles fueron los factores que propisiaron el golpe de estado de 1930?

    El golpe de estado de 1930 en Argentina, que derrocó al segundo gobierno de Hipólito Yrigoyen, fue causado por una combinación de factores políticos, económicos y sociales. Algunos de los factores principales fueron:

    1. Crisis económica: Durante la década de 1920, Argentina experimentó una serie de dificultades económicas, incluyendo la caída de los precios de los productos agrícolas, la reducción de las exportaciones y el aumento de la deuda externa. Estas crisis debilitaron la economía del país y generaron un clima de descontento social.

    2. Conflictos políticos internos: El segundo gobierno de Yrigoyen se enfrentó a una serie de tensiones políticas, tanto dentro de su propio partido radical como con otros grupos políticos. Estas tensiones llevaron a divisiones y luchas internas, debilitando la capacidad de gobierno y generando descontento en amplios sectores de la sociedad.

    3. Descontento militar: En ese momento, las Fuerzas Armadas se sentían marginadas y descontentas con el gobierno de Yrigoyen. Se percibía que el gobierno no les otorgaba el reconocimiento y la atención que consideraban merecer. Esto llevó a una creciente insatisfacción en el ámbito militar y a un creciente apoyo al derrocamiento del gobierno.

    4. Influencia de grupos económicos y conservadores: Sectores empresariales y conservadores también jugaron un papel importante en el golpe de estado de 1930. Estos grupos se sentían amenazados por las políticas reformistas de Yrigoyen y buscaban proteger sus intereses económicos y sociales.

    En resumen, el golpe de estado de 1930 en Argentina fue el resultado de una combinación de factores, incluyendo la crisis económica, los conflictos políticos internos, el descontento militar y la influencia de grupos económicos y conservadores. Estos factores se sumaron para debilitar al gobierno de Yrigoyen y abrir el camino para la toma del poder por parte de los militares.


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  • Década infame: ¿Qué características tuvo el gobierno de Uriburu (1930-1932)?

    El gobierno de Uriburu, que tuvo lugar durante la llamada "Década Infame" en Argentina, se caracterizó por varias características:

    1. Golpe de Estado: El gobierno de Uriburu comenzó con un golpe ...

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  • La crisis de Wall Street (1929). ¿Cómo afectó este hecho a la Argentina?

    La crisis de Wall Street de 1929, también conocida como la Gran Depresión, tuvo un impacto significativo en la economía mundial, incluida la de Argentina. Aunque Argentina no estaba directamente involucrada en la crisis financiera de Wall Street, sufrió las consecuencias debido a su dependencia económica de las exportaciones.

    En aquel momento, Argentina era uno de los principales exportadores de productos agrícolas, como carne y trigo, hacia los mercados internacionales, especialmente hacia Estados Unidos y Europa. Sin embargo, debido a la crisis financiera, la demanda mundial de productos argentinos se redujo drásticamente, lo que llevó a una caída en los precios de las exportaciones y a una disminución en los ingresos del país.

    Además, la crisis financiera mundial provocó una contracción del comercio internacional y una disminución de los préstamos y las inversiones extranjeras en Argentina. Esto llevó a una recesión económica en el país, con una disminución de la producción, el empleo y el consumo interno.

    El impacto de la crisis de Wall Street en Argentina se prolongó durante varios años, agravado además por la sequía y la caída de los precios internacionales de los productos agrícolas. Como resultado, el país experimentó altos niveles de desempleo, pobreza y descontento social, lo que contribuyó a la inestabilidad política y social en la década de 1930.

    En resumen, la crisis de Wall Street de 1929 tuvo un impacto significativo en la economía argentina, debido a la caída en los precios de las exportaciones y a la disminución del comercio internacional y las inversiones extranjeras. Esto llevó a una recesión económica y a problemas sociales y políticos en el país.


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  • ¿Quién o quienes promovieron la frase sociopolítica "Que se vayan todos" años atrás en Argentina?

    La frase "Que se vayan todos" fue popularizada durante la crisis económica y política que vivió Argentina a finales de 2001 y principios de 2002. Durante ese período, el país enfrentó una grave situación económica con altos índices de desempleo, pobreza y corrupción política.

    La expresión "Que se vayan todos" fue utilizada por la población en general para expresar su descontento con la clase política y la corrupción institucionalizada. No existe un grupo o individuo específico que se pueda atribuir la frase, ya que fue una consigna adoptada por la sociedad en su conjunto.

    Esta frase se convirtió en un grito de protesta contra la clase política y fue un factor clave en la caída del entonces presidente Fernando de la Rúa, quien renunció en medio de masivas manifestaciones populares. Sin embargo, es importante destacar que la frase no representaba una propuesta concreta de cambio, sino más bien una expresión de descontento generalizado.


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  • ¿Cuál es la influencia del imperialismo cultural en Argentina?

    El imperialismo cultural se refiere a la imposición de valores, creencias, idiomas y modos de vida de una cultura dominante sobre una cultura subordinada. En el caso de Argentina, la influencia del ...

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Fuentes bibliográficas y más información de historia de la Argentina:

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Abreviaturas empleadas en la definición
A. = alemán o antes
m. = sustantivo masculino
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