(1713-84). Enciclopedista francés, natural de Langres (Champagne). Ganóse la vida traduciendo, catalogando, ordenando e incluso escribiendo discursos. Su obra Pensées philosophiques, publicada en 1746, fue quemada por orden del Parlamento de París; algunos años más tarde sufrió encarcelamiento por su Lettre sur les aveugles. Conseguida la libertad, entró a trabajar en una sociedad editora de un Diccionario Médico Universal y entonces concibió el proyecto de una enciclopedia general para remplazar la versión de la obra inglesa de Ephraim Chamber. Pero el proyecto adquirió mayores vuelos que los previstos y fue apareciendo, desde 1751, con el título de Encyclopédie, ou dictionnaire raisonné des sciences, des arts, et des métiers, que se completó en 1765, en 17 volúmenes en folio. Dedicada al progreso de la cultura tecnológica y materialista, la Enciclopedia fue el órgano de los pensadores radicales de la época y un poderoso agente rector de la opinión pública contra los abusos del viejo régimen. Aunque se publicó en edición limitada para suscriptores pudientes, su contenido de crítica social llegó al pueblo indirectamente en forma de folletos, volantes y periódicos. D’Alembert, socio de la edición, acabó por retirarse. Intervinieron también, entre otros, Holbach, Rousseau, Turgot, Marmontel y Montesquieu. Como novelista publicó Diderot un volumen de cuentos pornográficos, Les Bijoux indiscrets (1748), La religieuse (1797), novela anticlerical, y Jacques le fataliste (1797), imitación de Sterne. Su mejor novela fue la sátira irónica Le neveu de Rameau (1805). Produjo también algunas comedias como Le fils naturel (1757), que se refiere a los problemas morales de la clase media. Su Paradoxe sur le comédien (1770), que presenta un nuevo teatro realista, constituye un ensayo revolucionario sobre la dramática, que ejerció gran influencia sobre las teorías críticas de Lessing. Sus obras filosóficas posteriores comprenden Lettre sur les sourds et muets (1751), Pensées sur L interprétation de la nature (1754) y Code de la nature (1775).
A pesar de su laboriosidad y polifacética capacidad, Diderot nunca disfrutó de bienestar económico y Catalina II de Rusia le tendió una mano para aliviar la extremada pobreza de sus últimos años. La zarina adquirió su biblioteca, que dejó en París a su propia custodia, por la que le pasó una pensión anual. Sus últimos años viéronse ensombrecidos por el desvío de Rousseau, viejo amigo que, en sus Confessions (1782), atacó a Diderot y a los demás Enciclopedistas acusándoles de «ateos holbachianos».
