Por su carácter montañoso, la mayor parte del suelo austríaco es poco útil agrícolamente y sólo en las tierras bajas del E y SE y en los estrechos valles de montaña se hallan tierras de cultivo. El suelo de las tierras bajas es, generalmente, fértil y la cuenca de Viena concentra el área más extensa, aunque también tienen importancia las cuencas de Klagenfurt y Graz. Son normalmente tierras de aluvión extremadamente fértiles.
Las condiciones climáticas y físicas del país determinan una gran diversidad de vegetación. Cubren los bosques el 32 % de Austria y varía su porcentaje desde el 51 % en Estiria al 15 % en la cuenca de Viena. La zona baja es mixta de coniferas y árboles de hoja caduca, pero en la zona superior dominan las coniferas, que dejan paso a los arbustos por encima de los 2300 m. El bosque tiene gran importancia en la vida del país, pues, además de proporcionar madera, constituye una protección de las tierras bajas, ya que retiene los desgastes, regulariza los ríos y evita los aludes y los vientos agostadores. Por encima del bosque, o intercaladas con él, se forman, magníficas praderas naturales, en las que una abundante ganadería vacuna, caballar y lanar pasta en régimen de trashumancia.
En las tierras bajas del E la pradera constituye la prolongación de la estepa húngara o puszta, pero en el resto de Austria esas zonas bajas comprenden también bosques de robles, fresnos, hayas, olmos, etc., que remontan las laderas inferiores de las montañas antes de dejar paso al abeto rojo y al pino. La vida vegetal termina o en las zonas de rocas escarpadas o al alcanzarse por encima de los 2500 m la zona de hielos y nieves permanentes.
La vida animal de Austria es variada y similar a la del resto de Europa central: linces, lobos, gamuzas, osos, jabalíes, ciervos, zorros, tejones, conejos, gatos monteses, etc. Entre los pájaros, el faisán y la perdiz, perseguidos por los cazadores, y el águila dorada. En sus ríos y lagos abundan los peces; merece destacarse la trucha.
