Antigua ciudad de Mesopotamia, capital del reino de su nombre, situada en la parte meridional del actual Irak, próxima al río Eufrates, a 83 km al S de Bagdad. Se encontraba al N de la mayoría de las principales ciudades de Sumeria y Acadia que florecieron en el tercer milenio anterior a nuestra Era. No tuvo verdadera importancia hasta los tiempos de Hammurabi, que hizo de ella la capital de su reino. Su auge se ha atribuido a esta circunstancia y a la desviación del canal del Eufrates desde Kish con el consiguiente aumento de su importancia estratégica y comercial. Su dios Marduk era adorado en todo el Próximo Oriente. Sus comerciantes se hicieron poderosos. Destruida por el monarca asirio Senaquerib en 689 a. de J.C., fue reedificada. La nueva ciudad fue aún más esplendorosa, particularmente durante el reinado de Nabucodonosor. Se hallaba rodeada por varias líneas de murallas y se extendía por las dos márgenes del río, unidas por puentes. Poseía palacios grandiosos. En ella se erigieron soberbios templos a los dioses Marduk e Ishtar, además del llamado Bel-Etemenanki, identificado a veces con la Torre de Babel. Los grandes edificios eran de ladrillo, ricamente coloreados. Cerca de uno de los palacios reales se encontraban los famosos Jardines colgantes.
La ciudad fue tomada en 539 por Giro el Grande de Persia. Luego, con los restos del Imperio Persa, cayó en manos de Alejandro, que moriría en ella el año 323 a. de J.C. Los seléucidas, sucesores de Alejandro, fundaron Seleucia, que heredó el comercio de Babilonia y gran parte de su población. Babilonia siguió siendo un centro religioso hasta finales del siglo II a. de J.C., pero perdió su antigua importancia política y comercial para quedar reducida a una aldea. Véase Arqueología, Mesopotamia.
