Relato novelesco de origen oriental llegado a través de Bizancio a los países cristianos. Se cree que la versión más inmediata fue escrita por un monje del convento de San Sabas, próximo a Jerusalén, a principios del siglo vii. En opinión de Menéndez Pelayo, el autor no se propuso escribir la vida de ningún santo en particular, sino simplemente un libro que moviera a devoción. Para ello utilizó la leyenda de Buda. Un astrólogo predice a su protagonista Josafat, hijo de un rey al igual que Buda, que alcanzará la gloria, no en su reino, sino en el cielo. Después de tropezar en sucesivas salidas con las miserias humanas en las personas de un ciego, un leproso y un viejo decrépito, encuentra a Barlaam, misionero que le instruye en la verdadera religión. A semejanza de Buda, renuncia a los placeres, se entrega a la contemplación y gana fama de santo. El autor hace luego una exposición del Cristianismo y se entretiene en una controversia o comparación de éste con las religiones paganas. El éxito e influjo de la obra resulta incluso superior a los de Calila y Sendebar. Sus ejemplos se inincluyen desde muy antiguo en las obras ascéticas. De la «controversia» saca Judá Leví la apología de la religión hebraica y Lulio y Don Juan Manuel la de
la cristiana. En la obra se inspiró Boccaccio para su cuento Los tres anillos y Lessing para su drama deísta Natham el Sabio. Sus ecos se advierten incluso en La vida es sueño de Calderón.
Actualizado: 23/07/2015
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