El búlgaro es una lengua flexiva perteneciente a la rama suboriental eslava del tronco indoeuropeo, estrechamente vinculada al ruso. En su forma moderna es una evolución del antiguo búlgaro o, como se denomina a veces, antiguo eslavón o eslavón eclesiástico. La lengua primitiva resulta a todas luces no balcánica. Por su gramática es totalmente diferente a las demás lenguas eslavas y ofrece en cambio sorprendente paralelismo con muchas de las lenguas románicas del oeste de Europa. El búlgaro moderno ha prescindido casi enteramente de los casos, que se reducen al nominativo, circunstancia que no se presenta en ninguna otra lengua eslava. El uso del artículo determinado y la carencia de infinitivos son también rasgos peculiares, ya que, si bien otras lenguas balcánicas poseen una u otra de esas características, ninguna reúne las dos al mismo tiempo como el búlgaro. Éste ha evolucionado separadamente, por lo que rara vez coincide con las lenguas vecinas o presenta con ellas rasgos comunes. Bien es verdad que en sus frases primitivas muchas lenguas eslavas presentaron caracteres que luego desarrolló cumplidamente el búlgaro. En su vocabulario aparecen muchos elementos exóticos, en forma de palabras griegas, turcas, rumanas y albanas, así como locuciones tomadas directamente del francés, alemán y ruso. Su alfabeto es el llamado cirílico. Véase Cirílico, Alfabeto.
La moderna literatura búlgara comienza con los escritos del Padre Paisij, que en 1762 emprendió la tarea de componer una Historia de los Búlgaros Eslavos. La literatura anterior al siglo xix consistió principalmente en la escritura y refundición de leyendas, traducciones de mitos y epopeyas griegas y obras teológicas. En el siglo xix los escritores evolucionaron hacia una literatura encaminada a la solución de los problemas sociales. Semejante tendencia subordinaba la vida del artista a los acontecimientos político-sociales del momento. Autores sobresalientes de este tiempo fueron Christo Botev (1847-76), el gran poeta nacional que murió en lucha con los turcos, Pencho Slaveykov (1827-95) y Lyuben Karavelov (1837-79). Fueron escritores de mérito que triunfaron en su objetivo supremo: la liberación de su país del yugo turco (1876-78). Tras esta revolución, los escritores pudieron sentirse desligados de sus deberes políticos, aunque no por ello disminuyera la inmensa popularidad de la literatura realista. Ivan Vasov (1850-1921), el amado y bien dotado escritor posrevolucionario, profundizó en la vida búlgara anterior y posterior a la Revolución y combinó el dato histórico con el detalle contemporáneo. En su conjunto, la literatura del siglo xx es realista, aunque no falten muestras simbólicas o místicas. Aparece un tanto impregnada de la melancolía y ternura expandidos por la literatura rusa. Entre los escritores modernos figuran Iordan Iovkov (1884-1938) y Dobri Nemirov (1882-1945), novelistas de la vida del campo.
