(1226-85). Rey de Nápoles y Sicilia, hijo menor de Luis VIII de Francia. En 1246 fue titulado Conde de Anjou y, con su casamiento, Conde de Pro venza. Acompañó a su hermano Luis IX (San Luis) en la cruzada a Egipto (1248) y cayó con él prisionero de los musulmanes. Una vez libertado, volvió a Provenza (1250). En 1265 aceptó del papa Clemente IV la corona de Nápoles y Sicilia y dirigió una «cruzada» contra su verdadero poseedor, Manfredo de Hohenstaufen, que fue derrotado y muerto (1265) en Benevento. Dos años después, Conradino de Suabia, sobrino de Manfredo, intentó el desquite, pero fue derrotado en la batalla de Tagliacozzo. Conradino fue capturado y ejecutado. Véase Luis VIII; Luis IX; Manfredo de Hohenstaufen.
Carlos se convirtió en uno de los más importantes monarcas de Europa. A sus antiguos títulos añadió los de senador de Roma y vicario imperial de Toscana. Ejerció notable influencia sobre su sobrino Felipe III de Francia. Pero su ambición era tan grande como su crueldad. Soñaba con restaurar el Imperio Latino de Constantinopla. En 1282, mientras preparaba una expedición con tal propósito, estalló el motín popular conocido en la historia por las Vísperas Sicilianas, en que los sicilianos mataron a todos los franceses establecidos en la isla y se colocaron bajo la protección de Pedro III de Aragón. Ni Carlos ni sus sucesores angevinos pudieron nunca recuperar Sicilia. Sin embargo, continuaron gobernando en Nápoles hasta el año 1435. Véase Sicilias, Reino de las dos; Vísperas sicilianas.