El procedimiento general utilizado en la determinación de los costos unitarios que servirán de base a las decisiones adoptadas consiste en prorratear o repartir proporcionalmente los costos totales entre las unidades de producción. Para este reparto proporcional suelen tomarse como base lotes del producto acabado o las diversas operaciones de fabricación. La elección de una base de reparto para una empresa determinada depende de la clase de información que se desee obtener y de la naturaleza del proceso de fabricación.
Por ejemplo, un contratista que fabrique viviendas de diferentes características atribuirá probablemente los costos de producción a cada casa por separado. Esta clase de sistema de contabilidad de costos, que consiste en tomar como punto de referencia cada lote o cada unidad individual del producto acabado, suele denominarse sistema de «atribución al pedido» o de «atribución a la orden de trabajo». Se utiliza principalmente por las empresas que elaboran artículos según requerimientos específicos indicados por el comprador, en tal forma que cada producto acabado se distingue fácilmente de los restantes.
En otras clases de empresa, las unidades del producto final resultan tan idénticas entre sí que resulta difícil distinguirlas. Esto resulta especialmente cierto en una producción de tipo continuo, como es la del cemento; la caliza y las restantes materias primas circulan ininterrumpidamente de una operación a otra para producir un flujo continuo del producto acabado. El costo unitario para cada operación se determina dividiendo el costo total de cada una de ellas entre el número de unidades elaboradas. Los costos unitarios totales se establecen sumando los costos unitarios de las diversas operaciones. Este procedimiento es el denominado de «atribución a la operación» o de «coste de fabricación».
La distinción entre los dos sistemas citados reside en la forma de distribuir los costos. Pero los sistemas de contabilidad de costos pueden clasificarse también en «históricos» y «presupuestarios». En el primer caso sólo se utilizan cifras reales, pero puede resultar conveniente comparar los costes reales con cálculos previos. En tales casos se utilizan costes aproximados o «standard», calculados con anterioridad al proceso productivo y consignados en los documentos contables junto a los costos reales. La diferencia entre éstos y los costos standard se recoge en cuentas especiales, destinadas a apuntar la causa posible de tales desviaciones de los cálculos. Por ejemplo, esas diferencias pueden aparecer como consecuencia de «variaciones en los precios materiales» o de «variaciones en las cantidades materiales». Estos sistemas resultan particularmente eficaces para determinar el rendimiento del proceso.