En las etapas que preceden a una crisis se abusa del empleo de títulos de crédito. Como los bancos se encuentran en una tensa posición crediticia, algunas personas pueden verse imposibilitadas de obtener un crédito en el que confiaron para atender al pago de una letra y el sistema se ve abocado a la crisis. La quiebra de varias compañías importantes puede provocar la de muchas otras empresas que les han concedido crédito y que no pueden mantener su liquidez ante el elevado costo de los préstamos o la total imposibilidad de obtenerlos. Estas pérdidas afectarán a bancos y banqueros, quienes, mermado su optimismo, reforzarán las políticas restrictivas. Todo ello produce despido de empleados, disminución de ingresos y bajas en la demanda. La caída de precios da a las expectativas una orientación pesimista. Los empresarios cancelan sus pedidos, con lo que contraen aún más la producción. Los índices de salarios y los precios de las materias primas, retrasados con respecto a la baja general de precios, suponen una pesada carga para los costos; los fabricantes, enfrentados con la disminución de la demanda y del precio de venta, no desean producir artículos que se les acumularán en el almacén. El paro se intensifica.