En la mar bravía, con viento en popa,
un grumete valiente surcaba el mar,
con sueños de gloria y un porvenir,
pero la muerte le vino a encontrar.
Joven y audaz, con alma de acero,
en el mástil se alzaba con gallardía,
pero el destino cruel le arrebató,
dejando en su estela una triste melodía.
Sus ojos, como luceros brillantes,
conquistaban el horizonte sin cesar,
pero un naufragio inesperado,
su vida en el océano hundió sin piedad.
Oh, grumete valiente, tu partida es cruel,
pues en ti descansaba la esperanza,
en tus manos se tejían sueños de gloria,
que ahora quedan truncados en tu ausencia.
Tu memoria quedará grabada en cada ola,
en cada barco que surque los mares,
tu nombre será susurrado por el viento,
recordando tu valor y tus pesares.
Descansa en paz, joven marinero,
tu alma navegará por siempre en el mar,
y aunque la muerte te haya arrebatado,
tu espíritu vivirá en cada puerto y cada zarpar.
Elegía por un grumete que al mar se entregó,
un héroe anónimo que al océano perteneció,
hasta el último suspiro, luchó con bravura,
y hoy su recuerdo nos llena de ternura.
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