La vegetación varía extraordinariamente de uno a otro extremo del mundo antillano y, en algunas islas, conserva su frondosidad tropical, pese a las talas efectuadas desde los primeros tiempos de la colonización.
Destacan las plantas trepadoras y los árboles gigantes como la palmera real, el cedro y la caoba. Su insularidad ha favorecido el desarrollo de formas endémicas, como el ágave continental, del que hay medio centenar de variantes propias en las Antillas. Sin embargo, un tercio de la flora actual procede de la importación de los europeos, incluso algunas formas que tradicionalmente se consideran como típicas de estas islas; tales son el cocotero, el bananero, el árbol del pan, el tamarindo y muchas más.
La fauna es muy pobre y faltan la mayoría de los mamíferos americanos; únicamente en la isla de Trinidad hay algunos (simios y osos hormigueros). El mamífero de mayor tamaño es el agutí sudamericano.
Faltan también la mayoría de las serpientes venenosas, aunque abundan los caimanes. Por el contrario, la abundancia y variedad de pájaros es considerable. No faltan tampoco los habituales insectos de los medios tropicales.