Se emplea principalmente como combustible, en el gas de agua y el gas pobre, o como reductor de los óxidos metálicos para obtener los correspondientes metales (v. Gas, Fabricación del; Mena, Reducción de la). Se utiliza también en la preparación del cloruro de carbonilo o fosgeno, COCI2, que a su vez sirve para la síntesis de algunas materias colorantes y otros productos. En condiciones adecuadas, el óxido de carbono reacciona con el agua para dar metanol o alcohol de madera, CH3OH, otro valioso producto industrial.
Aspectos médicos. El óxido de carbono se combina con la hemoglobina de la sangre más fácilmente que el oxígeno, la inutiliza como portadora de oxígeno y origina asfixia (v. Asfixia). Los envenenamientos por óxido de carbono son conocidos desde antiguo; los griegos y los romanos lo usaban para ejecutar criminales. Si la exposición al gas no ha sido demasiado larga o su concentración no muy alta, la recuperación de los envenenados es buena; la terapéutica de urgencia aconseja retirar al paciente de la zona peligrosa y practicar la respiración artificial.