Por su gran poder disolvente se emplea en la extracción de grasas y en la limpieza en seco, porque además seca rápidamente. Es útil como extintor de incendios, especialmente en los de origen eléctrico, aunque debe manejarse con cuidado por la posible formación de fosgeno. Tiene un empleo limitado como insecticida y antiguamente se utilizó para combatir la anquilostomiasis.
Aspectos médicos. En sus aplicaciones como parasiticida ha sido sustituido por otros productos. El tetracloruro de carbono es irritante para la piel y la mucosa intestinal y puede producir graves intoxicaciones si se ingiere o inhala en cantidades excesivas. En grandes concentraciones provoca accidentes mortales de tipo cardiaco o circulatorio por su acción depresora sobre el sistema nervioso central.