El alcohol es un antiséptico importante, así como un agente eficaz para calmar dolores de cabeza y prevenir las llagas producidas por largas permanencias en la. cama. Aplicado en friegas sobre la piel, actúa como un contrairritante suave que proporciona algún alivio en trastornos como el lumbago y el reumatismo muscular.
Aunque apenas existe desacuerdo acerca del valor del alcohol para usos medicinales externos, no están bien definidas sus indicaciones para uso interno. La existencia de agentes anestésicos mucho mejores y el mínimo margen entre las dosis anestésica y letal del alcohol han condenado el uso de éste como anestésico en las operaciones quirúrgicas. Cantidades pequeñas o moderadas de alcohol pueden ayudar a conciliar el sueño, estimular la digestión o provocar la transpiración en catarros y enfriamientos; pero para todos estos propósitos se dispone de agentes mejores y menos susceptibles de producir hábito. Véase Alcoholismo.