• « En cierta ocasión, a sugerencia de un amigo, cocinó un pavo con el relleno embutido entre la carne y la piel, y no en la cavidad de las tripas. Parecía que el pavo tenía puesto un grueso abrigo; pero, para sorpresa del cocinero, allí le cupo más relleno. Y no sólo eso, sino que el relleno sirvió para que la pechuga no se cociera en exceso, y para que la piel quedara crujiente y de color dorado rojizo. »