El texto cuenta que durante un viaje en avión, el compañero de asiento de la persona que escribe, confundió el botón para llamar a la aeromoza con el que enciende la luz para leer. El hombre insistía en presionar el botón equivocado y se disculpó diciendo que no podía distinguir los dibujos en los botones, lo que confundía a la aeromoza.