• « Sin levantarse, el perro me miraba a los ojos y movía la cabeza de un lado a otro. Lo hacía con tal seriedad, que yo me echaba a reír con ganas y olvidaba mis preocupaciones. »
• « Una noche me llevé a casa mi jerga y le cosí un encaje negro alrededor del borde. Cuando renuncié al empleo, un año después, todavía tenía el mismo trapo. No sólo nunca desapareció, sino que si lo olvidaba en algún lugar, regresaba a mí de inmediato. »