El texto explica que, al igual que nuestros antepasados, algunas personas corren sin zapatos o con sandalias muy delgadas. Esto les obliga a correr de manera ligera, dando pasos cortos y rápidos y aterrizando en la parte delantera del pie para absorber el impacto, en lugar de dar zancadas y golpear el talón, como hacen la mayoría de los corredores que usan zapatos con suelas gruesas.