• « De apetito insaciable, el demonio de Tasmania come lo mismo carroña que presas vivas, por las cuales compite con sus congéneres en encarnizadas batallas en las que lanza los aullidos estridentes que le han valido su nombre de "diablo". Al menor descuido es capaz de devorar otros ejemplares de su especie e incluso sus propias crías. »