Artículo enciclopédico: historia de Colombia
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historia de Colombia

 


historia de Colombia
  1. Epoca pre-colombina. Los chibchas.


    Los indígenas que desarrollaron en Colombia la civilización anterior a la llegada de los españoles habitaban las altiplanicies de Cundinamarca y Bogotá y se llamaban a sí mismos «muzca-ceha», que significa «cuerpo de cinco extremidades», es decir, «hombres». Hablaban una lengua cuyo grupo lingüístico estaba difundido por Centroamérica y Ecuador. Su civilización era la más desarrollada después de la de los maya y nahua. Estaban gobernados por cinco caciques provinciales, hereditarios. La ciencia moderna ha podido reconstruir algo de su historia remota y se sabe que un héroe indígena, Saguanmachica, vivió a mediados del siglo xv y que le sucedió en 1490 el gran conquistador Nemequene. Cada jefe local llevaba el nombre de la ciudad correspondiente a su Estado. Se dividían en clases sociales (sacerdotes, guerreros, comerciantes, artesanos, labradores) que dominaban sobre un estrato de vencidos, nómadas, de cultura inferior. Cada clase tenía su código de leyes propio y, al pasar de una a otra, un individuo cambiaba de leyes. Según Frazer, los reyes chibchas se consideraban dioses. El nombre de «chibcha» deriva del de su dios Chibchacum.

    Bogotá, la mayor ciudad del reino, tenía unos 20000 h. Las casas eran de planta redonda y techo piramidal, se trabajaba poco la piedra y abundaban las esculturas zoomorfas. Reverenciaban a Bochica, semidiós solar, benéfico; al ser supremo llamaban Chiminagua. La diosa Batchué, «madre del género humano», protegía los trigos. Ari, el Prometeo chibcha, formó al hombre. Un semidiós llamado Garanchacha, hijo del Sol, había anunciado la llegada de guerreros blancos, profecía que existía también entre aztecas y peruanos. Los cadáveres eran embalsamados y se creía en castigos o premios, en la vida de ultratumba. La civilización «chibcha» o «muisca» puede clasificarse entre las muy desarrolladas de la América indígena.



    Periodo de la Conquista.


    Los primeros españoles que vieron las costas de Colombia fueron Alonso de Ojeda (1499-1500), que acompañó a Colón, Juan de la Cosa y Américo Vespucio, que recorrieron el N de Venezuela y llegaron hasta la Península de la Guajira, primera parte del país en ser descubierta. En 1501 Rodrigo de Bastidas descubrió las bocas del río Magdalena y la bahía de Cartagena, acompañado del propio Juan de la Cosa. En su cuarto viaje, Colón recorrió el litoral panameño hasta Portobelo. La primera carta del litoral fue levantada por Juan de la Cosa entre 1492 y 1510. En 1511 Vasco Núñez de Balboa descubrió el río Atrato y contempló las aguas del Pacífico desde la Sierra de Darién. En 1522 Pascual de Andagoya, descubridor del Perú, llegó por el Pacífico hasta las bocas del río San Juan. Los españoles invirtieron unos veinte años en explorar las costas colombianas, fundaron varias ciudades y factorías y después avanzaron hacia el interior del país, que, por la fama de las fabulosas riquezas que contenía, recibió el nombre de El Dorado. Este nombre tenía una cierta base en la ceremonia efectuada por los caciques indígenas, que, al ser elegidos, se bañaban en la laguna de Guatavita después de espolvorearse con oro molido.

    Muchos fueron los exploradores del interior de Colombia: de 1529 a 1531 el alemán Ambrosio Alfínger bordeó el lago de Maracaibo y exploró los ríos Magdalena y Lebrija. En 1533 Pedro de Heredia exploró la llanura del Sinú y llegó hasta Antioquia. El alemán Jorge de Spira (Spier), entre 1533 y 1539, penetró en los llanos de San Martín, en lo que le imitó su paisano Nicolás Federmann, quien, recibiendo noticias del reino de los muiscas dé la meseta, escaló la cordillera y penetró en la sabana de Bogotá, donde se encontró con Gonzalo Jiménez de Quesada que ya la había ocupado. Quesada compró la neutralidad del explorador alemán dándole dinero e incorporando a sus hombres. Los alemanes hacían la competencia a los españoles en estas exploraciones desde que Carlos I, para pagar deudas a sus banqueros, los Fugger, les había cedido derechos a explorar en las Indias. También Sebastián de Belalcázar tropezó en Bogotá con Quesada y quedó decepcionado, aunque logró avenirse con él. Es, pues, Gonzalo Jiménez de Quesada el verdadero conquistador de Colombia (1536-40). Le enviaba el gobernador de Santa Marta, Lugo. El conquistador remontó el río Magdalena (orilla derecha) y realizó una difícil travesía, con sólo 200 hombres y 60 caballos. Al llegar a Chipatá, después de cruzar las serranías del Atún, habían muerto ya muchos; emprendieron luego los exploradores su itinerario por Chunila, Chimiquica, Clureguana y Tamalameque. Cruzaron los ríos César, Lebrija y Sogamoso. Llevaban bergantines para aprovechar la parte navegable de los ríos y no se ahorraron trabajos y esfuerzos en aquella tierra desconocida. Al llegar a la hoya de Saravita torció Quesada su rumbo hacia el Sur, bordeó el lago de Fúquene y pasó por Gachetá y Lenguazaque y, después de explorar otros muchos puntos, llegó a Bocatá (nombre del que se derivó Bogotá), capital del antiguo Estado indígena donde residía el gran cacique. Los españoles quedaron asombrados ante el aspecto de las casas de la capital, cuyas puertas estaban guarnecidas de oro. La llanura de Bocatá se llamó entonces «Valle de los Alcázares». Abundaban también las piedras preciosas. El territorio fue designado con el nombre de Nuevo Reino de Granada, patria del conquistador. A la capital se le dio el nombre de Santa Fe, granadino también, que lo tomaba del campamento mandado reconstruir por Isabel la Católica en la Reconquista. Los indígenas ofrecieron escasa resistencia, pues estaban espantados del aspecto desconocido de los recién llegados, de sus caballos, sus barbas y las detonaciones de sus armas de fuego, tres cosas que los indios no habían visto jamás. Al aproximarse los españoles, el zipa (soberano) envió 600 hombres para cortarles el paso, pero los españoles los derrotaron y persiguieron hasta Cajicá, donde estaba el zipa, y prosiguieron después hasta Chía, donde se hallaba el príncipe heredero, que huyó. Los españoles pasaron allí la Semana Santa de 1537.

    Había en Colombia un Estado indígena rival del de Bocatá, el de Tunja, gobernado por un soberano llamado zaque en la lengua del país. Ocupaba el trono a la sazón el zaque Quimuinchateca, hombre de carácter tiránico, que poseía sentido político pero había matado al padre de uno de sus gobernadores. Éste indicó a los españoles el modo de llegar a la corte del zaque, para vengarse de él, cuando estaban explorando la región de Baganique. Quesada emprendió la marcha con poco más de 50 hombres mitad jinetes y mitad infantes. El zaque envió una embajada suplicándoles que se detuvieran, pues quería ocultar sus tesoros. Pero los españoles, que sabían que el zipa había escondido sus riquezas, no quisieron que el zaque hiciese lo mismo y continuaron el avance. En el río Chicamocha recibieron una segunda embajada que les ofreció mantas de rica tela y objetos de oro y pedrería. La capital del zaque (región de los muiscas) era la más rica del país y se llamaba Hunza (moderna Tunja). En ella había varios caciques, como el de Mauquetá, Tundama y el famoso de Guatavita o «el Dorado», que se bañaba en la laguna espolvoreado con oro. El zaque escondió sil tesoro en una gruta, pero los españoles le hicieron prisionero y no tardaron en descubrirla. Aunque Quesada puso en libertad al cacique, tratándole con más generosidad que Pizarro al Inca, el soberano, desposeído de su reino, murió de tristeza.

    Luego volvió el conquistador a la sabana para fundar Santa Fe de Bogotá (1538). En 1537 otro explorador, Francisco César, saliendo de San Sebastián de Urabá, exploró la Sierra de Abibe. Al año siguiente repitió la exploración con Juan de Vadillo remontando el río Cauca, pero perdió la vida y Vadillo, siguiendo hacia el S, llegó hasta Cali, donde estaba un comisionado de Belalcázar, Jorge Robledo, para fundar algunas poblaciones en el Valle del Cauca, que exploró también este último. En 1540 Andagoya se encontró a su vez con Vadillo. Fracasó al intentar explorar también el S el alemán Felipe de Utten. En 1542 Hernán Pérez de Quesada, hermano del conquistador, salió de Bogotá por Tunja, cruzó las montañas de Labranzagrande y llegó a Casanare. Prosiguió la marcha hacia el S no obstante el obstáculo de las altas montañas y llegó a Sebundoy y Pasto para regresar después a Bogotá. En 1541 Francisco de Orellana recorrió parte del territorio colombiano navegando por el alto Amazonas (Marañón), cuyo descubrimiento había de hacer famoso su nombre. Quesada hizo una segunda exploración de 1569 a 1571 y, llegando hasta San Fernando de Atabapo, regresó a Bogotá. Los exploradores de Colombia no fueron, sin embargo, tan afortunados como Cortés y Pizarro y tuvieron muertes desgraciadas.

    A fines del siglo xvi la dominación española estaba ya sólidamente establecida en Colombia y el país estaba explorado. Las principales ciudades que fundaron los españoles allí, por orden cronológico son las siguientes: Santa Marta (1525), Cartagena de Indias (1533), Cali (1536), Popayán y Bogotá (1538), Pasto y Tunja (1539), Cartago (1540), Antioquia (1541), Tamalameque (1544), Río Negro y Riohacha (1545), Pamplona (1549), Ibagué (1550), Barranquilla (1629), Girón (1631), Medellín (1674) y Socorro (1681). Muchas de ellas no prosperaron y fueron destruidas por los indígenas. Es tarea muy importante del historiador de América documentarse sobre estos esbozos de ciudades que constituyen uno de los aspectos prístinos más interesantes de la colonización española.

    El país fue dividido en provincias. Los territorios de Santa Marta, Cartagena, Nuevo Reino de Granada y Popayán dependían de la Audiencia de Santa Fe. En 1564 el territorio fue erigido en Presidencia, en 1719 en Virreinato y otra vez, en 1740, en Presidencia. Al estallar las luchas de independencia, Bolívar cambiaría por completo no sólo la estructura territorial sino el mismo concepto de lo que fue más tarde Colombia. La Audiencia de Santa Fe fue creada ya en tiempos de Carlos I. Uno de los oidores o funcionarios de dicha Audiencia, Francisco Briceño, tenía el encargo de tomar juicio de residencia (información de su gestión gubernamental) al conquistador Belalcázar. Quesada, por su parte, se había distinguido tanto en la conquista que quedó prácticamente por encima de estas inspecciones; ocupaba al fin de su vida el cargo de alcalde perpetuo y tenía un fabuloso sueldo. Pero con la llegada de los jueces de residencia el periodo de la conquista queda liquidado. Los fallos de la Audiencia eran inapelables y sólo en asuntos civiles podían elevarse al Consejo de Indias. Los oidores no podían casarse en el territorio de su gobernación para no crear en él egoísmos de familia. Es pintoresco el caso del gobernador Armendáriz, que, residenciado después de arruinarse, sufrió el embargo de su jubón por el alguacil a falta de otros bienes. Armendáriz murió en España después de haberse ordenado sacerdote.

    En 1550 se fundaron en Bogotá los primeros conventos de franciscanos y dominicos. La Audiencia organizó expediciones para apaciguar las sublevaciones de indígenas y fundó poblaciones. Se distinguió en estas tareas el capitán Orzúa, que luchó contra los indios muzos. En el N luchó contra los indios chitarreros y en 1554 fundó la ciudad de Pamplona, en cuya montaña adyacente fue descubierta una mina de oro nativo en forma de pepitas. La Audiencia desautorizó a Orzúa en su propósito de emprender una exploración en busca de más oro y el capitán, resentido, se retiró a Santa Marta, donde le esperaban nuevos combates con indígenas rebeldes. Era sujeto de valor y guerrero infatigable el capitán Orzúa y sólo estuvo en contra suya el hecho de haber llegado tarde a la conquista. El papa Pío IV erigió el primer Arzobispado de Santa Fe, del que fue prelado Fray Juan de los Barrios; al mismo tiempo se iniciaron las obras de la Catedral. La Audiencia luchaba contra el egoísmo de los colonos, en los que provocó el descontento. El soldado Álvaro de Oyón se alzó en armas y fue ajusticiado.

    El gobernador Briceño fue residenciado en 1558 y, después de vista su causa, nombrado gobernador de Guatemala. El oidor Angulo disminuyó los tributos que pesaban sobre los indígenas, agitados por la sublevación de Lope de Aguirre en las tierras del Marañón. La historia del «loco Aguirre» pertenece más bien a la anécdota y se desarrolló principalmente en el territorio de Venezuela, pero la Audiencia de Santa Fe tomó parte en la persecución del resto de sus feroces soldados asesinos, los «marañones», de 1562 a 1563. Felipe II, que había visto en peligro su autoridad, decidió reformar algunas cosas de Colombia y suprimió la Audiencia creando la Presidencia. Sus funcionarios, los Presidentes, desempeñaban sus cargos siete años y ejercieron una labor humanitaria en su mayoría. Inaugura la serie de dichos Presidentes Andrés Díaz Venero de Leiva (1564-74), que fijó a los indios en residencias permanentes y se dice que construyó varios centenares de edificios públicos, escuelas primarias, y dio impulso a la navegación comercial por el río Magdalena. Fomentó las misiones y levantó una estadística total de los habitantes del territorio, en 1570. Envió las primeras patatas a España. Los visitadores reales ejercían a veces injusticias con los gobernadores. Después de 1584 volvió a quedar el territorio en manos de la Audiencia. En 1589 el nuevo residente Antonio González recibió orden de promulgar otra vez las Reales Cédulas en favor de los indios y realizó varias obras de ingeniería reconstruyendo la ciudad de Ibagué.

    En 1596 fue presidente Francisco Sande, muy riguroso, lo que le valió el apodo de Doctor Sangre, a quien pidió cuentas de su gestión el juez residenciador Andrés Salierna, de quien se vengó Sande diciendo que lo había sobornado. En 1598 el licenciado Manuel Ibarra inicia en Colombia una labor social regulando los jornales, la agricultura y los transportes para que los indígenas no tuviesen una condición inferior a los jornaleros de la metrópoli. Varias fueron las incursiones de los piratas franceses e ingleses. Cartagena había sido asaltada en 1544 y de nuevo en 1559. En 1586 la atacó Drake con una gran flota que logró rendirla algún tiempo. La paz entre Felipe II y Enrique IV de Francia puso una tregua a estas hostilidades. En 1605 fue muy eficaz la presidencia ejercida por el Duque de Gandía, Juan de Borja, que reglamentó la instrucción pública y tuvo la curiosidad, rara en sus tiempos, de ordenar componer una gramática de la lengua chibcha, cosa que los párrocos necesitaban para ser entendidos por sus fieles que no sabían el castellano. En Cartagena estableció Borja el tribunal de la Inquisición. El presidente Girón (1630), que carecía de simpatía, fue residenciado y condenado a multa, pero había terminado las fortificaciones de Cartagena de Indias. En 1637 subió al cargo Martín Saavedra y Guzmán, que inició la construcción del Puente Grande sobre el río Funza. Los jesuítas y los dominicos pleiteaban sobre el privilegio de fundar una universidad con el legado del acaudalado Gaspar Núñez. Perdieron el pleito los jesuítas, pero obtuvieron autorización para fundar otra universidad: la de San Francisco Javier.

    Tan buena fue la gobernación de Fernández de Córdoba, marqués de Miranda, que, al ir a dimitir, el cabildo de la capital pidió al Rey que no aceptase la dimisión. Las labores benéficas toman incremento en esta época con varios donativos de los gobernantes para dote de niñas pobres. En 1654 vuelve a haber ataques piráticos y en 1668 se hizo una expedición contra los indios carares que atacaban algunos centros urbanos. En tiempos de Carlos II el Hechizado se refleja en el territorio colombiano el desorden que reinaba en la metrópoli, produciéndose rivalidades y discusiones entre Presidentes y Oidores. Intervino de mediador, sin resultado, el Obispo de Popayán. En 1679 llegó de España el juez Francisco Castillo de la Concha, que comenzó a trabajar para la solución de aquellos conflictos. Su sucesor Gil Cabrera trató de prohibir el uso de la chicha, planta estupefaciente, pero tuvo que desistir de su intento ante las protestas que suscitó. Es más fácil hablar, como hace la «leyenda negra», de la corrupción de nuestros gobernadores en las Indias que demostrarla. Gil Cabrera fue multado por haber hecho obras en su casa particular a cuenta del tesoro público.

    En 1702 se produjo una epidemia de viruela que ocasionó más de 8000 víctimas en Bogotá. Las piraterías extranjeras, que habían proseguido durante todo el siglo xvii, tomaban a veces aspecto de batallas campales. El presidente Diego de Córdoba Lasso de la Vega (1703-12) se instaló en la costa por este motivo, como si España hubiese estado en guerra abierta con las potencias que le enviaban sus corsarios. En esta época se inicia una auténtica corrupción de cargos públicos que armoniza tristemente con la decadencia inicial de España- bajo Felipe V, pues por falta de numerario se vendían algunos cargos a nobles influyentes. Los virreyes se nombraban por cinco años con sueldo de 60000 pesos al año. En 1740 fue nombrado el primer virrey, Sebastián de Eslava, en cuya época fue rechazado el ataque del inglés Vernon sobre las costas colombianas, en que el enemigo perdió su artillería. Eslava pacificó el Darién y emprendió obras públicas, especialmente caminos. Su sucesor Alfonso Pizarro, regularizó el monopolio de bebidas alcohólicas y envió misiones a los indios goajiros. Las rebeliones de tribus indígenas eran constantes, aunque ello no representaba un peligro para la soberanía española, peligro que debía venir más adelante de otro lado. Uno de los mejores virreyes del siglo xviii en Colombia fue José Soíís Folch de Cardona, que contribuyó, a expensas propias, a la construcción del acueducto de Aguanueva para la capital e impulsó también con la mejor intención la construcción de caminos. Hombre austero que ocultaba su severidad bajo un aspecto exterior amable, legó sus bienes a los pobres y, después de renunciar a su cargo, tomó el hábito de San Francisco.

    El espíritu progresivo del «siglo de las luces» se manifiesta, en tiempos de Carlos III, con el Virrey Pedro Messía de La Cerda, que fundó la fábrica de pólvora de Bogotá y gestionó el tráfico libre con los puertos para desarrollar el comercio, medida que no fue posible aplicar. Las restricciones comerciales eran uno de los peores males que paralizaban la prosperidad de aquellas colonias. Tuvo que cumplir el decreto de expulsión de los jesuítas, dado por su soberano, que perjudicó la colonización interior de Colombia y dejó abandonadas más de cien reducciones de indios. El virrey Manuel Guirior, atento a la reforma del clero en el territorio, convocó un Concilio Provincial, presidido por el Obispo de Cartagena; dio impulso a las misiones y pactó una paz con los indios goajiros. En 1777 fundó una biblioteca pública con los libros confiscados a los jesuítas, amén de una cátedra de Matemáticas. A fines del siglo xviii comienza a manifestarse el espíritu de iniciativa de la clase de los criollos, que más tarde serán los precursores de la Independencia.

    Durante el virreinato de Manuel Antonio Flórez se sublevaron los llamados «comuneros» (.1779-81) debido al aumento de los impuestos. Los gobernantes aterrorizados llegaron a conceder a los indios el derecho a ocupar destinos públicos, pero después reprimieron el movimiento. La inquietud popular tenía causas indirectas en la expulsión de los jesuítas. La insurrección de los comuneros aparece históricamente desligada del movimiento de independencia que hubo más tarde, pero puede considerarse un antecedente psicológico de la misma. El virrey Flórez subrayó el fin de la contienda con un indulto general. Después del breve virreinato de Juan de Torresal y del Arzobispo Caballero se registra un incremento de la minería, que se emprende con preparación científica, colaborando en ello el geólogo De Elhúyar, de nacionalidad española. Caballero tenía un vasto plan de reforma social para eliminar el pauperismo, proyecto que no se pudo aplicar íntegramente. De 1789 a 1797, José de Expeleta logró aumentar las rentas públicas sin recargar los tributos, fundó una Escuela de Medicina e hizo obras de urbanización en Santa Fe, pero no pudo lograr de la metrópoli franquicias para el comercio. Las ideas de la Revolución Francesa fueron difundidas en Colombia por Antonio Nariño, que tradujo Los Derechos del Hombre.

    Hubo conatos de sedición y procesos, mientras Nariño era condenado a presidio, del que logró evadirse. En 1799 se puso en libertad a los encartados. El virrey Pedro Mendinueta (1797-1803) prosiguió impulsando la minería, hizo un censo de habitantes y protegió las ciencias fundando un Observatorio Astronómico, pero no pudo reprimir el malestar creciente que hacía presentir ya la tormenta que se avecinaba. Nariño había regresado y por mediación del Arzobispo se entrevistó con el Virrey hablándole de sus planes de Independencia. El Virrey, comprendiendo la situación de Nariño, le indultó dando ejemplo de rara moderación. El último virrey de Colombia fue Antonio Amar y Borbón. El espíritu ilustrado del siglo xviii se había desarrollado en el país, que estaba maduro para la Independencia. Sabios como Celestino Mutis, el ilustre botánico y otros, lo habían elevado a rango digno de figurar entre los países cultos. Se publicaban numerosos periódicos y se recibían otros de España en que bullía el espíritu de la ilustración. Se produjo, pues, en Colombia el mismo fenómeno que en las demás posesiones españolas de América: la crisis de la Independencia se planteó a raíz de la invasión napoleónica en la metrópoli, del «Dos de Mayo» de 1808 y de la batalla de Bailón.

    Los conflictos comenzaron cuando el comisionado español enviado a Colombia en 1808 notificó que sólo se le concedía un diputado para representar sus derechos en las Cortes. Fue insuficiente la medida tomada por el Rey de conceder títulos de nobleza a familias colombianas. Lo que la opinión pedía era algo más que un simple gesto de cortesía. El Cabildo de Bogotá pidió facultades para organizar la defensa del país. El 29 de enero de 1809 los colombianos declararon oficialmente a España que no se consideraban colonia sino parte integrante de la monarquía y reclamaban ser representados mediante diputados. España acordó elevar a 26 el número de diputados americanos, pero la revolución no pudo ya detenerse. Varios sucesos sangrientos en distintos lugares desembocaron en la rebelión abierta del 20 de julio de 1810, en que al grito de «mueran los chapetones» los sublevados exigieron al Virrey que autorizase una junta revolucionaria (cabildo abierto). El Virrey se negó, pero la junta se reunió de todos modos, secundando el ya clásico ejemplo de Francia en los Estados Generales de 1789. Era proclamar el principio de soberanía popular, pero además hubo excesos. La esposa del Virrey fue insultada en público y el Virrey, preso, mientras se producía el clásico periodo de anarquía inicial en las revoluciones. Cada población creó su Junta independiente y éstas rivalizaban entre sí con inexperto cantonalismo, mientras la consiguiente reacción incubaba en algunos puntos como Santa Marta y Popayán. El primer Congreso independiente reunido en Bogotá (diciembre 1810) se dividió en centralistas y federalistas, que triunfaron. Parece ser que, a pesar de todo, no se había roto, en principio, la obediencia a Fernando VII, rey de España. Nariño, el precursor, era enemigo de los federalistas. Erigido éste en dictador, estalló la guerra civil. Nariño ocupó Tunja, pero fue derrotado en Socorro. La paz no se firmó hasta que el ejército del Congreso puso sitio a Bogotá con unos 2000 hombres. Mientras tanto, el Gobierno español se disponía a recobrar los territorios donde había triunfado la Independencia. Los españoles ocuparon Pasto y Popayán, donde Nariño fue derrotado, preso y enviado a España. Aparece entonces en Colombia la figura del héroe más importante de la Independencia americana: Simón Bolívar. Se presentó en el Congreso de Tunja, marchó sobre Bogotá, que capituló en pocos días, pero de momento no consiguió rechazar a los españoles, que se mantenían en sus bases de Popayán y Santa Marta. La inoportuna ofensiva del rival de Bolívar, Castillo, contra el genial venezolano, permitió a los españoles ocupar Barranquilla y Mompós. Bolívar, temiendo ser mezclado en las rencillas cantonales, les abandonó a su suerte. Los españoles habían interceptado el material de guerra que desde el extranjero enviaban a Colombia los enemigos de la dominación hispánica en América. Bolívar libra, a partir de este momento, en Venezuela, las batallas que redundarán después en provecho de la independencia de Colombia.


    En esta nación, que seguía llamándose por entonces Nueva Granada, surgían ahora dificultades interiores en el Gobierno. Personajes como Torres y Madrid, se enzarzaban en luchas intestinas, tan estériles como peligrosas. Llegaba de España el general Morillo, con 10000 hombres, que pacificó provisionalmente a Venezuela, se apoderó del material de guerra de Cartagena y tomó medidas estratégicas hábiles. Los independientes encargaron de su defensa a su general Liborio Mejía, que murió guerreando contra los españoles, y Nueva Granada quedó de nuevo temporalmente sometida a España. La muerte de Boves (1814), que al servicio de la causa española había derrotado a Bolívar y Nariño el 6 de julio de 1814 con sus indomables guerrilleros, los «llaneros», facilitó el movimiento independentista. El ejército patriota, con Bolívar al frente, se lanzó sobre Tunja por sorpresa. Pocos días después el jefe realista Barreiro era derrotado en Boyacá (7 agosto 1819) y el Libertador entraba en Santa Fe, inaugurando el segundo periodo de la Independencia.



    La Gran Colombia.


    Al saber la victoria de Boyacá, el Virrey se retiró a la costa y los realistas abandonaron las nueve provincias del interior hasta Cúcuta y Pasto. Regresó Bolívar a Venezuela y el Congreso de Angostura declaró la unión de Nueva Granada a Venezuela. Los Estados Unidos de América del Norte fueron los primeros en saludar la independencia del nuevo Estado que surgía, llamado «Gran Colombia» (1820). Inglaterra también miraba con simpatía el movimiento. Una nueva expedición que se preparaba a embarcarse en España para luchar contra la independencia fue detenida en Cádiz por el pronunciamiento del general Rafael de Riego. Se firmó un armisticio que Bolívar aprovechó para reorganizarse. El 24 de junio de 1821 obtenía el Libertador la victoria decisiva de Carabobo. La ciudad de Cartagena, sin embargo, resistió a los independientes y no se rindió hasta el 1 de octubre. El 7 de setiembre anterior, el Congreso había elegido presidente a Bolívar, que marchó al S y se entrevistó en Guayaquil con Sucre y San Martín, entrevista en la que se decidió que Bolívar se dedicaría a acabar con los restos de la dominación española en el Perú. Entre tanto, surgieron en Colombia graves conflictos entre los gobiernos de Bogotá y Caracas. Regresó Bolívar tomando en manos de nuevo la presidencia. En 1827 se reunió una Convención para el año siguiente, en que volvieron a luchar centralistas y federalistas, que se separaron sin haber reformado la Constitución de 1821. En 1828 estalló contra el gobierno de Bolívar una conjuración y éste decidió abandonar el mando, lo que hizo en 1830 resistiendo las solicitudes del Congreso que aún deseaban su auxilio. Después de un breve regreso a la Presidencia, Bolívar volvió a retirarse. El 8 de mayo de 1830 Bolívar moría y a su muerte la Gran Colombia se disolvió. Sólo había durado once años.



    La República.

    Se constituyó entonces la República de Nueva Granada (1831), cuyo primer presidente fue el general Santander, procer de la independencia colombiana, verdadero padre de la patria, que había sido vicepresidente de la Gran Colombia. Volvió a la nación el territorio del Cauca a expensas del Ecuador. Numerosos federalistas querían alzarse con el mando. El coronel Neira conjuró el peligro, que le costó la vida. En 1841 se promulgó una Constitución conservadora y se permitió el regreso de los jesuítas. El presidente general Mosquera estableció una escuela militar (1845-49), preparó la obra del ferrocarril de Panamá, organizó la navegación a vapor por el Magdalena, fomentó la cultura e introdujo el sistema métrico. En 1849 subió el general José Hilario López, liberal, que introdujo el «cesantismo» de los empleados que pensaban con los gabinetes caídos, plaga muy española tanto como sudamericana del ochocientos. López siguió una política anticlerical y fomentó los clubs socialistas y anarquistas, revisó la Constitución de 1851 y descentralizó la Administración. La economía iba mal. En 1853 subió al poder el general Obando, que acabó proclamándose dictador, pero los conservadores lo rechazaron porque era sospechoso de asesinato. Bogotá fue tomado por los descontentos el 4 de diciembre de 1853. En las elecciones triunfó el gran escritor y político Mariano Ospina, que solucionó la cuestión de la deuda exterior. Las ideas federalistas triunfaron y durante la presidencia de Ospina (1857-61) se estableció la Confederación Granadina, que constaba de ocho estados soberanos. Los centralistas se alzaron y estalló la guerra civil, durante la cual terminó Ospina su mandato. Mandaban el ejército sublevado Mosquera y Nieto. El 18 de julio de 1861 Mosquera llegó hasta Bogotá después de mortíferos combates. Mosquera ejerció represiones y resucitó el conflicto religioso, pero aceptó al fin el título de presidente de los Estados Unidos de Colombia.

    El 8 de mayo de 1863 promulgó una constitución de tipo socialista, que nunca llegó a aplicarse y provocó una serie de revue.ltas. Mosquera era mejor guerrero que político y rechazó una invasión de los ecuatorianos. Sucediéronle Acosta (1867-68), Gutiérrez (1868-70), Salgar (1870-72) y Murillo (1872-74). Éste fundó el Diario Oficial y el primer telégrafo. Impulsó también el mercado del tabaco. Las violencias eran la constante de la política colombiana, alternando con las reformas, en este periodo, que contempló, no obstante, el desarrollo del Comercio y la Hacienda. Santiago Pérez, anticlerical, motivó en 1876-77 un movimiento del partido conservador y estalló una ruinosa guerra que terminó con una victoria del partido liberal después de muchas batallas. Colombia intervino en Quito (1877) para apoyar allí también a los liberales. El presidente Parra (1876-78) desilusionó a sus electores prometiéndoles la construcción de un gran ferrocarril que no llegó a realizar. Sucedióle el general Julián Trujillo (1878-80) y después Rafael Núñez (1880-82), que estableció buenas relaciones con España. La segunda presidencia de Núñez provocó un alzamiento liberal (1884-85), sofocado al fin. En 1886 una nueva Constitución extendió el periodo presidencial a seis años. Núñez fue reelegido aún en 1892, pero se retiró designando presidente interino a Carlos Holguín, jefe del Partido Conservador. Su sucesor Antonio Miguel Caro tuvo que reprimir una rebelión liberal (1895). Ante las elecciones, el partido conservador se fraccionó y fue elegido José Manuel Marroquín. Los liberales se sublevaron de nuevo en 1899 con apoyo del extranjero, enraizándose la lucha, con guerrillas, tres años y medio (batallas de Palonegro y Cúcuta).

    Comenzaba el siglo xx para Colombia con un panorama bastante triste. El 31 de julio de 1900, apenas sin dar respiro a la nación, estallaba una revolución militar. Marroquín, de nuevo en el poder, orientaba al país hacia una recuperación, aunque su gestión quedó oscurecida por la separación de Panamá (3 noviembre 1903), apoyada por los norteamericanos, que ayudaron en su levantamiento al gobernador Domingo de Obaldía, Tomás Arias y Nicanor Obarrio, todos provistos de cargos públicos. El presidente Roosevelt fue el promotor de aquel movimiento. Desde entonces la zona del Canal interoceánico ha quedado bajo la administración de los Estados Unidos y, Panamá fue reconocida como República por todas las potencias.

    El 7 de agosto de 1904 fue proclamado el general Rafael Reyes, que representaba una parte de la opinión conservadora, capaz de ejercer un notable restablecimiento de la nación. Amplió el periodo presidencial a diez anbs, pues el mayor mal que afligía a Colombia era la falta de continuidad de los gobiernos. La Constitución quedó, pues, modificada. Se concluyó el ferrocarril de los Andes hasta la capital, se fundaron escuelas nocturnas para obreros, incluso en pequeñas poblaciones; pero no tardó en estallar una revolución contra el general, con participación de los estudiantes. Reyes se expatrió, dejando como designado a Jorge Holguín, y en 1909 el Congreso eligió, para terminar lo que faltaba del periodo sexenal, al general Ramón González Valencia. En 1910 una nueva reforma constitucional redujo el periodo presidencial a cuatro años. Después 14 bis de nuevas luchas tomó posesión del gobierno Carlos E. Restrepo el 8 de agosto de 1910. Presidió hasta 1914.

    Le sucedió Concha (1914-18) y a éste Fidel Suárez (1918-21), que por renuncia fue remplazado por Jorge Holguín de 1921 a 1922. Pedro Nel Ospina presidió de 1922 a 1926 y Miguel Abadía Méndez de 1926 a 1930, todos ellos conservadores. En las elecciones de 1930 triunfó el liberal Enrique Olaya Herrera (1930-34), al que sucedió Alfonso López (1934-38). De 1938 a 1942 presidió Eduardo Santos, que construyó un oleoducto y amplió el puerto de Barranquilla. Declarándose no beligerante en la II Guerra Mundial y en franca colaboración con Norteamérica, rompió relaciones con las potencias del Eje y el Japón. En las elecciones de mayo de 1942 triunfó Alfonso López por mayoría liberal escasa. Se aprobó el Concordato con la Santa Sede. La guerra fue próspera para Colombia, pues los Estados Unidos absorbían la mayor parte de sus exportaciones. Con Venezuela se siguió la política de buena vecindad, pues ambas naciones tienen ríos comunes. Sin embargo, las pasiones políticas estaban tan excitadas que algunos conservadores llegaron a desear de nuevo la guerra civil, por haber sido encarcelado su representante, el publicista conservador Laureano Gómez, el cual había llevado a cabo una campaña de difamación contra el Gobierno. Los disturbios y situaciones desagradables producidas por la exaltación de los diputados llevaron a la tentativa de movimiento militar del coronel De Gielle.

    Después de 1944 Colombia modernizaba su legislación laboral implantando un Código del Trabajo, salarios mínimos, vacaciones pagadas, seguros y derecho de los obreros a organizarse. Se trataba también de expropiación y subdivisión de latifundios. En 1945 se producía una escisión en los partidos liberales: Gabriel Turbay, escritor y diplomático, era de tendencia liberal moderada. Se le oponía Jorge Eliécer Gaitán, independiente. Había ya cinco diputados comunistas en el Congreso. En 1946 subió a la presidencia Mariano Ospina Pérez, que representaba el triunfo de los conservadores y siguió el sistema de la Unión Nacional, coalición de partidos. El 27 de setiembre de 1947, Colombia cedía al Ecuador el Triángulo de San Miguel, zona de 1999 km2, en litigio desde hacía veinticinco años.

    El 9 de agosto de 1948 se adhería a la Unión Aduanera (Carta de Quito) con Ecuador, Venezuela y Panamá (Carta de la «Gran Colombia»). La pugna entre liberales y conservadores, a pesar de gobernar ambos partidos en el gabinete, aumentó al ganar los liberales la mayoría en el Congreso. Estallaron en Bogotá del 9 al 11 de abril de 1948 sangrientos disturbios provocados por el asesinato del jefe liberal Jorge Eliécer Gaitán. El gobierno de Darío Echandía tenía resuelta la crisis el 22 de mayo, con un gabinete de conservadores y militares. La legislatura de Ospina Pérez no terminaba oficialmente hasta 1950. En 1953 y tras un golpe de fuerza, asumió el poder el general Gustavo Rojas Pinilla, derrocado en el año 1957, dando comienzo el ejercicio conjunto del gobierno por los partidos Conservador y Liberal, siendo elegido como presidente de la República el liberal Alberto Lleras Camargo para un mandato de cuatro años. La nación colombiana, no obstante los disturbios interiores y la crisis económica mundial, ha continuado en nuestros días su marcha ascendente hacia los últimos perfeccionamientos técnicos de la libertad y del progreso, como lo demuestra la celebración en junio de 1961 de la I Feria Internacional de Muestras.


    Época contemporánea.

    La historia reciente de Colombia hace referencia al periodo comprendido desde 1960 hasta la actualidad, el cual se caracteriza por un conflicto armado interno. En Colombia cada cuatro años desde 1982 y 2002, las políticas de negociación con los grupos armados participantes en la confrontación han variado según quien esté a cargo del gobierno. Desde 2002 hasta el presente, Colombia ha tenido dos presidentes, Álvaro Uribe Vélez y Juan Manuel Santos. Se ha caracterizado por ser una época en que se han desvinculado cerca de 54 000 guerrilleros y paramilitares. También se destaca por el fortalecimiento de las fuerzas militares.

    El Plan Colombia, política gubernamental entre Colombia y los Estados Unidos, ha permitido disminuir de forma paulatina la expansión de cultivos ilícitos. En los últimos años, la intensificación de las operaciones para erradicar los cultivos ilícitos han dejado como resultado el descenso del país al tercer lugar de producción mundial de cocaína, posición que lideró por décadas. La seguridad se ha favorecido en los últimos años y ha implicado la disminución de las tasas de homicidios en una década de 70 a 31 muertes intencionales por cada 100.000 habitantes. Con la desmovilización de las Autodefensas Unidas de Colombia (AUC) a mediados de 2006, las denominadas bandas criminales (Bacrim) han retomado las actividades realizadas por los paramilitares.

    En cuanto al turismo, la presencia de turistas pasó de 0,5 millones en 2003 a 3,08 millones de personas en 2011, la mayoría provenientes de América y Europa. El turismo interno, por su parte, tuvo un incremento del 10,3 % en 2012 con respecto a 2011. En lo económico se destaca el aumento de la inversión extranjera.

    Desde 2012, el gobierno del presidente Santos desarrolla un proceso de paz con la guerrilla de las FARC-EP en La Habana, Cuba, con el objetivo de encontrar una salida política al conflicto armado en Colombia.


    El 19 de noviembre de 2012 la Corte Internacional de Justicia dictó sentencia sobre la demanda que presentó Nicaragua contra Colombia, argumentando que todo el archipiélago le pertenece a este último país, reafirmando así la soberanía de Colombia sobre las islas de San Andrés y Providencia junto con los cayos de Alburquerque, Roncador, Serrana, Bajo Nuevo, Quitasueño y Serranilla; sin embargo con este fallo Colombia perdió cerca de 75.000 kilómetros cuadrados de su territorio marítimo en el Mar Caribe.

    El Presidente Juan Manuel Santos, en alocución nacional el 19 de noviembre de 2012, rechazó el fallo de Corte Internacional de Justicia. Según el gobierno colombiano, el tribunal internacional cometió serias equivocaciones al trazar la línea de delimitación. Ante tal situación el 27 de noviembre de 2012 Colombia denunció ante la OEA el Pacto de Bogotá, instrumento por cual Colombia reconocía la jurisdicción obligatoria de la Corte Internacional de Justicia. El 14 de junio de 2013 el ex-presidente del Senado de la República de Colombia Roy Barreras, reiteró que el Congreso de la República de Colombia no aceptará modificar las fronteras de Colombia a causa del fallo de la Corte Internacional de Justicia.

    Para más información ver: Colombia.
Actualizado: 27/10/2015
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  • Manuel de Guirior: aspectos político, económico y religioso

    Manuel de Guirior fue un político español que ocupó el cargo de gobernador de la provincia de Chile entre los años 1790 y 1796. Durante su mandato, Guirior se enfocó en mejorar la economía de la región, fomentando la agricultura y el comercio. También impulsó la construcción de obras públicas y la educación de la población.

    En cuanto al aspecto religioso, Guirior promovió la construcción de iglesias y la evangelización de los pueblos indígenas de la región. Sin embargo, también se enfrentó a conflictos con la Iglesia Católica, especialmente en lo relacionado con la expulsión de los jesuitas de América Latina.

    En resumen, Manuel de Guirior fue un gobernador que buscó mejorar el desarrollo económico y social de la provincia de Chile, promoviendo la educación y la construcción de obras públicas, así como también la evangelización de los pueblos indígenas.
Fuentes bibliográficas y más información de historia de Colombia:

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Abreviaturas empleadas en la definición
Mál. = Málaga
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