Supuesta propiedad natural relacionada con los campos de fuerza y de carácter opuesto a la gravitación. Hasta hace poco y desde Newton se creía que la materia, o más exactamente la masa, gozaba indefectiblemente de «gravidez» y que por lo tanto la conocida ley newtoniana de la gravitación universal (v. Gravitación) regía sin excepción alguna en todo el Universo, lo mismo en el macrocosmos de los astros y las galaxias que en el microcosmos del mundo infinitesimal del átomo. Sin embargo, la irrupción en la Física de la teoría de campos (electromagnético, gravitatorio y otros), que implican la imposibilidad de una acción a distancia; el punto de vista relativístico en la interpretación de los fenómenos de inercia y en los de intercambio masa-energía, y, por último, la concepción cuántica —discreta— de las realidades físicas y la evolución de las mismas en el marco espacio-temporal, han persuadido a los investigadores de que, dada la analogía existente entre los fenómenos electromagnéticos y los gravitatorios es lógico suponer que del mismo modo que en los primeros tienen cabida y desempeñan un importante papel los fotones, como unidades de energía radiante, en los segundos cabe definir ciertas «partículas elementales», llamadas significativamente «gravitones», como causantes de la gravitación.
La existencia de estos constitutivos discretos del fenómeno gravitacional ha cobrado más verosimilitud en los últimos lustros, dentro de la teoría general de las partículas elementales y de los campos multipolares del núcleo atómico, tras el descubrimiento del neutrino y de las antipartículas, y después de la sorprendente comprobación de anomalías tales como la de antiparidad (v. Principio de paridad), por Lee y Yang en 1956. Admitido el gravitón resulta verosímil la existencia de su antipartícula, el antigravitón. Por esto cabe esperar, teóricamente, que junto al fenómeno familiar de la gravitación aparecerá un día el «provocado» (no antinatural) de la antigravitación. El camino para llegar a ellos empieza a vislumbrarse. Tal vez conducirá a buen término la teoría sobre la estructura del gravitón mismo, supuesto complejo por algunos teóricos, como C. Cawan que sobre el fundamento de que al gravitón le corresponde un spin 2 supone que resulta de la conjunción de dos neutrinos.
En el terreno experimental se han realizado importantes investigaciones en torno a la antigravitación. La debilitación y aun anulación práctica del campo gravitatorio terrestre se ha logrado desde siempre por medio de fuerzas convenientemente orientadas o, más recientemente, con la aplicación de campos electrostáticos o electromagnéticos apropiados.
Son, en otro orden, famosos unos experimentos de Allais durante un eclipse, utilizando para ello el péndulo de Foucault. Ciertas anomalías muy notables las atribuyó el experimentador a la interposición de la masa de la Luna entre el Sol y la Tierra. (Téngase en cuenta que se admite que las masas son «transparentes» a la gravitación, por cierto lo mismo que a los neutrinos.) En todo caso el fenómeno gravitatorio parece depender del Universo en conjunto y por esto ha podido suponer Dirac que la expansión del Cosmos se traduce en un decrecimiento de la. constante de gravitación. Sea de ello lo que fuere, lo cierto es que algún día la antigravitación desempeñará un importante papel en la vida civilizada y probablemente constituirá una ayuda formidable en las futuras empresas de la Cosmonáutica.
