(c. 958-1025). Emperador bizantino, sucesor a la edad de seis años, de su padre Romano II. No tomó las riendas del poder hasta el 976. Su reinado se hizo notar por sus continuas guerras, que extendieron el Imperio a unos límites comparables a los que tuvo en tiempos de Justiniano I. La conquista de Bulgaria en 1018 se vio empañada por un acto de extraordinaria crueldad: mandó cegar a 15000 prisioneros, pero respetó a uno de cada cien, a los que sacó un solo ojo, para que pudieran guiar el resto hasta Bulgaria.