Hija de Príamo, rey de Troya, y de Hécuba. Apolo, enamorado de ella, le concedió el don de la profecía, pero, al verse desdeñado, la condenó a que sus vaticinios, ciertos siempre, jamás fueran creídos. Nadie, pues, atendió a sus lamentaciones cuando se opuso a la entrada del famoso caballo de madera que pondría fin a la Guerra de Troya. Derrotados sus compatriotas, cayó en manos de Agamenón, quien, desoyendo también sus consejos, la llevó consigo a Argos para perecer ambos a manos de Clitemnestra y Egisto. Su nombre ha sido utilizado como símbolo de la sabiduría impotente o incomprendida.