Todos los cerdos domésticos descienden probablemente del jabalí europeo. Ya en el siglo xvi, según datos históricos, aparecen dos tipos diferenciados: uno, destinado al aprovechamiento de su tocino, alto, largo y activo, de lisos delanteros, costillas abovedadas y jamones enjutos; el otro, criado por su manteca, bajo, ancho y más holgazán, de lomo bien arqueado, tronco compacto, muslos carnosos y tendencia al cebamiento. Estos dos tipos fundamentales son reconocidos pronto por los porcinocultores, mas debido a la fecundidad del cerdo es posible seleccionar los animales de tal modo que en pocos años puedan desarrollarse varias gradaciones entre ambos tipos.