Los colorantes al aceite son pinturas fluidificadas con aguarrás u otro diluyente y contienen pigmentos minerales, como tierra de sombra o siena tostada, mezclados con aceite, diluyente y un «secante japonés» (secante para charol). Se emplean para imitar el acabado natural de maderas como el nogal, la caoba o el roble, porque al mismo tiempo que tiñen la madera rellenan sus poros y producen una superficie lisa; para aumentar la resistencia al róce de la madera suele aplicarse luego una capa de barniz. Para realizar el teñido, relleno de poros y barnizado en una sola operación puede emplearse un barniz duro y de secado rápido, en el que previamente se ha incorporado por molienda el pigmento base. Añadiendo pequeñas cantidades de colorantes de anilina a soluciones de resinas pueden obtenerse colorantes para madera transparentes. Colorantes bastante transparentes, para techumbres de ripia, se preparan mezclando una pequeña cantidad de color, molido en aceite de linaza, con creosota, que actúa como conservador de la madera, diluyente y secante.