Cuando el protoplasma se organiza en organismos celulares libres surgen nuevos problemas. A través de la membrana celular la materia viviente limitada por aquélla recibe su alimento, oxígeno y otras materias primas y también a través de la misma elimina sus productos de desecho. Cuando en virtud del crecimiento se duplica el diámetro de la célula, el volumen del protoplasma se hace óctuple del inicial, en tanto que la superficie de la membrana sólo se cuadruplica. Esto significa que, en tanto sigue el crecimiento, la superficie es cada vez más exigua en proporción con la masa del protoplasma y así resulta que aquélla es insuficiente para satisfacer las demandas vitales de éste. Por fisión o escisión en dos células hijas, la célula primitiva puede adquirir más superficie sin modificar su volumen total (v. Mitosis). Las células resultantes, más pequeñas, pueden crecer hasta el punto crítico en el que se desequilibra la proporción que debe existir entre el volumen y la superficie y, por esto, una vez alcanzado dicho punto, vuelve a producirse el fenómeno de fisión.