La piscicultura fomenta la reproducción de los peces por medio de criaderos. Se dice que es natural cuando, sin intervención directa en la reproducción se favorecen las condiciones del ambiente —ríos, estanques, lagos— en que viven los peces, se establecen lugares adecuados para el desove y puesta,
se mantienen claras y limpias las aguas, se facilita su alimentación propagando plantas acuáticas apropiadas, etc. Es artificial cuando se interviene directamente en la fecundación y procreación de los peces. La inseminación artificial ha contribuido a mejorar especies y a dar nueva vida en determinados ríos a especies casi extintas. La protección del Estado y de organismos privados contribuye considerablemente a asegurar un suministro copioso de peces tanto para fines comerciales como deportivos.