crímenes: el detector de mentiras y el suero de la verdad
Con objeto de comprobar la falsía o veracidad de las declaraciones de un sospechoso se emplean instrumentos que registran los diversos cambios fisiológicos, como la presión sanguínea, el pulso y la respiración. Estos aparatos, denominados polígrafos o detectores de mentiras, acusan tales reacciones en un gráfico sobre el cual un experto competente puede dictaminar con bastante seguridad cuándo miente el sospechoso y cuándo no. Véase Detector de mentiras.
Ciertas drogas, como la escopolamina, el amital sódico y el sodio de tiopental, han sido empleadas para inducir un estado seminarcótico aprovechado en las llamadas pruebas del suero de la verdad. En algunos casos, las personas interrogadas en estas condiciones han suministrado importantes informes, pero la exactitud y el valor práctico de dichos sueros es todavía materia de experimentación. Más segura y precisa se considera la técnica del detector de mentiras.
La ciencia no puede remplazar el sentido común y la experiencia de un funcionario de policía competente, pero el científico y el laboratorio criminalista resultan indispensables para el funcionamiento eficaz de los servicios policiales. Los métodos científicos aplicados a la investigación criminal y las pruebas científicas son importantísimos, no sólo por la mayor eficacia que conceden a la policía en la detención y convicción del criminal, sino también en la protección de inocentes sospechosos o acusados de un crimen.