A causa de estas acciones fármaco-fisiológicas, el alcohol disminuye la agudeza de la percepción, debilita la memoria, la capacidad de integración asociativa y la ecuanimidad, con lo que perturba los hábitos más complejos y deja relativamente intactos los tipos de comportamiento más primitivo. Desgraciadamente, los neuróticos o psicópatas son los individuos idóneos para perseguir en la bebida el logro de estos efectos; en el estado de intoxicación les parece menos hostil su medio ambiente, ya que el recuerdo de frustraciones previas se encuentra embotado y sus inhibiciones y temores se hallan lo suficientemente mitigados para que los deseos sexuales o agresivos que se encontraban reprimidos puedan manifestarse e incluso conseguirse. Recientemente se ha demostrado en animales la biodinámica del alcohol; cuando se ha logrado convertir experimentalmente a estos animales en neuróticos, comienzan a beber alcohol con avidez como medio para aliviar sus inhibiciones, fobias, compulsiones y otras reacciones neuróticas. Véase Inseguridad; Personalidad psicopática.
