Breve guerra de nueve meses de duración (1894-95), entre China y Japón por la dominación de Corea. La guerra tuvo de importancia que señaló el comienzo de una nueva fase en la rivalidad imperialista y la entrada definida del Japón en el concierto mundial de las naciones. En esta primera guerra exterior de su historia moderna, el Japón, con su victoria decisiva, se proclamó como nueva potencia militar e industrial en la esfera internacional. En 1885 Japón y China firmaron un tratado por el que se obligaban a retirar sus respectivas fuerzas militares de Corea, pero, al estallar nueve meses después una revuelta, volvieron a entrar en Corea fuerzas de ambos países y el Japón se negó a retirar las suyas cuando quedó restablecido el orden. En la guerra subsiguiente el Japón logró una victoria rápida sobre China, cuya debilidad militar y corrupción se pusieron de manifiesto. La guerra acabó con el Tratado de Shimonoseki, por el que China reconocía el protectorado del Japón sobre Corea, cedía Formosa y parte de la Península de Lioatung, pagaba una fuerte indemnización de guerra y concedía a su rival otros privilegios. Francia, Alemania y Rusia obligaron al Japón a devolver a China la Península de Liaotung, acto que fue la causa indirecta de la Guerra Ruso-japonesa.