Cuando la luz de un cometa brillante se descompone en forma de espectro (v. Espectro), se aprecia la existencia de dos espectros distintos: uno de absorción, o de Fraunhofer, que es el espectro de la luz solar que se refleja o difunde en las partículas sólidas, especialmente en la cabeza y núcleo del cometa (v. Fraunhofer, Rayas de) y otro, formado por rayas brillantes y bandas emitidas por las moléculas gaseosas de la cabeza y el núcleo, que denota la presencia de oxidrilo, OH; carbono, C2; cianógeno, CN; monóxido de carbono, CO; nitrógeno, N2; nitrilo, NH, y metino, CH. Muchas de estas moléculas se disocian o disgregan por acción de la luz solar y permiten que el CO y el Na, las moléculas más estables, sean impulsadas hacia la cola. Un cometa no tiene luz propia como la posee una estrella. Sus moléculas gaseosas absorben la radiación solar en la región ultravioleta del espectro y vuelven a emitir la energía recibida en forma de luz de mayor longitud de onda. Los cometas que se aproximan mucho al Sol muestran las rayas del sodio y a veces del hierro y de otros metales.