Definición de la primera Cruzada (historia de las cruzadas)

1. A raíz del llamamiento de Urbano II en Clermont, la cruzada fue predicada por todo el occidente europeo, donde los grandes señores, si bien se dejaron persuadir, requirieron tiempo para dejar sus asuntos en orden y reunir y equipar sus fuerzas. La pequeña nobleza y el pueblo, no obstante, ganosos de acometer la empresa, formaron apresuradamente cuatro grupos, que, mal organizados y peor dirigidos, partieron para Tierra Santa.
   
   
   Uno de estos grupos, acaudillados por un caballero borgoñón, Gualterio Sin Blanca, llegó a la Península de los Balcanes a través de Hungría. Por el camino, especialmente después de llegar a territorio bizantino, se perdieron muchos miembros de la expedición en luchas con la población indígena. Un segundo grupo, más numeroso y mejor organizado, dirigido por el más popular y destacado predicador de la Cruzada, Pedro el Ermitaño, siguió la misma ruta general hacia Constantinopla, pero en el viaje perdió gran número de sus componentes por deserciones, enfermedades y las luchas sostenidas con las gentes cuyos territorios atravesaban. El emperador bizantino Alejo Comneno permitió a estos dos primeros grupos atravesar el Bosforo para trasladarse a Asia, pero algunos de ellos, los más aguerridos, avanzaron sobre la capital turca de Nicea, donde fueron derrotados con cuantiosas pérdidas. El tercero y cuarto grupos estuvieron peor organizados que los anteriores y a menudo se dividieron en pequeñas partidas. La mayor parte del tercer grupo, compuesto principalmente de alemanes y mandado por un sacerdote llamado Gottschalk, pereció a manos de los húngaros. El cuarto grupo, o conjunto de grupos, procedente de Inglaterra, Francia, Flandes y Lorena, comenzó por atravesar las tierras bañadas por el Rin y atacó a las poblaciones de judíos que hallaba a su paso, pero sufrió asimismo graves pérdidas en Hungría. Los expedicionarios carecían de disciplina, especialmente porque los territorios por los que atravesaban no eran lo suficientemente ricos para procurarles alimentos, de modo que habían de recurrir a la lucha para asegurarse la subsistencia.
   
   
   En el año 1096 comenzaron a salir las expediciones organizadas por dos grandes señores, que en 1097 llegaron a Constantinopla. Algunos hicieron el viaje por tierra, como las bandas mal organizadas y mal equipadas que les precedieron, pero otros, cruzando de Italia a Dyrrachium (Durres o Durazzo), atravesaron la Península Balcánica y llegaron al Bosforo. Las expediciones tuvieron jefes importantes, como Go-
   
   dofredo de Bouillon, duque de Lorena, con sus hermanos Eustaquio de Bolonia y Balduino; Raimundo de Tolosa, uno de los grandes señores del mediodía de Francia; Roberto, duque de Normandía, hijo mayor de Guillermo el Conquistador; Boemundo, hijo de Roberto Guiscardo, con los normandos del S de Italia, entre los que se encontraba su sobrino Tancredo; y Hugo de Vermandois, hermano del rey de Francia. Las tropas reclutadas por cada señor acataban sus órdenes inmediatas, aunque el mando supremo lo ostentaba Adhemar, obispo de Le Puy (Francia),, en calidad de legado pontificio.
   
   
   El emperador Alejo Comneno, que deseaba auxiliares para defender el Imperio, encontró embarazoso y hasta peligroso el número y carácter de los cruzados e indujo a la mayoría de sus jefes a que le jurasen una especie de lealtad, por la que se comprometían a devolver al Imperio aquellas de sus antiguas posesiones en Anatolia que reconquistaran.
   
   
   Con provisiones y guías proporcionados por el emperador, los cruzados marcharon hacia el Asia Menor y, con la ayuda naval de los bizantinos, tomaron Nicea en junio de 1097. En julio del mismo año ganaron la aplastante victoria de Dorilea y ocuparon posiciones estratégicas en Asia Menor. Por su parte Balduino, hermano de Godofredo, se separó del núcleo principal del ejército y, torciendo hacia Oriente, se adentró en Mesopotamia, donde se adueñó de la ciudad de Edesa y el territorio circundante. El grueso del ejército puso sitio al centro estratégico y comercial de Antioquía, que cayó en sus manos -aunque no la ciudadela- el 3 de junio de 1098. Un ejército musulmán, en represalia, sitió a los cruzados, que hubieran llegado a retirarse de no ser por el aliento que les infundió el descubrimiento de la que se creyó Sagrada Lanza (la lanza que atravesó el exangüe Cuerpo de Cristo). El 28 de junio infligieron grave derrota al ejército turco y, ocupada la ciudadela, se hicieron dueños de Antioquía, que pasó a ser posesión de Boemundo.
   
   
   Vencida esta primera etapa, el ejército de los cruzados se dirigió hacia el Sur, pero había de pasar un año antes de que avistara la meta propuesta: Jerusalén. En el camino fueron ocupando los puestos y posiciones estratégicas. La Ciudad Santa, tras un asedio de cinco semanas, cayó en poder de los cruzados el 15 de julio de 1099. La rivalidad de los cruzados, agudizada sobre todo entre Raimundo de Tolosa y Boemundo, hizo difícil el problema de un gobierno permanente y de la unidad de mando. Por lo que, parte como fórmula de compromiso, parte por respeto a su excelsa figura, lo cierto es que proclamaron jefe a Godofredo de Bouillon, que, rehusando adoptar el título de rey, prefirió el de Defensor del Santo Sepulcro, aunque prácticamente fue de hecho rey de Jerusalén.
   
   Para más información ver: cruzadas (historia).

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