Características distintivas. Desde los albores de la banca, una de sus funciones primordiales ha consistido en facilitar un depósito seguro para el dinero de particulares y empresas. Aunque el depositante puede retirar su dinero en cualquier momento, no es probable que todos lo retiren al mismo tiempo, por lo que un banco puede emplear parte del dinero depositado en efectuar préstamos a otras empresas o individuos o invertirlo en valores.
Con ello se logra un doble propósito: 1) obtener un beneficio para el banco en forma de intereses; y 2) estimular la economía facilitando fondos en forma de préstamos o créditos a prestatarios que a su vez utilizarán el dinero recibido en los fines productivos o beneficiosos que hayan inducido al banquero a conceder el préstamo.
Otra característica distingue aún más claramente a los bancos comerciales de otras instituciones financieras: el empleo del cheque y del talón, que permiten al cuentacorrentista o depositante transferir parte de su depósito a otra persona, empresa o entidad. Los cheques, en cierto sentido, son más importantes que la moneda de curso legal, pues en algunos países se efectúa por este sistema el 90 % de los pagos.
Los préstamos de dinero, función tradicional de la banca, y la de depósito relacionada con ella, constituyen sus operaciones fundamentales. Sin embargo, a pesar de que estas operaciones son esencialmente sencillas, la organización y procedimientos de un banco moderno son extraordinariamente complejos.