Barcelona es una ciudad que no carece de pulmones. El área de sus parques y jardines supera los 2 km2. Tiene de una parte el mar, a lo largo de cuya orilla está abierta, y de otra, el arbolado de sus parques, algunos muy importantes.
El Parque por antonomasia es el de la Ciudadela, emplazado en los antiguos jardines y fortificaciones de dicho nombre, que fueron cedidos por el general Prim, razón por la cual se halla en dicho parque una estatua ecuestre del célebre general reusense. En 1888 se levantó en estos jardines la Primera Exposición Internacional de Barcelona, cuya entrada la constituía el Arco de Triunfo, construido de ladrillos, que hoy puede admirarse en el llamado Salón de Víctor Pradera. En sus jardines se encuentra el Zoo, uno de los más modernos y nutridos de Europa, que además contiene un interesante parque infantil. La cascada monumental es una obra juvenil del arquitecto Gaudí, el creador del templo de la Sagrada Familia. Más importante que el de la Ciudadela es el Parque de Montjuich, trazado según los planos del arquitecto Forestier. Se trata, en realidad, de una montaña recientemente urbanizada. Este trabajo se realizó al construir en ella los edificios de la Exposición Universal de 1929. Constituyen sus mejores alicientes las fuentes luminosas (que se deben al ingeniero Garlos Bohigas), el Pueblo Español y el recinto de la Feria de Muestras, que se celebra cada año en el mes de junio. Son parques menos importantes, pero dotados de un encanto peculiar: el Güell, más interesante por las construcciones de Gaudí que por la extensión o riqueza de vegetación; el de la Font del Recó, junto a la Avenida del Doctor Andreu, de carácter silvestre; el de Mon-terolas, en la cumbre de este nombre; el del Turó, llamado oficialmente Jardines de Eduardo Mar quina; y los existentes en numerosas plazas y avenidas. Aunque situado en la extremidad norte de la ciudad, es barcelonés el parque del Tibidabo, hasta cuya cima conduce un funicular que fue el primero instalado en España. Además de la extraordinaria vista que se goza desde la cima (es posible divisar Mallorca en los días muy claros), los niños encuentran en su notable parque de atracciones motivo de solaz y esparcimiento. Se pretende que la vertiente del Tibidabo opuesta a Barcelona se convierta en el gran parque de la ciudad cuando se haya abierto el túnel que permitirá una más fácil comunicación entre la ciudad y la extensa y muy poblada comarca del Vallés, donde se hallan Tarrasa y Sabadell a unos 25 km del término municipal. Finalmente, cabe destacar el interés despertado por el mar, hacia el cual vuelve sus miradas Barcelona, que había crecido excesivamente apartada de él. La apertura del Paseo Marítimo y la desaparición de los antiguos tinglados del Paseo de Colón convierten definitivamente a Barcelona en una ciudad de cara al mar.
