La sucesión ecológica es un proceso clave en ecología que describe los cambios predecibles y ordenados en la composición de una comunidad. Puede comenzar por la formación de un nuevo hábitat o por perturbaciones en una comunidad existente. Se distingue entre sucesión primaria y secundaria. Factores como las condiciones del sitio, interacciones entre especies y elementos estocásticos como la disponibilidad de colonos influyen en la trayectoria del cambio ecológico. Algunos aspectos hacen la dinámica sucesoria predecible, mientras que otros añaden elementos más aleatorios. En general, las comunidades en una sucesión temprana.
La sucesión ecológica, un concepto fundamental en ecología, se refiere a los cambios más o menos predecibles y ordenados en la composición o estructura de una comunidad ecológica. La sucesión puede iniciarse ya sea por la formación de un nuevo hábitat desocupado (por ejemplo, una corriente de lava o un grave deslizamiento de tierra) o por alguna forma de perturbación (por ejemplo, incendios, fuertes vientos, tala) de una comunidad existente. El primer caso suele denominarse sucesión primaria, el segundo, sucesión secundaria.
La trayectoria del cambio ecológico puede verse influida por las condiciones del sitio, por las interacciones de las especies presentes y por factores más estocásticos como la disponibilidad de colonos o semillas, o las condiciones meteorológicas en el momento de la perturbación. Algunos de esos factores contribuyen a la previsibilidad de la dinámica sucesoria; otros añaden elementos más probabilísticos. En general, las comunidades en una sucesión temprana estarán dominadas por especies de rápido crecimiento y bien dispersas (historias de vida oportunistas, fugitivas o r-seleccionadas). A medida que avanza la sucesión, estas especies tenderán a ser reemplazadas por especies más competitivas (seleccionadas por k).
Se han sugerido tendencias en las propiedades de los ecosistemas y las comunidades en la sucesión, pero pocas parecen ser generales. Por ejemplo, la diversidad de especies aumenta casi necesariamente durante la sucesión temprana a medida que llegan nuevas especies, pero puede disminuir en la sucesión posterior a medida que la competencia elimina las especies oportunistas y lleva al dominio de competidores localmente superiores. La productividad primaria neta, la biomasa y las propiedades del nivel trófico muestran patrones variables a lo largo de la sucesión, dependiendo del sistema y el sitio en particular.
Anteriormente se consideraba que la sucesión ecológica tenía una etapa final estable denominada clímax (véase Frederic Clements), a veces denominada "vegetación potencial" de un sitio, formada principalmente por el clima local. Esta idea ha sido abandonada en gran medida por los ecologistas modernos en favor de las ideas no equilibradas de cómo funcionan los ecosistemas. La mayoría de los ecosistemas naturales experimentan perturbaciones a un ritmo que hace inalcanzable una comunidad "clímax". El cambio climático a menudo ocurre a una tasa y frecuencia suficientes para evitar la llegada a un estado clímax. Las adiciones a las reservas de especies disponibles mediante ampliaciones e introducciones del área de distribución también pueden remodelar continuamente las comunidades.
Muchas especies están especializadas en explotar las perturbaciones. En los bosques del noreste de América del Norte, árboles como Betula alleghaniensis (abedul amarillo) y Prunus serotina (cerezo negro) están particularmente bien adaptados para explotar grandes huecos en las copas de los bosques, pero no toleran la sombra y con el tiempo son reemplazados por otras especies (tolerantes a la sombra) en ausencia de perturbaciones que creen esos huecos.
El desarrollo de algunos atributos del ecosistema, como la pedogénesis y los ciclos de nutrientes, se ven influidos por las propiedades de la comunidad y, a su vez, influyen en el desarrollo ulterior de la comunidad. Este proceso puede ocurrir sólo a lo largo de siglos o milenios. Junto con la naturaleza estocástica de los eventos de perturbación y otros cambios a largo plazo (por ejemplo, climáticos), esta dinámica hace dudar de si el concepto de "clímax" se aplica alguna vez o es particularmente útil para considerar la vegetación real.
La idea de la sucesión ecológica se remonta al siglo XIX. En 1860 Henry David Thoreau leyó un discurso titulado "La sucesión de los árboles del bosque" en el que describía la sucesión en un bosque de robles y pinos.
Henry Chandler Cowles, en la Universidad de Chicago, desarrolló un concepto más formal de la sucesión, siguiendo sus estudios de las dunas de arena en las orillas del Lago Michigan (las Dunas de Indiana). Reconoció que la vegetación de las dunas de arena de diferentes edades podía interpretarse como diferentes etapas de una tendencia general de desarrollo de la vegetación en las dunas, y utilizó sus observaciones para proponer una secuencia (sere) y un proceso de sucesión primaria particulares. Su trabajo "Las relaciones ecológicas de la vegetación de las dunas de arena del lago Michigan", publicado en 1899 en la Gaceta Botánica, es una de las publicaciones clásicas en la historia del campo de la ecología. La comprensión de la sucesión estuvo dominada durante mucho tiempo por las teorías de Frederic Clements, contemporáneo de Cowles, quien sostenía que las secuencias sucesionales de las comunidades (seres), eran altamente predecibles y culminaban en un clímax estable determinado por el clima. Clements y sus seguidores desarrollaron una compleja taxonomía de comunidades y vías de sucesión (véase el artículo sobre Clements).
Una visión contrastada, el marco gleasoniano, es más compleja, con tres elementos: la invocación de las interacciones entre el entorno físico, las interacciones a nivel de población entre las especies y los regímenes de perturbación, para determinar la composición y la distribución espacial de las especies. Difiere fundamentalmente de la opinión clementina en que sugiere un papel mucho mayor de los factores de azar y en que niega la existencia de tipos de comunidades coherentes y fuertemente delimitadas. Las ideas de Gleason, publicadas por primera vez a principios del siglo XX, eran más coherentes con el pensamiento de Cowles y, en última instancia, fueron ampliamente reivindicadas. Sin embargo, fueron ignoradas en gran medida desde su publicación hasta la década de 1960.
Comenzando con el trabajo de Robert Whittaker y John Curtis en los años 50 y 60, los modelos de sucesión han cambiado gradualmente y se han vuelto más complejos. En los tiempos modernos, entre los ecologistas norteamericanos, se ha hecho menos hincapié en la idea de una vegetación de clímax único, y se ha estudiado más el papel de la contingencia en el desarrollo real de las comunidades.
Sucesión ecológica: La sucesión primaria es el proceso que se caracteriza por el establecimiento del suelo y los organismos en un área que carece de tierra vegetal y vegetación. El proceso ocurre en los siguientes pasos: I. La roca desnuda es expuesta por glaciares o erupciones volcánicas. II. Los líquenes y el musgo comienzan a crecer en la roca. III. A medida que mueren los líquenes y el musgo, se descomponen, lo que crea el primer suelo orgánico. La roca se descompondrá lentamente y la profundidad del suelo aumentará a medida que los organismos en los siguientes pasos mueran y se descompongan. IV. Los líquenes y la hierba crecen juntos. V. Prosperan las hierbas y las pequeñas plantas herbáceas. VI. Aparecen arbustos y matorrales en el suelo más profundo, que contiene más agua. VII. Se desarrollan árboles más pequeños. VIII. Los árboles más grandes y las plantas tolerantes a la sombra dominan el paisaje. Las especies de plantas más grandes contribuyen a una tasa de crecimiento del suelo más rápida debido a que sus hojas caen al piso de la superficie donde se descomponen. No todas las especies de plantas sobrevivirán al unísono. A medida que crecen las plantas grandes, compiten por la luz solar y los nutrientes creando ambientes desfavorables para los organismos intolerantes a la sombra. CC
