Hacia la mitad del siglo xix, una literatura de este carácter tendió a oponerse al oleaje romántico a través del movimiento «Joven Alemania», representado principalmente por Heine, Boerne y Gutzkow. Simbolizado por el dramaturgo George Büchner, este realismo alcanza su pleamar en la poesía y criticismo de Heine, en la poesía militante de Herwegh y Freiligrath, la obra dramática poderosa y crítica de Hebbel y las Novellen de los escritores suizos Keller y Meyer. El realismo germano se deja sentir en el tardío auge de la novela alemana, con Gutzkow, Raabe, Spielhagen, Freytag y Fontane. Pero, en contraste con los novelistas ingleses, franceses y rusos, el objetivo de los prosistas alemanes es estrecho y local. En cualquier caso, queda eclipsado por la popularidad de la filosofía romántico-pesimista de Schopenhauer y por el culto al drama musical de Richard Wagner, en el periodo posterior a 1848. Ambos estimularon la estética y ética pasivas.