C. del estado de Guerrero (México). Se encuentra situada a orillas del Océano Pacífico en una hermosa y amplia bahía de 6 km de anchura y 45 a 60 m de profundidad, en la que pueden anclar cómodamente más de 500 buques. Dicha bahía tiene dos entradas debidas a la isla Roqueta: la Boca Chica, al N, que tiene unos 400 m en la parte más estrecha, y la Bocana o Boca Grande, entre la isla y Punta Bruja, en el continente, de 2,5 km de anchura. La bahía tiene origen tectónico, siendo frecuentes los terremotos que han destruido repetidas veces los establecimientos humanos, en 1799, 1837 y 1852, por ejemplo. Su importancia se deriva de ser, en gran trecho de la costa mexicana del Pacífico, demasiado baja y pantanosa; el único puerto natural entre los de Mazatlán al N y Tehuantepec al Sur.
El puerto comenzó a actuar como tal a partir de la conquista de México por Hernán Cortés. Inicialmente fue punto de partida de las expediciones españolas de exploración en el Pacífico. En 1532 salió de él la expedición de Hurtado de Mendoza, en 1539 la de Francisco de Ulloa y en 1540 la de Hernando de Alarcón. En 1565 recibió la nave que, mandada por Felipe de Salcedo y Fr. Andrés de Urdaneta, volvía de Filipinas tras haber descubierto la llamada «vuelta de poniente». Desde entonces constituyó el punto de partida de la travesía del Pacífico entre la Nueva España y Filipinas y, en especial, de la llamada nao Acapulco que todos los años, en febrero o marzo, zarpaba para Manila con manufacturas, correspondencia y pasajeros, y volvía, en junio o julio del año siguiente, cargada de productos filipinos, tejidos chinos y especias de las Molucaa Inicialmente el tráfico fue libre; a partir de 1604 se tasó su cuantía y se prohibió a los extranjeros, reservándose a este puerto en 1778 todo el comercio con las Indias orientales y España. Asimismo intervino activamente en las relaciones entre España y el Perú en competencia con Tehuantepec y Panamá. Coartada profundamente en este comercio por la emancipación, no consiguió rehacerse totalmente a causa de la falta de comunicaciones ferroviarias y carreteras buenas que enlacen el puerto con el interior de la meseta mexicana. Sin embargo, Acapulco sigue sosteniendo un tráfico importante como escala entre los puertos estadounidenses del Pacífico y el Canal de Panamá. Las bellezas de su espléndida bahía, sus playas y sus recuerdos históricos la han convertido en una importante estación turística, muy visitada por los norteamericanos.
