La catedral de St. Étienne de Bourges (Francia), construida entre 1192 y 1324, es uno de los templos más bellos de Europa. Se levanta sobre una colina no muy elevada que domina la ciudad. Los cinco pórticos de su extremo occidental están decorados con multitud de estatuas; el tímpano de la puerta central representa el Juicio Final. Sus más de cien ventanas dieron lugar al pródigo uso de vidrieras multicolores. Su exterior cobra gracilidad casi aérea merced al juego de esos magníficos ventanales y de los arbotantes y contrafuertes dispuestos a lo largo de todo el edificio. El vasto interior se distribuye en una nave central y dos laterales, coro y ábside. Carece de crucero.