Cap. de la prov. de su nombre, en la parte central de Cuba, después de La Habana, el principal centro ferroviario de Cuba, ya que es sede de los talleres y administración de los Ferrocarriles Consolidados.
Atravesada por la línea del Ferrocarril Central que cruza la isla de O a E, proyecta un ramal a Nuevitas y desde el barrio de Agramonte, sumado al núcleo urbano, otro a Santa Cruz del Sur, en la costa meridional. Nudo de la Carretera Central de Cuba, irradia otras a Nuevitas, a Presa Pontezuela, a Vertientes y a Santa Cruz del Sur. Como colofón a su situación ideal para comunicaciones, cuenta con uno de los dos aeropuertos internacionales de la República.
La villa de Santa María de Puerto Príncipe, fundada en 1514 por orden de Velázquez junto a la bahía de Nuevitas, fue el núcleo matriz de la ciudad. Posteriormente, en 1528, se trasladó al interior para ocupar el emplazamiento del poblado indígena de Camagüey, de donde tomó el nombre. Fue el centro de las tierras repartidas en vastas haciendas ganaderas, cuyos propietarios tenían en ella su residencia. Estos ricos ganaderos abastecían durante el siglo xvii de carne salada las flotas de galeones que tocaban en La Habana y clandestinamente a los ingleses establecidos en Jamaica. Su prosperidad comercial tentó al corsario inglés Henry Morgan, que la tomó al asalto y la saqueó. En 1800 al abandonar España Santo Domingo, la Real Audiencia de aquella isla se trasladó a la ciudad, que aumentó con ello su importancia, hasta el punto que en 1861 contaba ya con 30000 almas. Camagüey, que intervino decisivamente en la Guerra de la Independencia de Cuba y sirvió de escenario a la batalla del Naranjo, se arruinó durante la contienda, por lo que al llegar la paz, en 1899, no contaba más que con 25000 h; a partir de esa fecha, sobre todo como centro primordial de comunicaciones y de comercio.
La ciudad posee numerosas instalaciones industriales como los talleres ferroviarios, los centros metalúrgicos para el beneficiado del cromo de sus minas, destilerías de alcohol, etcétera.
La ciudad antigua, abrazada por los ríos Tinima y Jatibonico (los cuales se unen al S de la ciudad y forman el río San Pedro, que desagua en el litoral meridional), tiene un trazado de calles estrechas y tortuosas. En esto contrasta con las calles rectas de los ensanches de Puerto Príncipe, Agramonte, Los Pinos, Floraz, La Vigía, etc. Otros barrios modernos son, por sus nombres, evocadores de su belleza: Versalles, Vista Hermosa, El Jardín y Las Delicias. En el mismo corazón de la ciudad, atravesado por la avenida de Cisneros, se encuentra la iglesia Catedral, el Parque de Agramonte, el Ayuntamiento y el Gobierno Provincial. Destacan por su belleza las modernas avenidas de la República, Libertad, Gómez y de los Mártires.
