Cap. de la prov. de su nombre, Castilla la Nueva (España), a 7 km de la orilla izquierda del Guadiana y 160 km al SSO de Madrid, sobre el ferrocarril Madrid-Lisboa, enlazada por carretera con las principales poblaciones de la provincia. Posee un clima continental de prolongados y fríos inviernos y veranos cortos y calurosos, con una temperatura máxima de 40 °C y una mínima de —4°C. Circuida por campos de cereales y viñedos, la ciudad presenta una fisonomía diferente de las otras poblaciones castellanas, con sus calles rectilíneas y edificios anchos y bajos. En su mismo centro se alza la Casa Consistorial, cuya fachada grecorromana aparece adornada con estatuas y escudos. Tiene también la iglesia de San Pedro, la más monumental de la ciudad, y la Catedral (siglos xv-xvi), que encierra muchos y valiosos tesoros y es notable por su estilo gótico decadente y su retablo renacentista. Otros puntos de interés son los restos de sus antiguas murallas, particularmente la Puerta de Toledo, declarada de interés nacional, erigida por Alfonso XI en el siglo xiv, y las ruinas del Alcázar, construido en tiempos de Alfonso X; el Museo Provincial, que contiene una excelente colección pictórica y escultórica de artistas manchegos; el Museo de Entomología y el Palacio Provincial. Episcopado —cuyo obispo ostenta el título de Prior de las Ordenes Militares— y sede de un Instituto, Escuelas de Comercio, Magisterio y Peritos Industriales, posee Ciudad Real rincones de indudable atractivo, como el Parque de Gasset y los paseos del Prado y Cisneros. Es centro comercial de la comarca agrícola circundante, productora de fruta, aceituna, cereales y lino. Sus actividades industriales más importantes son la molturación de harina, destilación de alcoholes y vinos, confección de géneros de lana, elaboración de quesos y curtidos.
En 1225 fundó Alfonso X el Sabio la Villa Real, en la población que hasta entonces recibiera los nombres de Pozuelo Seco y Pozo de Don Gil, con propósito de afianzar las comunicaciones entre Castilla y las tierras del Guadalquivir, hacía poco reconquistadas por su padre, y también para contrarrestar el poder de la Orden de Calatrava. A fin de poblarla rápidamente otorgó a su fundación en la Carta Puebla numerosos privilegios y franquicias. Su desenvolvimiento, sin embargo, vióse obstaculizado por la oposición de los Caballeros de la mencionada orden. En 1420 recibió de Juan II el nombre de ciudad, que sigue conservando. En tiempos de los Reyes Católicos fue sede del Tribunal del Santo Oficio.
