Los carbones se clasifican por el grado de transformación que han experimentado en el largo proceso de su formación y por el uso al que especialmente se adaptan. Varios son los métodos de clasificar el carbón según su calidad. La escala más recomendada por los técnicos establece cuatro clases: antracita, de dos tipos, que se distinguen principalmente por su dureza; hulla grasa, cuya variación va desde los tipos poco volátiles o de volatilidad media a las especies muy volátiles; carbones subbituminosos, que se dividen en tres grupos: A, B y C; y lignitos, que se subdividen en negros y pardos. Una división ulterior tiene en cuenta el principio general de que el aumento de grado va acompañado de: 1) disminución de la humedad natural del carbón; 2) disminución en la cantidad de materias volátiles que se desprenden por calentamiento; 3) aumento de carbono fijo, es decir, de la cantidad de residuos de carbón o coque que quedan después de haber calentado el carbón en un crisol cerrado; y 4) aumento de potencia calorífica. Así, un carbón bituminoso de alto grado es seco, no produce humo en condiciones normales de combustión y tiene una potencia calorífica elevada.
Un nuevo determinante de clasificación es la edad. La mayor parte de los carbones bituminosos y de calidad superior se encuentran en formaciones del carbonífero o más antiguas (v. Eras geológicas). Los lignitos y los carbones subbituminosos aparecen en los períodos Cretáceo y Terciario, a excepción de los que se dan en regiones que han sufrido la acción de movimientos orogénicos. La antracita puede darse en regiones de intensa actividad geológica en que se han producido roturas o hundimientos de estratos.
Menos científica es la clasificación del carbón por el uso a que se le aplica, basada en sus cualidades de combustión en un horno determinado o de su transformación en determinados productos. Así decimos: carbón para pañoles, de alto grado y excelente calidad, empleado en la producción de fuerza motriz para buques; carbón coquificante, de bajo contenido en azufre y buenas cualidades coquificantes; carbones para gasógenos, con gran proporción de materiales volátiles y pequeña de azufre; carbón para ferrocarriles, de especie no rígidamente unificada, pues las compañías ferroviarias utilizan generalmente el que transportan, y carbón para producción de vapor, que se usa en instalaciones fijas y se suele comprar teniendo en cuenta el número máximo de calorías obtenidas por unidad de costo.
