La Antártida es el desierto más grande y completo del mundo, si bien muy frío. No sólo su precipitación media anual es muy baja (30 ó 60 cm de nieve que, si se fundiera, «proporcionaría» sólo 25 ó 50 mm de agua), sino que, además, la nieve no se derrite salvo en raras circunstancias, por lo que nada de ella está disponible como agua para el servicio, de las plantas. En lugar de acumularse, la nieve es arrastrada al mar por el viento o se desprende en forma de icebergs de las masas de nieve y hielo, que poco a poco descienden hacia el mar al modo típico de los glaciares.
Mucho antes de que se descubriera el propio continente antàrtico ya se conocía en los océanos circundantes la aspereza de su clima. Los «cuarenta rugientes», los «cincuenta terribles» y los «sesenta vociferantes» son nombres con que se conocen los fuertes vientos del O que soplan continua e ininterrumpidamente en estas latitudes. Las islas subantárticas y la parte más meridional de Sudamérica, que caen dentro de la ruta de estos vientos, tienen nubosidad estable, mucha niebla y lluvia y una variación anual de temperatura relativamente ligera. En los mares que bordean las costas de la Antártida dominan los vientos del E mientras que el aire frío y denso del continente se precipita en el cinturón circundante de baja presión atmosférica. En los lugares en que este aire frío y pesado puede deslizarse a lo largo de empinadas vertientes en dirección al mar —condiciones como las que experimentó Douglas Mawson en su base de la Costa de Adelia—, la velocidad media de los vientos alcanza cifras record con más de 80 km/h y borrascas que sobrepasan los 160. Sin embargo, en las regiones de relieve más llano, como la Pequeña América, la velocidad media del viento no llega a 16 km/h, que es inferior a la que se da en la cuenca del Misisipí.
Probablemente el interior de la Antártida es durante la obscura estación invernal el lugar más frío de la superficie terrestre. Con todo, en el campamento del almirante Richard E. Byrd, 160 km al interior de la Pequeña América, a 80° de latitud S, único caso en que se ha conocido el tiempo invernal del interior, la temperatura mínima registrada sólo fue de — 65°C en constraste con el «record» oficial de Verkhoyansk de —71 °C y la que se dice existió en Oimyakon (Oi-mekon) de — 76 °C, ambos puntos en el N de Siberia.
Al comparar la Antártida en general con la zona equivalente que se encuentra alrededor del Círculo Polar Ártico o dentro de ésta, se aprecia que la temperatura media del N es superior en 22 °C, por lo que, en contraste con la Antártida, existe una vegetación lujuriosa y vida animal. En la Pequeña América, las temperaturas medias de invierno en el mes más frío, setiembre, descienden a — 40 °C aproximadamente con mínimas absolutas de — 60 °C. Los meses más cálidos de verano, diciembre y enero, arrojan una media de 6,5 °C con raras temperaturas extremas de 5,5 °C. En latitudes inferiores, como en la península de Palmer, las temperaturas de verano e invierno sobrepasan en 11 a 22 °C a las dadas más arriba para la Pequeña América.
