Al quedar la región lejos del mar y aislada por montañas, ofrece un clima continental: seco, duro y extremado. Los veranos registran temperaturas máximas de 45 °C y en invierno se llega con facilidad a los —10 °C. Las lluvias dan cifras pequeñas, alrededor de los 350 mm de precipitación anual. En las zonas montañosas, sobre todo en las pirenaicas, los inviernos son muy largos y las precipitaciones mayores, con abundantes nevadas. El desequilibrio de la presión entre las zonas cantábrica y mediterránea origina el «cierzo», viento fuerte y frío que con frecuencia sopla en el valle.
La sequedad origina una vegetación pobre, de tipo estepario, salvo en las zonas montañosas que ofrecen soberbios bosques de pinos y hayas. Donde es posible el regadío la estepa se transforma en fértiles vegas.