(Isidore Marie Auguste François Xavier Comte) (1798-1857). Filósofo positivista francés. Nació en Montpellier y estudió matemáticas y física en la Escuela Politécnica de París (1814-16). Discípulo y secretario (1818) del eminente sociólogo Saint-Simon (v. Saint-Simon, Claude Henri, Conde de), de él extrajo los dos principios básicos de su propia filosofía: la creencia de que los métodos empleados en las ciencias físicas pueden aplicarse al estudio de los fenómenos sociales y la convicción de que la sociedad debe reorganizarse sobre la base de un cuerpo dogmático de conocimientos científicos. Después de romper con Saint-Simon poco antes de la muerte de éste (1825), pareció dispuesto a minimizar lo mucho que debía a un hombre que a la sazón estaba indiscutiblemente por encima de él como pensador y filósofo. En 1825 casó civilmente con Caroline Massin, en lo que disgustó a su familia, fervientemente católica, y al año siguiente iniciaba una serie de lecciones públicas A partir de la tercera sufrió una completa crisis mental y pocos meses más tarde intentó suicidarse arrojándose al Sena; En 1828 se encontraba bastante repuesto para reanudar sus actividades y poco después publicaba el primer volumen de su obra maestra, Cours de Philosophie Positive, en seis tomos (1830-42).
Dejándose ganar por la entonces extendida noción de una ley biogenètica que afirmaba que «la ontogenia resume a la filogenia», sostuvo que en el desarrollo de la mente individual se compendiaba el desarrollo intelectual de la especie humana y elaboró su famosa «ley de los tres estados», según la cual el desarrollo histórico de la cultura humana ha sufrido tres fases o estados sucesivos: el teológico, el metafisico y el positivo (v. Biología, Teoría biológica). En la primera de esas fases (teología) atribuye el hombre los fenómenos del mundo físico a causas sobrenaturales y proyecta las emociones humanas en los objetos naturales. En la segunda (metafísica), los seres, según expresión de Comte, se convierten en esencias abstractas. En la tercera (positiva o científica), a la que el mismo Comte se sentía impulsado, la mente humana llega finalmente a la conclusión de que nunca podrá saber nada con certeza acerca de la naturaleza esencial de los fenómenos y de que deberá contentarse con. descubrir y describir el modo en que éstos se relacionan entre sí. Así es como el «hombre» (o un hombre) empieza a descubrir la Ciencia.
El filósofo procedió luego a clasificar las ciencias de acuerdo con su «jerarquía natural», que va de lo más sencillo a lo más complejo. En la base de la lista se encontraban las Matemáticas, sobre las que se erigían la Astronomía, la Física, la Química y la Biología, por ese orden. Coronaba la lista la Ciencia del hombre, a la que Comte dio el nombre de «Sociología» y de la que afirmó que llegaría a ser la ciencia por excelencia, encargada de dar unidad a todas las demás, brindando así una base positiva para «devolver» la estabilidad a la sociedad europea. (La Sociología nunca se desarrolló de acuerdo con las esperanzas de Comte.)
Tras repudiar a su esposa (1842), mantuvo viva amistad con Mme. Clotilde de Vaux, cuyo marido había sido condenado a cadena perpetua. La muerte de esta mujer acaecida en 1846, justamente al año de su primer encuentro, afectó a Comte profundamente. Su pensamiento experimentó una súbita transformación que él mismo atribuyó a la influencia de la fallecida Mme. de Vaux. Comte proclamó entonces que el único medio de reorganizar la sociedad era el de la Religión y, nunca remiso, se aprestó pronto a la tarea de fundar una «nueva fe», que, aunque basada en la Filosofía positivista, contuviera todos los atributos de una religión organizada: sacerdocio, ritos, santos, fiestas y un calendario, todo ello positivista. El «Catolicismo sin Cristianismo» de Comte (según frase de Thomas Huxley) le hizo perder muchos adeptos, como John Stuart Mili, que calificó el nuevo sistema del más despótico jamás inventado. En 1847 fundaba el innovador la Sociedad Positivista y años más tarde publicaba Système de politique positive (1852-54), la obra más importante de sus últimos años. A pesar de su egotismo y de la extravagancia de sus ideas, Comte ejerció considerable influencia en el pensamiento decimonónico especialmente en el de John Stuart Mili, Herbert Spencer Lucien Lévy-Bruhl, Emile Durkheim y Pierre Joseph Proudhon. Véase Positivismo.
