La escritura de dos personas difiere en un apreciable número de características individuales. Además es muy difícil simular intencionadamente la escritura de otra persona en forma que la falsificación escape a un competente perito calígrafo. La intersección de trazos correspondientes a dos líneas de escritura o el cruce por ésta de pliegues o perforaciones del papel permiten determinar, generalmente, el orden en que se colocó aquélla. Un perito puede demostrar la imposibilidad de que un documento se escribiera en determinada fecha si la clase o marca de papel no se lanzó al mercado hasta una época posterior. Así ha sido posible descubrir numerosas falsificaciones testamentarias. Véase Caligrafía; Falsificación.
Los documentos mecanografiados pueden identificarse pericialmente, pues no existen dos máquinas que posean escritura idéntica aunque hayan sido fabricadas en serie por una misma compañía. Siempre existen variantes, aunque no sean sino pequeñas diferencias de espaciado entre las letras. Si las máquinas no son nuevas aumentan las características diferenciales; en consecuencia, la comparación de dos documentos mecanografiados pueden revelar si fueron escritos con la misma máquina.
El examen visual y microscópico de un documento, completado a veces con rayos ultravioleta o luz oblicua, puede revelar la existencia de letras borradas. La escritura a tinta eliminada con goma de borrar o borratintas es susceptible de restauración por procedimientos fotográficos o químicos. Incluso es posible descifrar a veces la escritura a lápiz o a máquina borrada o las marcas hechas desaparecer de sellos o estampillas. En muchos casos puede efectuarse esta restauración o desciframiento en escritos tachados o raspados, borrados parcialmente por la suciedad o ilegibles por la acción del tiempo y del agua. No es raro que sea posible restablecer la legibilidad de documentos chamuscados o quemados.