Las pretensiones holandesas sobre Connecticut tienen su origen en la exploración del río Connecticut por Adriaen Block en 1614. La primera colonización blanca fue la realizada por los holandeses en Hartford (1633). Ese mismo año colonos ingleses procedentes de Massachusetts fundaron Windsor, al año siguiente Wethersfield y en 1635 la actual capital. En 1637 tuvo lugar la guerra contra los indios pequot y en 1639 se adoptó la primera Constitución escrita de las Trece Colonias. Durante los siglos xvii y xviiii los colonos de Connecticut mantuvieron una reputación de rígidos conservadores en política y de estrictos puritanos en moral y religión.
Durante la Guerra de Independencia, Connecticut contribuyó de un modo activo a la causa revolucionaria y, aunque no se libraron importantes batallas en su territorio, varias de sus ciudades fueron atacadas por los ingleses. En 1776 la colonia se declaró estado libre e independiente; dos años más tarde fue el quinto estado en ratificar la Constitución de los Estados Unidos. Eminentemente federalista, no demostró simpatías por la guerra de 1812, y contribuyó a convocar la Convención de Hartford. En 1818 adoptó una nueva constitución, que desligaba los poderes de la Iglesia y del Estado, ampliaba el derecho de voto y separaba los poderes legislativo, ejecutivo y judicial.
Hacia mediados del siglo pasado la principal ocupación era la agricultura, aunque existían numerosos pequeños talleres. Con la introducción del ferrocarril Connecticut se transformó en un estado preferentemente industrial, que durante la Guerra de Secesión y su posguerra experimentó una gran expansión. Durante las dos grandes guerras mundiales fue uno de los mayores productores de armamentos, municiones y aviones. Como muestra de esa actividad industrial los primeros submarinos atómicos del mundo, el Nautilus y el Seawolf, fueron botados en la base submarina de Groton (1954 y 1955).
