La historia de la península arábiga se remonta a los tiempos de los primeros pobladores que habitaron esta región. A pesar de las teorías que sugieren que en el pasado la península pudo haber sido más húmeda y fértil, no hay evidencia histórica que lo confirme. Desde tiempos antiguos, esta zona ha sido testigo de importantes eventos y civilizaciones que han dejado su huella en su historia y en su cultura. Explorar la historia de la península arábiga nos permite comprender mejor el desarrollo de esta región y su papel en el contexto mundial.
historia de la península arábiga
Historia de la península arábiga.
Primeros pobladores de la península arábiga
Aunque algunas autoridades creen que la Península Arábiga fue más húmeda en un tiempo y en consecuencia muy fértil, no existe evidencia histórica que lo atestigüe.
En general, la historia de la región sólo proporciona relatos de pequeñas y aisladas comunidades cuyos recursos eran el comercio y la agricultura, rodeadas de los beduinos o nómadas del desierto.
Las primeras comunidades se fundaron en el actual Yemen, donde la civilización minoica se asentó hacia el siglo xii a. de J.C. Ésta fue seguida de la sabea y de la himiarítica, que después de muchas vicisitudes sobrevivieron hasta el siglo vi de nuestra Era.
Los intereses comerciales de Arabia en el Mediterráneo y. Oriente Medio proporcionaron a su pueblo contacto con otras civilizaciones, aunque los Estados árabes conservaron su independencia a despecho de los intentos conquistadores de romanos y etíopes.
A finales del siglo vi el Héyaz continuaba siendo la región dominante y proseguía su desarrollo merced al comercio, mientras que la Arabia oriental caía bajo el yugo persa a finales de dicho siglo.
La unidad de la Península Arábiga no se logró hasta el siglo vii coincidiendo con la aparición del Islam bajo Mahoma.
Su unificación fue seguida de un periodo de conquistas que extendieron la influencia musulmana hasta límites muy alejados de la península. Con el crecimiento del mundo musulmán, la sede del imperio fue trasladada de Medina, en el Héyaz, a Damasco, en Siria, durante el siglo vii, y posteriormente a Bagdad, en el Irak, durante el siglo viii.
A partir del siglo ix el imperio se fragmentó en varios estados semiindependientes. La unidad volvió a ser restaurada brevemente durante el siglo x merced a las actividades de la fanática secta fundada por Carmath, para retornar finalmente a la desintegración política.
La península careció de cohesión política hasta el siglo xvi al caer bajo el dominio turco, que frustró los primeros intentos de las potencias europeas de establecer cabezas de puente en las costas arábigas, en el S particularmente.
La influencia turca sobre Arabia nunca fue decisiva, incluso en el N, y en el S fue meramente nominal. La estructura moderna de Arabia comenzó a tomar forma a principios del siglo xix.
El Yemen era un imanato totalmente independiente; Asir, justamente al N de aquél, era también virtualmente independiente; Aden se hallaba en poder de los ingleses y Gran Bretaña había entrado en relaciones con Omán, Qatar, Bahrein y Kuwait.
La primordial preocupación británica en esa época era refrenar las penetraciones alemana, francesa y rusa en dirección a la India y eliminar el tráfico de esclavos y armas.
Movimiento wahabita
La historia de la Arabia moderna nace con el movimiento wahabita (v. Wahabita), que tuvo su origen en el Néyed a mediados del siglo xviii.
Este movimiento de reforma islámica había alcanzado tal poderío hacia 1800 que sus adeptos dominaban gran parte de Arabia incluyendo las ciudades santas de La Meca y Medina. Los uahabitas fueron derrotados en 1811-18 y de nuevo en 1838 por las fuerzas egipcias de Mohamed Alí, quien actuaba en nombre del Sultán turco, pero la Casa Uahabita de Saud continuó dominando el interior de la península, con Er Riyad como capital.
La Gasa Saud se vio amenazada hacia fines del siglo xix por la dinastía Raschid de Arabia del Norte, apoyada por los turcos. En dicha época, sin embargo, vivía en Kuwait en el exilio un hijo del sultán uahabita llamado Ibn Saud, quien en 1901, después de suceder a su padre, organizó las fuerzas sauditas y volvió a conquistar en 1912 la capital uahabita de Er Riyad.: Los años siguientes fueron testigos de la consolidación del poderío de Ibn Saud, quien a principios de la I Guerra Mundial dominaba toda la Arabia central, con inclusión de la región del Golfo Pérsico comprendida entre Kuwait y Qatar.
Ibn Saud fundó el Partido de los Ikhwan (literalmente «los cofrades»), que se esparcieron por los territorios del monarca a fin de revivir y difundir los principios uahabitas.
I Guerra Mundial
Los intereses turcos en la península, la participación de Turquía en la contienda al lado de los alemanes y el interés estratégico de Arabia la convirtieron en centro de intrigas y luchas durante los años de guerra. Los ingleses ejercían su influencia en las costas E y S, y pronto los diversos jeques y sultanes rompieron las ligaduras que les unían al Imperio Turco.
Aun así, el Imán del Yemen e Ibn Raschid de Jebel Shammar continuaron fieles a los turcos, quienes mantuvieron sus guarniciones en el Asir y el Héyaz donde Hussein, jerife de La Meca, simpatizaba aún con el Imperio Turco. Los enviados ingleses consiguieron atraer a la causa aliada al jerife de La Meca, quien proclamó la independencia de Arabia y declaró en 1916 la guerra a los turcos.
Las fuerzas del jerife estaban mandadas por el inglés T. E. Lawrence (Lawrence de Arabia) y la campaña logró tal éxito que el jerife se proclamó rey del Héyaz y en 1917 casi todos los otomanos habían sido expulsados de la Arabia noroccidental.
Ibn Saud y la expansión
Después de la I Guerra Mundial, Ibn Saud continuó la expansión de su reino eliminando en 1921 la Casa de Ibn Raschid y anexionándose Yebel Shammar; en el mismo año se convirtió en rey del Néyed y sus dependencias.
En 1924 comenzó la conquista del Héyaz, del que se proclamó soberano en 1926, obligando a abdicar a Hussein. El pequeño estado de Asir continuaba sin afianzarse durante la segunda década del siglo, cuando en 1923 se produjo una disputa sobre derechos de sucesión.
Por el Tratado de La Meca de 1926, el jeque de Asir se ponía bajo la protección de Ibn Saud; el Imán del Yemen no aceptó este acuerdo y después de una serie de disputas y negociaciones que duraron hasta 1934 Ibn Saud se decidió por la acción directa e invadió el Yemen.
El Tratado de Taif cedía Asir a la Arabia Saudita, pero dejaba intactas las fronteras con el Yemen. También los ingleses reconocieron en esa época la independencia de dicho Estado y pusieron fin a una larga serie de disputas sobre las fronteras entre el Yemen y Aden.
Durante todo este periodo de expansión Ibn Saud no descuidó la unidad y desarrollo del país. En 1925 y 1927 firmó tratados con Gran Bretaña por los que se reconoció la independencia de Arabia Saudita y se fijaron las fronteras septentrionales del reino.
Favoreció el desarrollo de la agricultura, elevándola a mayor rango que el nomadismo, y quebrantó las tendencias belicosas de, los beduinos. La política de colonización de los Ikhwan progresó con todo vigor, exigiéndose la estricta comunión con la ley coránica.
En 1932, Ibn Saud declaró la unidad del reino de Arabia Saudita y en el mismo año se descubrieron yacimientos de petróleo en Bahrein. La investigación se amplió al interior y el oro negro hallado proporcionó los medios económicos necesarios al desarrollo de toda la Península.
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¿Cuál fue el nombre anterior de la península arábiga?
El nombre anterior de la península arábiga era "Arabia Felix", que en latín significa "Arabia Afortunada".
Este nombre se utilizaba en la antigüedad para referirse a la región debido a su riqueza y fertilidad, especialmente en contraste con las regiones desérticas del norte de la península.
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