Apeninos, Appennini (cordillera)

1. En latín Apenninus) Cordillera que forma «la espina dorsal» de Italia y es una de las grandes cadenas de montañas de Europa. Los Montes Apeninos atraviesan toda la península italiana en una longitud de unos 1200 km y una anchura de 120, continuando en Sicilia unos 280 km más.
   
   No existe separación definida entre la extremidad NO de los Apeninos y los Alpes occidentales de la frontera franco-italiana. Generalmente se considera que la división es la garganta de Altare, que va desde Savona a Ceva. En el NO, los Apeninos rodean las costas del Golfo de Génova, formando la célebre Riviera italiana. Al S del golfo forman un suave arco hacia la costa adriática al S de las tierras bajas del Valle del Po. En la Italia meridional se vuelven en dirección O y llegan hasta el extremo de Calabria, «la punta de la bota». Penetran en Sicilia por el Estrecho de Mesina y continúan en dirección E-O; la existencia de islas como Malta y Pantelaria en el Mediterráneo sugiere conexiones estructurales con las Montañas Atlas de África del Norte.
   
   Los Apeninos son de origen relativamente reciente, contemporáneos geológicamente de los Alpes y los Pirineos, y están considerados como parte del sistema montañoso alpino. En su mayor parte consisten en pliegues de rocas sedimentarias del Terciario y Cretáceo, con predominio de caliza y arenisca. Contrariamente a lo que ocurre con los Alpes, el plegamiento es sencillo, aunque en la parte central y meridional se han producido muchas fallas y volcanismo. La mayoría de los volcanes están extintos en la actualidad, pero el Vesubio (1186 m), al S de Nápoles y el Etna (3273 m), en Sicilia, se conservan todavía en actividad. No son raros los terremotos en las partes meridionales y el movimiento sísmico ocurrido en 1908 destruyó casi por completo la ciudad de Mesina, en Sicilia.
   
   A pesar de que los Apeninos alcanzan solamente alturas moderadas y son más bien estrechos, aparecen en general abruptos y pintorescos. En el N hay picos que se elevan hasta unos 2100 m sobre el nivel del mar y es en esta parte donde presentan su mayor resistencia a las comunicaciones. La región central es la más agreste y escarpada; en ella se encuentra el nudo de montañas denominado Gran Sasso, con el monte Corno (2913 m), el pico más alto de los Apeninos en el continente, y el monte Amaro (2794 m), situado al S del Gran Sasso y segundo en altitud. Los Apeninos meridionales son más bajos, pocas cumbres sobrepasan los 1800 m; únicamente el monte Pollino (2271 m), en Calabria, y el Montalto (1955 m), en la masa volcánica de Aspromonte que remata los Apeninos meridionales.
   
   La vegetación original ha sido destruida casi en su totalidad y sólo subsiste en las regiones remotas. Las laderas bajas hasta unos 300 m en el N y 600 ó 900 en el S presentan el tipo característico de vegetación mediterránea de arbustos y árboles pequeños con poca hierba.
   
   La agricultura es también la clásica del Mediterráneo. Incluye uva, frutas (agrios en el S), nueces, olivares y trigo. Por regla general, el cultivo se realiza en los valles del fondo y en las cuencas entre las montañas, y los árboles crecen en las faldas. En los distritos secos se practica el regadío; en muchos lugares el terreno inclinado ha sido terraplenado para incrementar la cantidad de tierra llana disponible. Abundan las cabras y las ovejas; estas últimas se crían principalmente en las laderas elevadas.
   
   No hay muchos minerales en los Apeninos, si bien la formación de las montañas sufrió presiones lo suficientemente grandes para convertir el esquisto en pizarra y la caliza en mármol. El mármol de Carrara, en el NO, es particularmente famoso. Otros minerales comprenden pirita, mineral de cobre y de mercurio y lignito, en la sección central; en el NE de Sicilia hay azufre. Aunque se dan poco los minerales combustibles, las montañas proporcionan mucha fuerza hidroeléctrica, que está muy aprovechada.
   
   Los Apeninos, salvajes y más bien poco habitados, han constituido siempre una barrera difícil de atravesar, lo que estuvo bien reflejado en las pasadas divisiones políticas de la península italiana. Hoy ha sido más o menos vencida por numerosas carreteras y ferrocarriles que cruzan las montañas. Muchas de estas rutas representan notables obras de ingeniería, como el Túnel de los Apeninos en el ferrocarril Bolonia-Florencia, de más de 17 kilómetros.

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